Con quince años de producción musical a sus espaldas, no sería erróneo considerar a Jlin como una figura bien establecida en la escena electrónica global; una incansable aventurera que, a pesar de su fascinación por las abstracciones, nunca traiciona su instinto primal por lo (relativamente) bailable. De manera similar, más que trascender propiamente la personal aproximación al footwork sobre la que erigió su carrera, ha hallado formas de mutar esas raíces, incorporándolas a nuevos marcos conceptuales donde pueden tanto estallar en primer plano como respirar como huellas en la retaguardia. “Akoma” es un movido cóctel de ideas que funciona adecuadamente como muestrario de las inquietudes de Jerrilynn Patton acumuladas a lo largo de los años.
Por un lado, hay instantes de pura percusión tribalista que cruzan el charco para regresar al continente africano, de sonido intencionadamente orgánico (ya sea de regusto digitalizado o analógico), en piezas como “Eye Am”, condimentada con ecos de un cántico ancestral, o “Challenge (To Be Continued II)”, que contiene, además, una trepidante sección claramente inspirada en los redobles y bombos de las bandas de desfile. Por otro, hay pistas de corte puramente sintético que se adentran directamente en los terrenos más drill’n’bass de la IDM finisecular: algunas no desentonarían demasiado en un recopilatorio de Warp de finales de los noventa, como “Auset” o la expansiva “Speed Of Darkness”; esta última medio amenaza con descender al reino del ambient, aunque la constante pulsación se lo impide (la presencia puntual de adefesios vocales moribundos contribuyen al inquietante tono). El juke desbocado de “Open Canvas” atraviesa multiplicidad de estados, incluyendo tanto fragmentos rompepiernas marcados por palmadas procesadas como bocanadas de aire casi vals, sin que el caos corta-y-pega parezca amorfo ni pierda un ritmo esencial. Otras composiciones más sumisas a la melodía como “Iris” o “Grannie’s Cherry Pie” toman prestada cierta ligereza del downbeat, incorporando texturas más ensoñadoras a la nunca desechada jungla de golpes percutores.
El glitch se infiltra también en la mayoría de pistas, que contienen algún que otro instante donde un elemento o ritmo parecería sufrir un fallo o corrupción, pero reluce en las propuestas de pretensión más experimental. La interesante “Summon” discurre más de un minuto anclándose en la reiteración típica de un disco rayado: el sample de un desvencijado golpe de cuerda espolvoreado con una percusión metálica salida del sudeste asiático. Luego, la paulatina irrupción y crescendo de un collage cinemático de dramáticos staccatos orquestales (¿fragmentos de la banda sonora de un thriller hitchcockiano?) consiguen una atmósfera agobiante de tensión cumulativa. En “Sodalite” marida expertamente la deconstrucción y rensamblaje de pedazos de una grabación de cuerdas de Kronos Quartet con el footwork al que nos tiene acostumbrados, logrando una fusión natural de música clásica moderna y electrónica. Una simbiosis similarmente convincente sucede en “The Precision Of Infinity”, donde los hipnóticos motivos minimalistas al piano de Philip Glass –que coincidió con ella en el proyecto “Perspectives” (2022) de Third Coast Percussion– aparecen y desaparecen cual cascadas celestiales en la matraca de beats; tiene sentido, además, que Jlin se decante por una percusión de ligero cariz oriental (y momentos de seudobatucada brasileña con silbido incluido), teniendo en cuenta la sensibilidad del veterano compositor por las culturas del este. Curiosamente, quizá la más decepcionante de las pistas sea “Borealis”, que da inicio al disco: no emplea una voz tan idiosincrásica como Björk de una forma tan inventiva como en las otras colaboraciones, quedándose en un meramente correcto ejercicio de sampleo.
Aislados, no parecerían innovadores los elementos aquí planteados: la innovación recae en su encuentro dentro de las composiciones, y en la secuenciación de estas a lo largo del álbum, claramente interesado en reinventarse a través de maneras distintas de entender y canalizar lo “percusivo”; vías complejas y precisas que, por suerte, nunca suscitan excesivo dolor de cabeza en el oyente. Así, Jlin logra un vanguardismo accesible que respira como honesto compendio y continuación lógica de las fijaciones de una artista ya plenamente formada. ∎