Los irlandeses Just Mustard, originarios de Dundalk, son una de las bandas más destacadas de la nueva ola revitalizadora del shoegaze contemporáneo, esa escena emergente que encabezan grupos jóvenes –aunque ya con trayectorias en firme– como bdrmm, Hotline TNT o Wednesday. Con su tercer álbum, “WE WERE JUST HERE”, la banda renueva la confianza en el género depurando todo lo construido en sus trabajos previos para entregar el que, al menos hasta hoy, puede considerarse su disco más rotundo. No tanto “definitivo” –¿quién puede aventurar la evolución de Katie Ball (voz), David Noonan (guitarra y voz), Mete Kalyon (guitarra), Rob Clarke (bajo) y Shane Maguire (batería) a los mandos de su convulsa nave sónica?– como definitorio de su vocación por explorar y tensar los límites del shoegaze actual.
El grupo aborda el género con una personalidad muy marcada y una ausencia total de miedo al riesgo: injertan un post-punk áspero y dislocado sobre estructuras de melodía flotante y voces etéreas. El inicio con “POLLYANNA” lo deja claro desde el primer segundo: no se trata de apilar capas de guitarras nebulosas, sino de levantar una sirena amenazante que se mezcla enseguida con percusiones fracturadas. En ocasiones, su sonido se acerca más a Gilla Band que a Slowdive, aunque la voz de Katie Ball introduce una suavidad espectral que remite a la delicadeza de The Sundays o a la ensoñación oscura de Cranes. Algunos temas más tarde, “SILVER” remite más al canon del género y se acerca a la máxima de desdibujar los instrumentos: ¿son guitarras o electrónica esos vaivenes sonoros? En todo caso, pulen atmósferas oscuras y ambivalentes que bucean entre lo plácido y lo amenazante.
Justo después, “DREAMER” suena, efectivamente, mucho más dream. “I wanna feel something, hold it in my head, yeah”, canta Ball con un trino espectral. Pero el tema titular recuerda incluso a los Health de “Get Color” (2009), lijando la aspereza de aquellos para convertirla en un crescendo motorik que actúa como eje del disco. Y no paran los contragiros. En “DANDELION” bajan revoluciones hasta darnos la sensación de estar escuchando, desde la habitación contigua, un tema de los últimos Fontaines D.C. con cantante invitada.
Más allá del análisis concreto de las canciones, excitante en su mutabilidad pese a un sonido aglutinante, el disco consolida un logro dentro de su trayectoria: consigue habitar el caos, reordenarlo a su antojo y encontrar confort en el ruido. ¿Y no era eso lo que perseguía Kevin Shields al perderse en los laberintos del estudio de grabación? “WE WERE JUST HERE”, como una cordillera abrupta pero hipnótica, se eleva y se erige, en fin, como un imán ineludible para todos los que perseguimos la melodía ingrávida enterrada en dolorosos castillos de ruido, ya sea más afilado o más ambiental. El tema titular lo expresa con convencimiento –“everything happens all the time all around me now, and I just wanna make it feel good”– y no defraudará a quien caiga en su órbita. ∎