Álbum

Marisa Monte

PortasSony, 2021
Dejando de lado “Verdade, uma ilusão” (2014), disco que recogía unos conciertos de 2013 en Río de Janeiro, Marisa Monte llevaba una década entera sin grabar canciones nuevas: su anterior disco, “O que você quer saber da verdade”, data de 2011. Fue en los 90 una de las presencias más preciadas en la fusión de la música brasileña con otros estilos, particularmente con discos como “Mais” (1991), producido por Arto Lindsay en aras de una mezcolanza casi perfecta entre las raíces brasileñas y las inquietudes experimentales neoyorquinas. Sus trabajos en solitario, o con Carlinhos Brown y Arnaldo Antunes bajo el nombre de Tribalistas, la encumbraron y, pese a esta larga ausencia, la naturaleza de su sonido no se ha visto alterada. De hecho, en la década pasada ya había espaciado considerablemente sus trabajos personales para dedicarse a la maternidad, las colaboraciones con otros músicos y la exploración de la samba carioca pretérita.

“Portas” nos devuelve ahora a una Monte postropicalista igual de pletórica de voz, juguetona con los arreglos y las mixturas, cadenciosa y vibrante, capaz de colocar un añejo solo de guitarra rockero y unos teclados subterráneos en medio de un tema mecido por los arreglos orquestales (“Déjà vu”) o de bordar con una guitarra jazzy, fina y elocuente, otra de sus mezclas entre samba, pop, blues y swing de cristalina belleza (“A lingua dos animais”). Todo en el disco es elegante y sencillo. Ni una nota aparece forzada, fuera de lugar. Sin embargo, pese a esa geométrica precisión, la música de Monte es siempre envolvente y sensual, cálida y cercana, acercándose a los clásicos de su país para soltar amarras rápidamente y navegar en su propio espacio. Muy orgánica pese a las condiciones de grabación por separado desde Río, Nueva York, Los Ángeles y Lisboa a causa del confinamiento. En las notas del disco, Monte dice que esta forma de trabajar ha llegado para quedarse.

No le ha sentado mal la grabación a distancia, tanto cuando ejecuta una bossa nova perfecta como “Em qualquer tom”, justa y equilibrada, como cuando explora otros ámbitos sonoros, con catarsis como la de la parte intermedia de “Fazendo cena”. Canta como siempre, modulando con precisión sus registros. “Sal” es una auténtica delicia, “Calma” luce con sus sofisticados arreglos de viento, y la samba en estado puro, alegre y contagiosa, aparece con “Elegante amanhecer”. Hay espacio para el bossa-soul-funk con metales musculosos y wah-wah (“Você não liga”) y para una lírica y rítmica colaboración con Seu Jorge y la hija de este, Flor (“Para melhorar”). También prestan servicios, en la composición, arreglos, producción o instrumentación, Lindsay, Antunes, el veterano pianista Arthur Verocai, Nando Reis y Chico Brown (hijo de Carlinhos). Tan clásico y tan moderno al mismo tiempo. Ese tiempo detenido durante una década entera que “Portas” engulle como si el anterior disco hubiera aparecido ayer. ∎

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