Álbum

Madi Diaz

Weird FaithAnti-[PIAS] Ibero Américo, 2024

La información sobre la música que incluye no es uno de los puntos fuertes de la más famosa plataforma de escucha en streaming. En este caso, llama la atención la etiqueta “explicit” adherida a las cinco primeras canciones de “Weird Faith”. En las opciones de configuración se podría evitar su escucha con un solo clic por el afán censor de eliminar el llamado lenguaje explícito, referido al sexo, drogas y los tacos de toda la vida. ¿Es Madi Diaz tan procaz y deslenguada? Para nada, un aislado fuck aquí, un bitch allá y alguna escena de sexo insinuada. Sin embargo, la etiqueta tendría más sentido en su significado más general: Madi es realmente explícita a la hora de desvelar sus sentimientos, de airear sus flaquezas, anhelos y miedos más allá de los límites habituales de la vergüenza. Lo paradójico es que, en el otro tipo de información que da el servicio del círculo verde, el número de escuchas se dispararon con su anterior largo, “History Of A Feeling” (2021) –quinto de su carrera–, un álbum sobre la ruptura de una relación en el que la de Nashville se desnudaba y compartía su dolor sin evitar los detalles.

La extraña fe, que titula el nuevo trabajo, no es otra que la de volver a intentarlo tras haber salido trasquilada. En “Same Risk” le advierte a su nuevo partenaire que ella va a poner toda la carne en el asador pero quiere estar segura de que están tomando ambos el mismo riesgo. Lo hace con su sentida y clara voz en primer plano sobre el colchón de su guitarra acústica y una mínima percusión, que acelera el tempo en “Everything Almost” hasta el de un medio tiempo pop –a lo “Kyoto” de Phoebe Bridgers– insistiendo en lo lírico: “¿Va a salir bien si te guardas algunas cosas solo para ti y yo me guardo algunas solo para mí? / ¿Está bien si nos damos casi todo?”.

En “Girlfriend” expresa el doble sentimiento de empatía y temor por la alargada sombra de la ex de su actual pareja y en “Get To Know Me” le plantea a este que conocerla será conocer todos sus defectos y esas trivialidades de la convivencia que pueden producir hastío. Lo hace con el mínimo acompañamiento musical, siguiendo la estela de la canción americana folkie de su anterior álbum –tras cuatro trabajos con un sonido con banda, entre el pop de guitarras y el rock americano– aprovechando la capacidad de transmitir de su bonita voz. De hecho, la consigna que les dio a sus productores, Sam Cohen y Konrad Snyder, fue la de conseguir un sonido crudo que realzara sus palabras y las melodías vocales. La crudeza, en este caso, no incluye aristas, ni rotura vía tormenta instrumental. La intensidad la aporta su voz acentuando los puntos álgidos de las historias en sentidos crescendos sin miedo al sentimentalismo.

En “Don’t Do Me Good” cuenta con la colaboración estelar de la cantante Kacey Musgraves, en toda una balada country sobre ese amor que no conviene pero que atrae una y otra vez. Aunque la mayoría de los temas versan sobre las dudas de esos comienzos de un nuevo amor, hay espacio para la ruptura por desgaste en “For Months Now”, que, curiosamente, da paso a la declaración de amor más directa en “KFM”, iniciales de “kill fuck marry (you forever)”.

Cierra con una confesión personal, “Obsessive Thoughts”, un reconocimiento de que su intensidad emocional puede poner trabas a las relaciones que emprenda. Uno no puede evitar pensar que, asimismo, dicha vehemencia podría intimidar a algún oyente casual de su música que buscara parajes menos expuestos. En cambio, los que la escuchen de frente, sin cinismo, ni miedo a compartir su exposición a pecho descubierto difícilmente evitarán adherirse a su fe. ∎

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