Álbum

The Weeknd

Hurry Up TomorrowXO-Republic-Universal, 2025

Abel Tesfaye llevaba años fantaseando con matar a The Weeknd y parece que por fin se ha decidido. Aquel alter ego, que lo ha convertido en una de las mayores estrellas de nuestro tiempo, se ha alimentado de un vacío que marcó su adolescencia en uno de los barrios más pobres de Toronto y que sigue latente: un agujero negro que ha arrastrado al personaje y a su música a una vorágine de drogas, sexo furtivo y soledad, tambaleándose entre el narcisismo, la fama estratosférica, los remordimientos y la autodestrucción.

The Weeknd empezó su propio camino de redención con “After Hours” (2020), un descenso a los infiernos construido en torno a la mitología de Las Vegas que basculaba entre el R&B, las bases hip hop y el pop ochentero y que le valió cifras millonarias y algunos de sus mejores hits. Aquel álbum fue una noche salvaje que terminaba con la muerte de The Weeknd tal y como lo conocíamos; la primera parte de una trilogía que siguió con “Dawn FM” (2022), un purgatorio proyectado como una emisora de radio fantasmal y metafísica anclada en el funk y la música disco donde hacer frente a sus demonios hasta alcanzar la paz.

“Hurry Up Tomorrow” es la luz al final del túnel: el último tramo de un viaje iniciático que podría guardar cierta inspiración en el periplo infernal de Dante en “La divina comedia”. Como el gran poeta italiano, The Weeknd se ve abocado a atravesar el umbral de la muerte para alejarse de la perdición, de esa huida nihilista hacia el placer vacuo. Pero esta tercera parte de la historia no lo lleva al cielo, sino a la nada; un vacío oscuro, frío y húmedo que agranda las sombras de la fama y del fantasma de la adicción, sin miedo a regodearse en la banalidad, el ego desmedido y el ensimismamiento, y que multiplica las voces en su cabeza como una cámara de eco.

Su epifanía no está en encontrar a Dios, sino en afrontar el trauma y lograr desprenderse de la máscara que fabricó para convertirse en un ídolo. Cae la careta y Tesfaye mira directamente a cámara con ojos vidriosos para revivir su momento más frágil: la noche del 3 de septiembre de 2022, cuando perdió la voz en un estadio de Inglewood, California, delante de 80.000 personas.

Aquella noche es una pesadilla recurrente que acecha en muchas de las esquinas de “Hurry Up Tomorrow”. Tesfaye la revive una y otra vez, convirtiendo este disco en una ventana a la psicología y los estragos de la ambición sin medida, de la mecánica de la industria del pop, como también lo fue (con todos sus peros) “The Idol”, la serie que creó para HBO y que coprotagonizó con Lily-Rose Depp. Este es, por tanto, un álbum levantado sobre una emoción real, cruda y extrema como nunca antes en su carrera.

Todo en “Hurry Up Tomorrow” es pura apología del exceso, desde el dramatismo y la grandilocuencia de los sintetizadores –un tour de force apoteósico entre Daniel Lopatin (Oneohtrix Point Never) y Mike Dean (dos de los mejores productores del momento en pleno estado de forma)– a la magnitud del proyecto, que roza los noventa minutos en su versión íntegra y cuenta con múltiples primeras ediciones físicas paralelas, con una secuencia distinta, de mitad de duración y dos temas extra, con portadas alternativas a cargo de artistas tan visionarios e icónicos como Frank Miller, Harmony Korine, Hajime Sorayama o Jean-Michel Basquiat (de quien se ha licenciado un boceto que creó cuando tenía 17 años). También se ha rodado una película que complementa y expande la temática del álbum, dirigida por Trey Edward Shults, aún por estrenarse y que el mismo Tesfaye coprotagonizará con Jenna Ortega y Barry Keoghan.

Pero al margen de todo el presupuesto y la parafernalia, lo que realmente sobresale en “Hurry Up Tomorrow” es la música. Y la verdad es que esta es la versión más épica y extrema, pero también más certera y estilizada, de The Weeknd; la cima de un legado al que él alude en los primeros versos de “Wake Me Up”, que da comienzo al álbum con una melodía alzada sobre cuerdas y sintetizadores de tintes casi operísticos que rememora la intro del tema principal que Giorgio Moroder ideó para “Scarface” (1983). La voz de Tesfaye despliega toda su envergadura justo antes de que Justice dispensen un ritmo irresistible que se confunde con el que Quincy Jones fabricó para “Thriller” de Michael Jackson. Es una jugada maestra por parte de Tesfaye, que ya abrió “Echoes Of Silence” (2011) con una versión de “Dirty Diana”, porque al mirarse tan descaradamente en el espejo de su mayor influencia, palpable en su voz, su estilo y su querencia desde el origen de The Weeknd, no solo logra resaltar todo lo que le hace único, sino que demuestra que merece medirse frente a aquel gigante del pop.

Hasta ahora, The Weeknd había afinado el tiro en sus mejores discos cuando se ceñía a una paleta estilística, como en el eternamente infravalorado “Kiss Land” (2013), el EP “My Dear Melancholy,” (2018) o “Dawn FM”. El tumulto de ritmos, géneros y referencias de “Hurry Up Tomorrow” lo emparenta más con “Beauty Behind The Madness” (2015) o “After Hours”, superándolos y convirtiéndolo en un monstruo de muchas cabezas capaz de aunar la perfección pop, la factura retro y el brillo de celuloide de las magníficas “Baptized In Fear”, “Open Hearts”, “Take Me Back To LA” o “Give Me Mercy” con un bloque central anclado en ritmos hip hop que cede asiento a sus raperos favoritos (Playboi Carti, Future y Travis Scott) e incursiones en sonidos totalmente inéditos en él como el baile funk brasilero (“São Paulo”, puro fuego, con Anitta echando el resto) o la segunda mitad al piano de “Given Up On Me”, que invoca la elegancia eterna de los estándares de jazz norteamericanos después de que irrumpa ese sample de “On The Way” de Chicago Gangsters.

Tesfaye también se entrega a baladas completamente over the top como “Big Sleep”, con un recitado vocoderizado de Moroder y una intro que reformula un fragmento de su banda sonora para “El expreso de medianoche” (1978), el tema que cierra y da título al disco, “Red Terror” o “The Abyss”, que se recrea en la tentación de dejarlo todo justo en la cúspide del éxito, con Lana Del Rey en su registro más pomposo y exagerado, pero también más auténtico, en un momento inolvidable de un álbum que en realidad no deja de mantenerse álgido a lo largo de casi hora y media. Porque eso es lo que realmente impresiona de “Hurry Up Tomorrow”: que sea capaz de bombear el mismo caudal de adrenalina, euforia y desasosiego durante todo su minutaje y que lo haga revelando brillos desconocidos en esa fórmula infalible de R&B cromado y fantasías tóxicas que The Weeknd lleva años dominando. Es ahora, justo cuando parece abocado a darle la espalda a todo lo que ha conseguido, cuando ha dado con el blockbuster pop definitivo. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados