Álbum

VVV [Trippin’you]

VaciadorHelsinkipro, 2023

La forma de enfocar el arte de VVV [Trippin’you] es como un combate a vida o muerte. “Morir matando”, como canta repetidamente Adrián Bremner en “KLF”. Lo ponen de manifiesto desde el intensísismo arranque con el “Toda la puta vida igual” de “Zugwang”, y la sensación de angustia frenética no decae en ningún momento, al menos hasta el instrumental final, “Ctrl +Alt + Supr”, que es como el momento de bajada y reflexión tras toda la rave. Ese baile de la desesperación se sitúa aparentemente en Vaciador 34, un centro social autogestionado del barrio madrileño de Carabanchel que acabó desapareciendo para convertirse en un edificio de oficinas. Bremner, Elinor Almenara y Salva Urbaneja rinden tributo a aquel lugar, o a su fantasma, en el título de su cuarto álbum y no sé hasta qué punto en su contenido. Esto lo veo un poco más claro en “Bellver”, en líneas como “Por mi forma de querer / tu forma de que te quieran / Fuimos toda la belleza / de un accidente a cámara lenta”. Pero, en general, tengo la sensación de que, en las canciones, todo el tiempo están estallando referencias que desconozco, bromas privadas, claves íntimas, también samples y homenajes que invitan a la prospección en busca de la ampliación de universos.

El trío del sur de Madrid sigue tirando de todo tipo de influencias de electrónica degenerada, sumando al festín a productores de la talla de Cernadas –que es quien interviene en más cortes–, One Path, Miguel Grimaldo, Inner Cut, Adolfo Párraga, Marco Henri y Jules LeYoungler. Tal plétora de nombres no lleva a la dispersión del resultado, sino a todo lo contrario. Hay un claro sentido interno que se percibe a lo largo del álbum, al igual que los textos, absolutamente frontales en esa expresión del “grito vivencial” al que Bremner aludió en una entrevista anterior. Hay también reivindicaciones generacionales y posicionamientos tan claros como el de “Mediocres y agresivos”. Entre luces estroboscópicas y drogas sintéticas, “Vaciador” invoca a una revolución de los despojados (jóvenes, precarios, sin hogar, sin futuro) en forma de danza nihilista y, al tiempo, romántica. Se entregan a una pulsión autodestructiva y, a la vez, catártica. Ellos dicen que suenan a violencia, amor y euforia, y no se equivocan. Sus demoledores conciertos lo atestiguan con creces. ¡Qué necesaria es la existencia de grupos como este! ∎

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