Cuenta la leyenda que Brian Wilson tuvo un sueño y, acto seguido, se volvió majara. Ese sueño, incubado como una gripe en una gigantesca caja de arena, tenía que ser su segundo zurdazo en la cara del pop tras
“Pet Sounds” (1966) y su genial e insuperable anticipo al “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de los Beatles. Un proyecto llamado a hacer historia que, sin embargo, se acabó convirtiendo en el disco interruptus y fantasma más famoso de todos los tiempos. Y así habría seguido, olvidado y troceado en álbumes como
“Smiley Smile” (1967),
“20/20” (1969) o
“Surf’s Up” (1971) de
The Beach Boys, si el propio Wilson, saneado y rehabilitado, no se hubiese animado a regrabar su propia versión del disco en 2004, germen de esta asombrosa revisión que, cuarenta y cinco años después de su inicio, no deja ningún cabo suelto. Y así, con el pop hincando la rodilla ante el genio superlativo de Brian Wilson, “SMiLE”, obra que debería haberse editado en 1967, ve por fin la luz en una estratosférica edición de lujo con cinco CDs, dos vinilos, dos singles, un libro repleto de imágenes y anécdotas y un póster desplegable. Esta es, sin embargo, la versión monumental para enfermos sin cura: existen también una edición sencilla y otra en doble CD para quien pueda pasar sin esos dos discos dedicados por completo a las canciones
“Good Vibrations” y
“Heroes And Villains” y su obsesivo proceso de grabación. Tan obsesivo y enfermizo que, a medida que se suceden los discos y la música se interrumpe con la voz de Wilson y sus directrices en el estudio, sorprende que el resto de la banda no acabase atizándole con el piano en la cabeza.