“Cruel Country” (2022), publicado el año pasado, fue un álbum inusualmente convencional. Un disco de tacto agradable y poso funcionarial, country-rock gran reserva sin demasiadas complicaciones, con el que Wilco se tomaban un descanso de sí mismos tras un par de décadas en el alambre y en el ojo del huracán. El respiro, sin embargo, ha durado poco, apenas un suspiro, y “Cousin”, el álbum que hace trece en la carrera de los de Chicago, recupera el gusto por la aventura y la experimentación. Así que vuelven las guitarras crepitantes y saturadas, los loops de ritmo, el burbujeo electrónico. Vuelven, en fin, los Wilco más apetecibles y sugerentes, aunque algo cambiados.
El espíritu, la melancolía acerada y fantasmal de “Cousin”, sintoniza a la perfección con “Yankee Hotel Foxtrot” (2002) y “A Ghost Is Born” (2004), pero el acabado es diferente. Jeff Tweedy, 56 años y en aparente paz consigo mismo, pilota la nave y canaliza tensiones y ansiedades, pero se nota la mano, el asomarse al fondo de armario con ojos nuevos y otras inquietudes, de Cate Le Bon. La galesa, que viene de trabajar con John Grant, Devendra Banhart y Deerhunter, ha tomado las riendas de la producción y, como reconoce el propio Tweedy, les ha empujado a tomar algún riesgo más del que tomarían ellos solos. Ahí está, nada más entrar en faena, la montaña rusa de electricidad estática, metrónomo omnipresente y voz agónica de “Infinite Surprise”. O, por seguir tirando del hilo del riesgo renovado, el enjambre de cuerdas de “Ten Dead”, eco de un tiroteo masivo que suena como si alguien estuviese arañando un ataúd desde dentro.
¿Más? El crepitar contrahecho de “Sunlight Ends”, con esa caja de ritmos que avanza a trompicones; el ímpetu new wave que se intuye en “Cousin”; el frondoso diálogo de guitarras de esa “A Bowl And A Pudding” que parece retomarlo justo donde lo dejó “Muzzle Of Bees”; el crescendo deliberadamente interruptus de “Pittsburgh”... Los Wilco de siempre, pero con juguetes nuevos y ambiciones sonoras ligeramente renovadas. Así, melodías marca de la casa como la estupenda “Soldier Child” no hubiese desentonado, con unos ropajes algo más brillantes, en las filas de “Summerteeth” (1999).
“Cada día es más largo que el anterior / Quedan menos, cada vez menos, te necesito más”, canta Tweedy en la adhesiva “Meant To Be”, la más redonda del lote y la que recuerda que nada de todo lo anterior tendría demasiado sentido si las canciones no acompañasen. Y, entre tribulaciones de hombre y maduro y melancólico a jornada completa, entre sintetizadores, pianos flotantes y slides panorámicas como los de la setentera y deliciosa “Evicted”, los de Chicago vuelven a hacer diana equilibrando a la perfección el fondo y la forma. Queda aún lejos de su gran trilogía americana, pero es sin duda uno de los trabajos más estimulantes y atrevidos que han entregado en los últimos años. ∎