Álbum

The Vaccines

Pick-Up Full Of Pink CarnationsSuper Easy-Thirty Tigers-Popstock!, 2024
Apenas queda nada de la formación original de The Vaccines tras la salida en 2023 del guitarrista Freddie Cowan. Pero si algo queda es la intención decidida de estirar el chicle todo lo que pueda por parte del cantante Justin Hayward-Young. Podría iniciar una carrera en solitario, podría dar un twist crooner como ha hecho Alex Turner con los Arctic Monkeys, o podría abandonarse al macarreo senior como han hecho unos Franz Ferdinand siempre reivindicables. Pero no. De hecho su último disco, “Pick-Up Full Of Pink Carnations”, representa un poco una vuelta a los orígenes con la bajada de revoluciones obvia que provoca el paso del tiempo, y se aleja de salidas de guion más electrónicas y sintéticas acometidas en trabajos pretéritos. Supongo que en un momento en el que las expectativas pasan por ir rescatando cada cinco años los aniversarios de What Did You Expect From The Vaccines?” (2011) yCome Of Age” (2012), es lo que pega.

La querencia por el gran himno, por supuesto, sigue intacta, aunque esta vez con algunos giros que no por inesperados resultan relevantes: es curioso ver a The Vaccines, otrora representantes humildes, minimalistas, frenéticos y cruditos de la oleada británica de indie rock con ínfulas garageras e influencia evidente de los EEUU, jugar a ser unos R.E.M. con diabetes, unos The Killers trasnochados, incluso unos Arcade Fire sin todo el llanto y la furia, en el arranque que suponen “Sometimes, I Swear” y “Heartbreak Kid”, todo despampanante gran pantalla sin demasiada sustancia.

En esa ambición que podría entenderse como “heartland”, de enormidad y expansividad –la portada aquí también resulta reveladora, un viaje en coche hacia lo que parecen las profundidades del Joshua Tree; luego uno se documenta y descubre que Hayward-Young lleva varios años viviendo en Los Ángeles, y que ha grabado este álbum en el estudio casero de Andrew Wells en Hollywood Hills–, también terminan recayendo en los modismos springsteenianos de Coldplay –“Discount The Kooning (Last One Dancing)”, un take algo sonrojante sobre aquello que decía Sabina: “que el fin del mundo te pille bailando”–.

“Lunar Eclipse” vuelve a los derroteros habituales, ese pop saltarín disfrazado de garage suavecito, con preestribillos marcados a bombo y listos para el estallido festivalero, estructuras que se repiten en “Sunkissed”, más funky. O en “The Dreamer”, que a su vez representa ese post-punk sin calorías que también abrazan en otras piezas importantes dentro del álbum como “Love To Walk Away”. Quiero decir que el disco no está mal: las canciones son en general directas, sencillas, pegadizas y muy familiares, y Hayward-Young se maneja bien reconvertido a una especie de Hamilton Leithauser (The Walkmen), basculando con credibilidad entre la euforia y la melancolía. Pero seguramente no satisfará por completo a nadie que guste de escuchar música fuera de sus zonas de confort. ∎

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