Álbum

Mozart Estate

Tower Block In A Jam JarCherry Red, 2025

Se hace raro presentar a un artista que, en la vida de unos pocos, es una especie de semidiós siendo poco conocido a nivel popular. Quizá es esta la definición de “artista de culto”. No es esa, en principio, la vocación de nuestro Lawrence, cuyo sueño utópico es el de ser toda una estrella mundial. Lo entenderán mejor los que tuvieron la fortuna de leer “Superestrella de las calles. Un año con Lawrence” (Contra, 2024), en el que el periodista Will Hodgkinson le daba voz en medio de las peripecias vividas a lo largo de un año a su lado. El libro tuvo cierto éxito, lo cual animó a nuestro inquebrantable héroe a publicar un nuevo disco con el que aprovechar la coyuntura. Para ello, decidió regrabar las canciones de su segundo álbum como Go-Kart Mozart, “Tearing Up The Album Charts” (2005), que él consideraba que, teniendo hechura de hits, podrían haber sonado mucho mejor. Y contó con la banda de músicos que lo acompaña en directo en los últimos años y con el productor John A. Rivers, colaborador habitual en su carrera y de luminarias como The Specials o Love And Rockets.

Cualquiera que haya seguido la reciente trayectoria del líder de Felt desde sus anteriores alias, Denim y Go-Kart Mozart, al actual Mozart Estate no encontrará una gran revolución en el sonido del nuevo álbum, aunque ciertamente todo suena menos sintético y menos “hazlo tú mismo” y algo más orgánico –por ejemplo, con batería real en lugar de caja de ritmos–, y hasta parece que el propio Lawrence canta mejor y con un punto más de emoción. Por lo demás, sigue en sus trece, fiel al pop directo, de raíz setentera, de todos aquellos géneros que triunfaban en las jukeboxes y radiofórmulas de la época de su adolescencia: glam y novelty rock, el heterogéneo mundo del “middle of the road” o el primer synthpop de corazón analógico. Canciones de pop con estribillo pegadizo y cierta candidez y sentido del humor, sin ningún temor a salirse ampliamente de las líneas invisibles con las que la crítica musical trata de delimitar el buen gusto. Piensa él que, a partir de los años ochenta, se perdió esa ingenuidad y buen corazón en el pop a cambio de mayores dosis de cinismo y pragmatismo.

Aunque, a priori, el pop de Mozart Estate parece regresar al futuro desde otra época, en la irresistible “Summer Is Here” los psicodélicos coros de voz aflautada recuerdan al contemporáneo genio de Ariel Pink. La soleada melodía sirve como mensaje de ánimo a una amiga con trastorno afectivo estacional que resurge con el buen tiempo. Para los no iniciados, advertir que, tras las melodías de juguete y algunos versos de apariencia trivial, se encuentran historias y observaciones con enjundia y puntería. En la cubierta interior del álbum, de cuidada presentación, se pueden leer, en mayúsculas, las letras íntegras de todos los temas. “Selfish & Lazy & Greedy” –la única canción que proviene de otro álbum distinto de Go-Kart Mozart, “Instant Wigwam And Igloo Mixture” (1999)– es un himno vital en el que rechaza el mundo del trabajo y la cultura del esfuerzo predominante; en su caso no es una pose, y su coste personal ha tenido. Pese a todas las dificultades vividas, encuentra motivos para celebrar, aunque sea en el recuerdo. En la irresistible “Electric Rock And Roll”, con ecos de los Beach Boys tardíos, añora aquellas tardes de vestirse y bajar al centro a bailar rock’n’roll. La única canción del “Tearing Up The Album Charts” a la que le ha cambiado el título es la muy glam “At The DDU” (el centro de dispensación de metadona al que asistía en aquel tiempo), convertida en “A Lorra Laughs With Cilla”, una frase hecha de la cultura popular inglesa –algo así como “un montón de risas con Cilla (Black, popular cantante y actriz británica)– para dar ánimo al personal; en concreto, a una madre soltera pasándolas canutas, como si todo se resolviera a golpe de chascarrillo. Desarma, por el contraste, la sentida declaración de amor de “Glorious Chorus”, que en su inicio llega a recordar a los últimos Felt. Reflejo de un pasado grandioso que Lawrence no añora, como muestra el pegadizo y entrañable “Hey Donna come on” de “Donna And The Dope Friends” –¿una celebración del encuentro con su “camella”?–, el acelerado synthrock de “Delta Echo Echo Beta Alpha Neon” y “Transgressions”, o el pop de dibujos animados de “On A Bulding Site”, con la temática de “Build” de The Housemartins en modo sintético.

Con Lawrence no siempre es todo como parece: en la rockera “Listen To Marmalade”, que pudiera pasar por la reivindicación de uno de aquellos grupos que encarnaban el citado concepto “middle of the road”, ofrece una imagen poco halagüeña del antiguo fan inadaptado a los tiempos actuales. “City Centre” es una advertencia a los habituales dueños de los centros de las ciudades de que los desposeídos estarán ahí y no quieren su compasión, sentenciado a ritmo de glam hipervitaminado. Y eso es todo: doce arrebatadoras canciones en unos breves 34 minutos que pueden servir tanto de confirmación como de rencuentro o de fulgurante nuevo descubrimiento. Reflexionando sobre el deseo de triunfo comercial de Lawrence, uno puede ver al mismo tiempo los motivos por los que no se produce –la ingenuidad y la atemporalidad en el pop no son valores al alza, y menos con letras con esas espinas– y contrariarse porque una colección tan accesible de pop en vena no suene masivamente en todas partes. Sinatra nos bajaría al suelo con un simple y certero “That’s life”. ∎

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