La carrera de
KAYTRANADA es toda una lección magistral en el arte del
groove y un recordatorio de que el hip hop y R&B es también vibración cinética destinada a hacerte mover las caderas. Sus producciones, en equilibrio entre reverencia histórica y aire moderno, tienen un innegable atractivo
crossover que lo han ayudado a tender puentes entre pasado y presente de la
black music. Aunque hay un instinto
crate digger en él, el canadiense jamás ha renunciado a la accesibilidad.
Tras su aplaudido debut,
“99.9%” (2016), llegó
“Bubba” (2019), un momento crucial para el viaje de KAYTRANADA, reconocido con un premio Grammy a Mejor Álbum Dance/Electrónica en 2021. El trabajo le vio ganar confianza y buscar el control creativo. En lugar de contentarse con mandar un
beat a su nuevo artista favorito y que este le devolviese lo que se le ocurriese, ahora quería tenerlos en el estudio, colaborando mano a mano con ellos. El movimiento lo ayudó a consolidarse como un autor con aires de comisario artístico, aportando un sentido de cohesión a su música.
“TIMELESS”, su tercer disco, se nutre de esa experiencia adquirida convirtiéndose en trabajo en el que cada beat está concebido con la misión de hacer los cuerpos moverse, sudar, excitarse. En tanto que eso, es quizá su álbum más dance hasta la fecha, uno que te sumerge desde su intro de grandilocuencia épica y casi orquestal en una atmósfera inmersiva, una vibración que en el pasado solo sugería. Estructurado como si de un DJ set se tratase, los instrumentales se entretejen en una mezcla casi imperceptible, entre arpegios y vientos, con esas cualidades psicodélicas y técnicas lo-fi que son ya marca de la casa.
El trabajo también le sirve para enfatizar su rol como heredero de esa clase de productor autoral de los noventa, ejemplificado en figuras como J Dilla y Madlib (ambos siempre han sido influencias manifiestan en su música), aunque también hay un poco de Just Blaze y toda la escuela Roc-A-Fella. Los momentos álgidos se suceden, como en su conexión con Channel Tres, un
spirit animal de KAYTRANADA en eso de crear música R&B y hip hop con inclinaciones house. También hay una química indudable con Lou Phelps, su hermano, con quien tiene el dúo hip hop The Celestics, en un
track sobre no estar del todo emocionalmente disponible para una mujer a la que, sin embargo, desea entre congas y piano house.
Hay otras proezas como conseguir sacar a PinkPantheress de su habitual registro drum’n’bass y hacer que le pida prestado a Jessie Ware el traje de lentejuelas disco-pop; hacer que, sobre unas bases minimalistas y cascadas de piano, Charlotte Day Wilson emerja como diva neosoul de los noventa de elegancia sobrenatural; o que incluso entre todo ese brillo colaborativo de vocales invitadas con pedigrí los instrumentales de corte jazzístico –reminiscentes de su primeras colaboraciones con Robert Glasper– no hagan perder fuelle al metraje. Habla a las claras todo esto sobre el talento del canadiense ya no solo como comisario, sino también como arreglista, compositor y montador en la búsqueda de una identidad sonora distintiva y vibrante. Ciertamente atemporal. ∎