Álbum

The WAEVE

City LightsTransgressive, 2024

Los adelantos que Rose Elinor Dougall y Grahan Coxon ofrecieron de su segundo trabajo como The WAEVE pusieron sobre la pista un giro del que apenas había señales desde que la pareja comenzara a entregar sus primeras composiciones en 2022: la ensoñadora instrumental “Here Comes The WAEVE”, “Something Pretty”, “Drowing” o “Can I Call You”. “City Lights” llega poco más de un año y medio después de su disco de debut.

Sabíamos que Coxon tenía antojo de guitarra y la había desenfundado para anticipar un disco con un cuerpo mucho más pop que el de su predecesor, aunque no por ello menos rico y evocativo. Con un sentido de continuidad coherente, pero aligerado del peso de ese folk oscuro y diluida la densidad de los aires jazzísticos y experimentales. De esa potente personalidad marcada por el uso del piano, los sintetizadores y el saxo, los cambios de ritmo constantes y los extendidos paisajes instrumentales, que dejó canciones como “Kill Me Again”.

De entrada, solventan la tradicionalmente delicada relación entre el rock y el saxofón, tocado por el mismo Coxon, en una “City Lights” con unas guitarras plenamente identificables en cualquiera de sus etapas. También en “You Saw”, primer adelanto, el momento de indie rock más translúcido del disco, con su armoniosa unión de voces y los matices elegantes de los vientos de Coxon. Y “Broken Boys” reveló que es el corte con las guitarras más contundentes del álbum. Distorsión, batería pop, potente bajo y sintetizadores para aderezarla. Hasta aquí lo conocido.

La pareja ha vuelto a contar, como en su debut, con la mano de James Ford de Simian Mobile Disco –productor con los Blur de Coxon, Arctic Monkeys, Depeche Mode, HAIM o Jessie Ware en su amplia y variada cartera– en un proyecto que funciona como vía de escapismo sonoro para ambos músicos, curtidos tanto en grupos como en solitario. Coxon ha firmado una decena de trabajos desde 1998, y Dougall tres, finalizado ese anacronismo en forma de sixties girl band en pleno apogeo del indie de los primeros dosmil que fueron The Pipettes. Trabajos en los que señaló que podía moverse entre el synthpop y los espacios más ensoñadores con absoluta soltura y naturalidad.

“The WAEVE” (2023) quedó marcado como un disco sombrío y pastoral, incluso algo romántico, por su particular adopción de la tradición folk británica de la que eran capaces de saltar casi a lo industrial. Que ahora el dúo se muestre más asequible no significa ausencia de riesgo. Confortables en los márgenes estilísticos, pueden pasar del post-punk con toque de Psychedelic Furs (“Moth To The Flame”) a cierta épica comedida (“I Belong To…”), desplegarse como si fueran The Incredible String Band en “Girl Of The Endless Night” y rematar a lo Bowie en los setenta. También, imaginar un universo fantasioso y descomponerlo regresando a ese saxo setentero (“Sunrise”), mutar de lo fantástico a lo casi motorik en el transcurso de los siete minutos de “Druantia”, crear una cálida atmósfera para “Simple Days” y volver las raíces esenciales del folk en “Song For Eliza May”.

Distinto pero sin sensación de discontinuidad, Coxon y Dougall mantienen en “City Lights” su personalidad elegante y oscura. Y es en esa marcada identidad donde recae el particular magnetismo de The WAEVE. ∎

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