Parece que fue ayer y se han cumplido más de cinco años de la entrada de
Klaus & Kinski por la puerta grande del mejor pop nacional de este milenio. Les bastó con una canción:
“El Cristo del Perdón”, mucho más que la unión de Astrud y New Order, abría en 2008 un debut memorable que la discográfica conmemoró a finales de 2013 con la edición –por fin– en vinilo (doble y blanco), más MP3. Una oportunidad para dejarse seducir –de nuevo o por primera vez– por el pop perfecto del dúo murciano, que tiene sus bazas en la delicada voz de Marina y el talento como compositor versátil y multinstrumentista de Alejandro, pero que no sería lo que es sin la ironía furiosa y el humor negrísimo de las letras de Álex, que contrastan de forma genial con la música y están escritas con una gracia y estilo que lo elevan a la categoría de un Carlos Berlanga o un Manolo Martínez. Un peculiar sentido del humor que ya quedaba patente en el propio nombre del grupo y en algunos de los títulos de las catorce canciones de su debut en la edición original en CD:
“Muerte en Plasencia”, “Crucifixión, la solución”, “Lo que no cura mata” o
“Sintigo o sin ti” (ahora son diecisiete, ya que la cuarta cara la componen tres temas del mini-CD/EP descatalogado
“Por qué no me das tu dinero”, de 2009).
La otra aportación de Klaus & Kinski a la escena nacional de este siglo es su forma de entender la música popular en sentido amplio, como algo que existía mucho antes del rock: en 2008 sorprendió que incluyeran un bolero como
“Mengele y el amor” (cuando Alaska y Dinarama ya los hacían en los ochenta) o aires country como
“Autovía de Albacete” o
“Flash-back al revés” en un disco tan pop, pero siguieron en sus trece y hoy su eclecticismo está muy extendido. Su hoguera aún arde, y que así siga. ∎