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Ethiopian Hit Parade 2Heavenly Sweetness, 2021

La celebérrima colección “Ethiopiques” ha servido para dar a conocer la música etíope, tanto la modernizada, vía jazz y funk, como la tradicional de los trovadores azmari. Pero la mayoría de discos son recopilaciones, confeccionadas por el eminente productor Francis Falceto, rescatando del olvido discos realizados por diversos sellos en la edad de oro de los primeros años setenta del siglo pasado en Addis Abeba, la época final del mítico emperador Haile Selassie.

En el bullicio musical del momento destacó un nombre, Amha Eshèté (1948-2021), el primer productor independiente de Etiopía y fundador de Amha Records. Entre 1969 y 1975 editó un centenar de singles y un puñado de álbumes. A pesar de ser un divulgador y un innovador, su obra se vio boicoteada por la junta militar posterior al Negus y en los años noventa se tuvo que exiliar a Estados Unidos.

Su primer single, de ALÈMAYÈHU ESHÈTÉ, fabricado en la India en 1969, significó el inicio de la era del pop etíope en vinilo. Este cantante de voz jonda –fallecido el 2 de septiembre, a los 80 años, en Addis-Abeba– era un fijo de la casa, que ya aparecía en el primero de los cinco recopilatorios originales, publicados entre 1972 y 1973 y aglutinadores de sus mejores singles, que son reeditados ahora por primera vez en vinilo. En el primero, “Ethiopian Hit Parade 1” (1972; reedición en 2016), se incluye el seminal éxito “Addis Abèba bété”, una joya del ethio-jazz. En el recién publicado segundo volumen de la colección, también original de 1972 –que respeta la tipografía amhárica original y un diseño gráfico que resulta ultramoderno–, Alèmayèhu aparece en dos cortes, entre los que destaca el impronunciable “Altèlèyèshegnem”, una maravilla lounge exótica, cadenciosa y digna del mejor crooner.

Redescubrir estas canciones en su formato original sirve para contextualizar la importancia de Amha Eshèté como cazatalentos y productor, con un cool look juvenil a la manera de los productores de la Motown y Stax. Supo adaptar jazz, soul y música afroamericana a un contexto puramente tradicional, teniendo en cuenta que este segmento, tratándose de un país con más de 150 etnias y tribus, es muy rico. Se trataba de respetar lo propio pero haciéndolo avanzar, tal como requerían los tiempos, en una apertura de miras que tiene un logro espectacular en el tema que abre esta colección de singles, “Tezeta” (nostalgia), cortesía de GETACHEW KASSA y la Shèbèllé’s Band, cuyas “Slow Version & Fast Version” se empalman en nueve minutos de pura ambrosía, con el ethio-jazz embriagado por la psicodelia de guitarras siderales y la jondura vocal de una música enraizada en la noche de los tiempos. Una fantasía que desearías que no se acabara nunca, con órganos llenos de groove y guitarras explosivas. Es un estado de ánimo y un sonido que incluso ha influenciado a rockeros como King Gizzard & The Lizard Wizard; a su vez Hailu Mergia también tiene un álbum llamado “Tezeta”, y no falta tampoco la aproximación a la tezeta del maestro MULATU ASTATKE, que aporta a este hit parade el instrumental “Munaye”. Otro momento destacado es a cargo de MULÙQEN MÈLLÈSSÈ, cuyo “Enbáyen terègiw” suena a esplendido soul vintage etíope.

Combinando melismas vocales y ritmo tribal, MENELIK WESNATCHEW consigue en “Bèlèw bèdubaye” que el folclore suene futurista, con unas percusiones rituales y un saxo que es puro misterio. El valor artístico e histórico de estas grabaciones logra otro hito con el swing del superlativo crooner TESHOMÈ METEKU, que convierte “Mot adèladayou” en una mezcla de torch song y ethio-jazz. Por no hablar de ESSATU TÈSSÈMA & SÈYFU YOHANNÈS, que insuflan a “Feqer bèqumèna” aliento post-folk. Todo ello confiere al trabajo de Amha Eshèté una rara y compleja modernidad. Esperemos no tardar otros cuatro años a ver publicado el tercer volumen de una colección que es muy difícil, por no decir imposible, encontrar en su versión original debido a que solo se hicieron tiradas locales muy cortas. ∎

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