Álbum

Lee Ranaldo / Jim Jarmusch / Marc Urselli / Balász Pándi

Churning Of The Ocean Trost, 2021

Fue el crítico y teórico francés Michel Chion quien escribió, hace ya muchos años, que “los filmes de episodios de Jim Jarmusch son como álbumes discográficos con sus partes diferenciadas antes que películas de sketches”. Que la música (rock, jazz, blues, soul, electrónica, ambient, experimental) ha jugado un papel relevante en el cine de Jim Jarmusch, como elemento narrativo o como temática, no es ningún descubrimiento, así como su progresiva dedicación a la composición y ejecución musical casi por encima, en los últimos tiempos, de la dedicación al cine, algo en lo que empieza a parecerse a David Lynch. Por eso tampoco debe de sorprendernos que aparezca una segunda entrega de su encuentro con Lee Ranaldo, Marc Urselli y Balázs Pándi. En 2019 lanzaron un primer disco, a nombre de los cuatro y grabado durante una sola sesión nocturna en un estudio neoyorquino, sin retoques posteriores: improvisación cruda, pura y dura. Aquello parecía la aventura de un día –de una noche–, con menos recorrido que los trabajos de Jarmusch con SQÜRL o los prolíficos, pero ya finiquitados –en apariencia–, con Josef van Wissem. Pero, por sorpresa, el cuartero acaba de publicar un segundo volumen registrado en la misma sesión, “Churning Of The Ocean”, justo dos años después de aquella primera entrega de experimentos y disquisiciones entre amigos.

Este segundo disco repite más o menos la misma estructura, con dos piezas de larga duración, “Infinite Rain” y “Quivering Air”, que permiten prolongados e hipnóticos desarrollos, especialmente en la segunda, y otras más breves y concentradas, incluso minimalistas, como “Night Of Webs”, en la que necesitan menos de tres minutos para dibujar una viñeta de cine de terror. Hemos focalizado el interés inicial de esta propuesta enmarcándola en la trayectoria de Jarmusch, ya que es el “menos músico” de los cuatro, pero es evidente que se trata de una muesca más, quizá no de las más relevantes, pero concisa y coherente, en la carrera de Ranaldo desde que Sonic Youth se fue al garete, al menos del Ranaldo noise antes que indie rock. Lo mismo podríamos decir de Pándi, quizá aquí más comedido con la batería respecto a sus virulentas incursiones en los dominios de Merzbow y otros músicos de vanguardia con los que ha colaborado. En cuanto a Urselli, parece que poco a poco deja de lado su impronta –fundamental– como ingeniero de sonido para desarrollar sus ideas a modo de telón de fondo de las guitarras cruzadas y bien compenetradas de Ranaldo y Jarmusch: su bajo ligero y, sobre todo, los sonidos propulsados desde el ordenador portátil cohesionan los diálogos en armonía o en diáspora de sus compañeros de sesión. ∎

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