En paralelo a su trabajo como cancionista, Sufjan Stevens lleva casi toda su carrera explorando los confines de la música instrumental. Ya en el lejano “Enjoy Your Rabbit” (2001) celebraba el horóscopo chino desde la electrónica ruidista. Llegaron después la banda sonora de “The BQE” (2009), el proyecto sinfónico “Planetarium” (2017) o el new age “Aporia” (2020), este grabado a medias con su padrastro Lowell Brams.
Es en honor a su padre biológico, fallecido dos días después de publicarse “The Ascension” (2020), que Stevens ha grabado “Convocations”, mastodóntico proyecto (cinco volúmenes, 49 cortes, 150 minutos) de música “sin narrativa” y “sin contenido verbal”, en sus propias palabras a ‘WBUR’.
Cada uno de sus cinco volúmenes –estrenados semanalmente en digital y ahora reunidos en un álbum que llegará en vinilo en agosto– reflejan una etapa del duelo, según Stevens. No sabemos si el artista se basa en el modelo Kübler-Ross, pero el inicial “Meditations” suena más a aceptación que negación, sobre todo en un arranque con ecos del ambient cosmonáutico de Eno & Lanois (“Meditation I”), el coro-órgano de Popol Vuh (“Meditation II”) o esos barridos de emoción indefinible tan propios de Fennesz (“Meditation III”).
El segundo disco, “Lamentations”, arranca con aires de ambient japonés (“Lamentation II” suena al Mkwaju Ensemble en versión glitchy) para volverse después más aislado y confuso: mucha oscilación mareante. En el tercero, “Revelations”, Stevens juega a la synth music tensa de Oneohtrix Point Never (“Revelation II”) antes de volver a decantarse por el ambient elegíaco (“Revelation IV”) e incluso echar mano de melodía y claras guitarras (“Revelation V”). Si en el cuarto, “Celebrations”, empieza a sentirse la autoindulgencia (aunque brillan los experimentos con lo que parecen instrumentos melódicos de percusión), en el quinto, “Incantations”, los (aparentes) bocetos ganan al material con razón de ser. Una serie de EPs o un álbum extenso habrían sido mejor opción. ∎