Lamentablemente, la etiqueta póstuma está empezando a ser una categoría demasiado presente en la cubeta de la música negra. Un limbo en el que permanece el artista cuando la persona ya nos ha abandonado y en el que encontramos ejemplos de todo tipo. Desde álbumes que demuestran que el prime creativo ya pasó hace tiempo (como puede ser el ejemplo de DMX) hasta otros en los que tristemente constatamos que hemos perdido a un genio demasiado pronto (como puede ser Mac Miller con “Circles”).
El caso de Pop Smoke (1999-2020) es especialmente paradigmático porque ninguno de sus dos álbumes de estudio fue lanzado en vida del de Canarsie, Brooklyn. Y mientras que “Shoot For The Stars Aim For The Moon” (2020) fue una referencia obligada debido al punto vital y de carrera en el que llegó su asesinato, con este “Faith” que ahora ve la luz nos surgen más preguntas. ¿Era necesario? ¿Era el momento? ¿Era esta la forma? Veamos.
En términos generales, “Faith” se presenta como un pastiche creativo y conceptual, obligado por las circunstancias como suele ser habitual en este tipo de referencias, en el que nos encontramos baches por el camino, pero también momentos de disfrute que dotan de sentido a este LP y que nos enseñan de soslayo lo que nos han arrebatado.
Sus grandes peros son, posiblemente, la desmedida presencia de colaboraciones de superestrellas (especialmente habida cuenta de la fobia que Pop Smoke había declarado en alguna ocasiones respecto a los featurings) y la amalgama de sonidos que podemos llegar a encontrar. Demasiado poco Pop Smoke, hasta el punto de que salimos de este álbum con la sensación de que, más que su disco, lo que acabamos de reproducir es una suerte de recopilatorio navideño de grandes éxitos.
Y es que “Faith” brilla y emociona cuando lo que nos encontramos es puro Smoke. Sonidos anclados en el drill neoyorquino, con atmósferas oscuras, metálicas y pesadas, y esas baterías y líneas de bajo tan característicos. Así que mientras cortes como “Top Shotta” se sienten traicioneros como una puñalada por la espalda (al haber prescindido de la versión original para el disco y haberla reemplazado por un beat de The Neptunes y unas colaboraciones que, simplemente, no encajan), otros como “30” van directos al estómago y nos recuerdan por qué este subgénero ha revolucionado las capitales de medio mundo.
Con veinte cortes y una duración total cercana a la hora, “Faith” se habría beneficiado de una menor duración y un minimalismo mayor. Lo cual no es óbice para que también haya momentos de disfrute e himnos inesperados, como pueden ser las apariciones de Chris Brown en“Woo Baby”, situándose en la tradición más R&B, o especialmente la de Dua Lipa en “Demeanor”, que posiblemente suponga la mejor rareza del álbum y que se asemeja al clásico hit popero propio de radios comerciales. ∎