Una noche, la del 5 de abril de 1998, en el Sesc Vila Mariana, el centro cultural de São Paulo inaugurado un año antes que acoge obras de teatro y actuaciones musicales a precios económicos. João Gilberto (1931-2019) en el escenario, micrófono y guitarra. Nada más. Historia viva de la música brasileña y un recorrido por su riquísimo e influyente repertorio. Voz que se agiganta tema tras tema, con esa dulzura que caracterizó la entonación y las melodías de Gilberto. Y una guitarra acústica para acompañarla. Por supuesto que los temas grabados junto al pianista Antonio Carlos Jobim, la cantante –y esposa– Astrud Gilberto, el saxofonista Stan Getz o los tropicalistas Maria Bethânia, Caetano Veloso y Gilberto Gil son magníficos, pero cuando una canción es tan buena como todas las que interpreta Gilberto, la melodía desnuda secundada por una guitarra resulta igual de efectiva e imperecedera.
Hay mucho de nostalgia en la forma de cantar y tocar de Gilberto, y en la bossa nova en general, pero es una nostalgia, más que una melancolía, muy activa, como demuestra en la versión del tema de Ary Barroso “Isto aquí o que é?”, segundo corte de este doble disco que recoge aquella actuación de 1998 hasta ahora inédita, tema en el que se describe la alegría y pasión por pertenecer a un país y a una comunidad musical como la brasileña: “Este Brasil que canta y es feliz, feliz, feliz / Es también un poco de una raza que no le teme al humo / Y no se rinde”. Las canciones van sucediéndose en cadencia admirable. El temario es muy amplio, pero Gilberto no duda en viajar hasta su primer y significante álbum, “Chega de saudade” (1959), interpretando “Rosa Morena”, “Aos pés da cruz”, “Chega de saudade” y, claro, “Desafinado”, en versiones bastante más largas, igual de sentidas. Tampoco faltan tres clásicos incontestables como “Samba de uma nota só”, de Jobim y Newton Mendonça, y “Wave” y “Corcovado”, de Jobim, así como el vitalista instrumental “Um abraço no bonfá” y ese preciso retrato del encuentro y enamoramiento entre dos corazones cansados de sufrir que es “Caminhos cruzados”, también de Jobim y Mendonça.
Son 36 canciones, dos horas de duración en las que el tiempo parece detenido. Sin nostalgia, como esgrimía el título de su disco de debut, o más literalmente, se acabó la nostalgia, esa añoranza que impide la belleza mediante la tristeza. Mirar hacia el frente, acallar con ternura esa tristeza de un país fracturado, reinventar la música tradicional brasileña y crear un estilo, una ética, una estética, un ideario, una forma de vida que pervive. Así son las canciones y versiones de Gilberto. Un hombre solo con su guitarra, tocada como canta, en arpegios que son susurros. Significativo que el tema que abre el disco sea “Violão amigo”, la guitarra como amiga antes que un instrumento de ejecución. Y también que el que lo cierra, “Esse seu olhar”, posiblemente una de las canciones más hermosas de Jobim & Gilberto, entonada por el público cuando se impone el silencio tan descriptivo del cantante, hable del dolor por los sueños que se desvanecen y de lo difícil que es a veces leer en los ojos del ser amado. ∎