Si hay una ciudad que está generando una escena boyante en estos días, es Valencia. Desde la explosión bedroom pop y el surgimiento de La Plata, la ciudad del Turia ha desarrollado un filtro sonoro donde post-punk y nueva realidad pop conforman los extremos de una dialéctica altamente refrescante.
A la primera de estas dos vertientes pertenece La Culpa, cuya existencia apenas tiene medio año. Con únicamente un mes de vida, Miqui, Néstor (Futuro Terror), Toni y Tania ya dieron su primer concierto. Solo unos meses después, debutan con este artefacto, diseñado para captar nichos de audiencia clamando por alimento after-punk.
Bajo este parámetro estilístico, la formación che desarrolla su gran potencial, el cual seduce a las primeras de cambio por medio de un corte como “Tus zapatos”. En el mismo, juegan con reflejos que nos transportan al sonido facturado por The Organ. Ese post-punk emocional, de rebordes dark, pero centrado en la emotividad mancuniana patentada por los Smiths.
En otros cortes, la urgencia punk toma la delantera. Así sucede en “Mágico trágico”, otro de los momentos más significativos entre estas ocho demostraciones de cómo encapsular la malsana extrañeza vital de nuestros días, tal como sucede en “Acantilado”.
La atmósfera arábiga tan típica de The Cure cobra protagonismo central en “Misterio”, mientras que “Otra vez” es una explosión ultra punk-pop existencialista de impacto salvaje y metronómico. Maquinaria perfectamente engrasada con la que también dan cuerda a “Molestar”, corte que los conecta con una banda hermana como La Plata, y que también empalma con el concepto hipnótico de la ortodoxia post-punk desplegada en su momento por pioneros como Pylon.
Por su parte, “Cristales” es un océano de electricidad sinuosa, lánguida. Pura abstracción onírica que nos transporta a un estado de dolorosa y oscura exposición emocional.
El recorrido termina en “Reviento y vomito”, nueva muestra certera de una fórmula que, cuando abraza la desesperación pop, alcanza cotas de emoción estremecedora, sublimadas en ese “intento esquivar la realidad” con el que Tania conceptualiza la naturaleza y propósito de tan inspirado ramillete de sombras pasadas, tan reconocibles como talladas en formas atrayentes.
A través de su personalidad arrolladora, “La Culpa” se postula como documento de un estado de ánimo general apesadumbrado, cocinado con los imperceptibles terrores varios que mecanizan nuestras rutinas vitales.
La desazón sublimada en cada una de las imágenes descritas en el disco es el mismo aire que respiran estas canciones, enfocadas desde la óptica de quien solo sabe reconocer la belleza desde la exposición de la culpa y el dolor. Vértices de un discurso incómodamente adictivo. ∎