No creas que Joe Ely es un viejo fantasma lento de reflejos, aunque casi tenga treinta discos publicados, contando este “Love + Freedom” que nos ocupa. Dato: nacido en 1947, su primer álbum, de título homónimo, salió el 10 de enero de 1977.
Al referirnos a él, resumen rápido, hablamos de un icono del así llamado country progresivo texano. Ese de baladas con cactus y las espinas hacia dentro, de blues con octanaje alto, de rockabilly, del honky tonk encontrándose con el swing. En su caso, todo con el espíritu rebelde, versión leftfield, que identificamos con sus parámetros geográfico-culturales. Todo como si los personajes de sus canciones salieran disparados de aquella “Love Of The Common People” (¿desde cuándo no la escuchas?) que firmaron John Hurley y Ronnie Wilkins, los mismos, curiosidades, que también compusieron “Son Of A Preacher Man”. Vale.
Joe conectó con The Clash en 1978, se gustaron y giraron juntos. Siguiendo con las curiosidades, ellos, The Clash, lo homenajearon en la canción “If Music Could Talk” (del disco “Sandinista!” de 1980), con aquella frase de “well, there ain’t no better band than Joe Ely and his Texan men”. Y en 1982 lo invitaron a hacer coros en “Should I Stay Or Shoul I Go”. ¿A quién le / os importa hoy en día que eso ocurriera? Vale.
Hechas las presentaciones básicas, y vertida la nostalgia, esa mesa con tres patas, vamos a por su nueva entrega. Contiene nueve composiciones suyas y cuatro versiones. Lo que escuchamos procede de grabaciones sin florituras y con el rajo abierto hechas en su estudio, bautizado como Spur Studios y sito en la localidad texana de Dripping Springs (muy poco más de siete mil habitantes). Grabaciones paridas en plan aleatorio a lo largo de unos cuantos años donde Ely mayormente se encargaba de la voz, guitarra, armónica y percusión, así como de algún sintetizador puntual, mientras que su muy habitual colaborador Joel Guzmán hacía lo propio con el acordeón. Luego las guardaba, por si acaso en el futuro… Y ese futuro ha llegado. Recuperadas y entregadas a Lloyd Maines (y al ingeniero de sonido Pat Manske) para que las produjera (y añadiera algún toque instrumental suyo en media docena de estos trece cortes). Maynes recurrió al guitarrista David Grissom (John Mellencamp, James McMurtry) para que aportase barniz guitarrero en un par de temas. Súmesele que Ryan Bingham también fue invitado a cantar y tocar la guitarra en la cover de “Deportee (Plane Wreck At Los Gatos)”, de Woody Guthrie, muy pertinente en estos turbios tiempos de deportaciones firmadas por el nuevo Agente Naranja.
El resultado, entre rugoso y pulido, a pesar de recopilar tomas que, en un principio, han ido siendo registradas sin formar parte de un proyecto concreto ni específico, suena cohesionado y coherente, sólido, todo hilvanado por cómo Ely va habitando las historias de cada uno de los protagonistas de las canciones, hijos cada uno de su madre y su padre, pero unidos por el deseo de una vida mejor que no acaba de llegar, todos ensamblados por el rebote que tienen contra el destino que les ha tocado soportar, sedientos de una justicia social o poética que no llega (factor que incluso se lee entre líneas en la más ligera del lote, “Sgt. Baylock”). ∎