Cruzar la frontera entre lo familiar y lo innovador ha sido el alma de la creatividad para John Grant, y bajo esta premisa presenta su sexto álbum en solitario, “The Art Of The Lie”. Es su obra más opulenta hasta la fecha y experimenta en ella con el disco-funk, el ambient y el pop psicodélico, pero sigue irremediablemente rebosante de esa tensión tranquila y agitada que generan siempre su voz y sus letras.
La experimentación llegó con “Pale Green Ghosts” (2013) y lo hizo para quedarse. Lo más probable es que los amantes de The Czars, su banda anterior, y aquellos que guardan en un lugar privilegiado su primer y aclamado álbum en solitario, “Queen Of Denmark” (2010), esperaran con anhelo un disco folk conectado a esos inicios más barrocos. Para otros, su devoción indiscutible hacia el artista sigue intacta y es simplemente otro cambio refrescante, similar al estilo que algunos artistas como Beck han adoptado, moviéndose sin reparo entre el disco-funk de “Midnite Vultures” (1999) y el folk de “See Change” (2002).
Si hoy eres simplemente un transeúnte, es el momento de involucrarse. John Grant ha contado con Ivor Guest, productor de los álbumes “Prohibition” (2009) de Brigitte Fontaine y “Hurricane” (2008) de Grace Jones, así como con la presencia de Dave Okumu en la guitarra. De las once canciones del álbum, seis duran entre los seis y siete minutos, manteniendo su construcción a capas característica y sus letras hermosas y visuales.
El disco hace referencia al controvertido libro de Donald Trump “The Art Of The Deal” (“El arte de la negociación”, 1987), e incorpora temas sobre el antiguo presidente, el lema MAGA y el preocupante ascenso de las ideologías de derecha. Ya lo hizo anteriormente con la contudente “The Only Baby” de “The Boy From Michigan” (2021) y con “Metamorphosis” de “Love Is Magic” (2018). Como estadounidense a distancia, Grant vive desde hace años en Islandia y experimenta la vida y la política de ambos continentes. Desde el inicio, “All That School For Nothing”, se destacan elementos electrónicos y funk-pop, donde Grant expresa su frustración hacia su entorno de manera intensa y directa. En la segunda canción, “Marbles”, se documenta su ira y cinismo en una combinación robusta de electrónica y éxtasis melancólico.
Además, en este disco se exploran detalladamente las conexiones familiares. En “Father”, Grant reflexiona sobre su infancia usando un vocoder para formular la tristeza por la pérdida de su padre. Rememora su niñez, evocando recuerdos en la casa familiar y recordando cómo su hermano escuchaba a The Beach Boys en su habitación. El tema “Mother And Son” continúa explorando sus complejas relaciones familiares, pero es en “Daddy” donde se siente un consuelo palpable en la honestidad de sus revelaciones, acompañadas desde la mitad de la canción por un sutil ritmo de marcha marcial en la percusión.
“Meek Af” ofrece una crítica a las estructuras matrimoniales, con un tono funk que subraya el atractivo general del álbum y que arranca con pequeños guiños oscuros en la voz de Grant. La pista “It’s A Bitch” destaca por el uso de la voz del autor como instrumento principal, acompañada de un sintetizador furioso que le guía durante la canción. En “The Child Catcher”, Grant recuerda al cazador de niños de “Chitty Chitty Bang Bang”, una figura que le aterrorizaba en su infancia y que le sirve como un homenaje metafórico a Dead Can Dance y Vangelis.
En definitiva, “The Art Of The Lie” se nos presenta como una odisea juguetona y funk de Grant. Es un disco exquisito pero denso, que ve recompensado su esfuerzo con una escucha atenta y repetida. Su naturaleza libre puede ser el principal atractivo para muchos, aunque para otros sigue siendo difícil de entender en qué contexto podría encajar realmente. Sin embargo, no cabe duda de que el artista continúa marcando su camino hacia la creación de un lenguaje musical único. ∎