Wolf Alice siempre ha sido un grupo con nostalgia por lo no vivido. Durante un tiempo, se debatieron entre el dream pop de los ochenta (Cocteau Twins en cabeza) y el grunge de los noventa (especial conexión Smashing Pumpkins), con algunos toques del punk riot grrrl de esa misma última década, en la que los miembros del grupo todavía eran bebés. De modo que a nadie debería sorprenderle el giro a los setenta de “The Clearing”; menos todavía si se hace una escucha de repaso a “Blue Weekend” (2021), su anterior disco, con un tema tan soft rock (tan Fleetwood Mac) como “How Can I Make It Ok?”.
Grabado con el veterano hitmaker Greg Kurstin (Adele, Sia, Paul McCartney) y publicado no por Dirty Hit, sino por RCA, “The Clearing” tiene bastante de ejercicio de estilo retro; si nos ponemos descreídos, incluso se podría observar como un intento de ampliar su target demográfico a los suscriptores de ‘Mojo’. Pero no es exactamente un baile de disfraces nostálgico. Pese a lo que pueda sugerir la portada, todavía no se han convertido en The Darkness. Siguen sonando actuales, aunque lo que antes era pop-rock visceral y de bordes borrosos suena ahora más calculado.
En su nuevo sello deben estar contentos, porque en lugar de mirar hacia Slowdive, Wolf Alice se fijan ahora en una referencia tan en boga (Sabrina Carpenter o Debbii Dawson la están explotando sabiamente) como ABBA: “Thorns” tiene el empuje melódico y las armonías vocales del icono pop sueco. “Bloom Baby Bloom” ya es más rock, incluso hard rock en el prestribillo, pero cuenta con un estribillo dream propio de los Wolf Alice de toda la vida. Pero no es hasta justo después, con “Just Two Girls”, cuando podemos hablar realmente de primer gran hit: el equipo formado por Clairo con Leon Michels tiene competencia dura en la carrera por el mejor pop retroactual. “Passenger Seat”, de lo más deliberadamente vintage, arranca un poco en clave “‘Heroes’” antes de convertir a Rowsell en nueva Stevie Nicks.
Desdibujando la previsión de un álbum a base de riffs lúdicos y trote glam, “Leaning Against The Wall” tuerce del folk-pop al synthpop en un estribillo que no parece producido por Greg Kurstin sino por William Orbit. Interesante mutación para una canción sobre un amor más grande que el cosmos: “Pones mi mundo en cámara lenta / Pones mi nombre en luces arriba”.
Esta última canción es un raro caso de canción de amor en un disco preocupado, sobre todo, por el crecimiento individual sin cadenas, sin que sea otra persona la que nos acabe de definir. Rowsell parece cansada de ser copiloto en “Passenger Seat” y aspira a evolucionar y crecer en sus propios términos, cueste lo que cueste. “En la salud y en la enfermedad / prometo amarme y cuidarme a mí misma”, canta en una “Play It Out” con aires de canción de cuna, aunque en la letra sugiera tener relativo interés por la maternidad. “Quiero asentarme, enamorarme”, reconoce en la estupenda “The Sofa”, antes de añadir: “Pero, a veces, solo quiero follar”. ∎