Álbum

Zephyr Lake

Feel The Flesh Rude Mental, 2021

Voy a hacer una confesión importante. Macerad esta frase con unos segundos de solemnidad. Voy a hablaros desde lo experiencial, porque ya se ha resquebrajado la supuesta imparcialidad del discurso periodístico hegemónico en favor de las crónicas personales –y también comunitarias– de la alteridad. Me enamoré de Zephyr Lake hace una década, con su EP de debut “Summer Whim” (2011). Con ellos aprendí de la autogestión, de grabarse en un local de ensayo poblado de cucarachas y de cómo extorsionar el equipo técnico disponible hasta sacarle el jugo lo-fi de la emoción. Victor Saldaña y Denís Duarte de Zephyr Lake son los jefes de Janowski Studio, nuestro local infecto, donde se ha producido a Biznaga, Mujeres, Aliment, Luces Negras, Gaua, Las Grietas, Primer Infant… y un line-up considerable de bandas. Algunas ya copan nuestras listas y festivales nacionales, y otras están a punto de hacerlo.

Zephyr Lake se situarían ahora mismo entre estos headliners (si la industria estatal los hubiera descubierto). Pero este cuarteto de melomaníacos –en el sentido musical– pasa de promos y solo se preocupa de zurcir sus mejores canciones. Sea con esta banda o con su larguísima discografía de proyectos paralelos (coged aire que se viene otra lista): Reaction-Reaction!, heads and heads, Golpe Mortal, The Destroyed Room, Sictor Valdaña & The Check This Outs (¡eh!, aquí estaba yo), Siega, Taurons, Merda, Ok Socks, Cadena... Un must en todos los festivales de punk DIY más digger.

Con su quinto álbum de estudio –o mejor dicho, de local–, “Feel The Flesh”, celebran sus once años de trayectoría sintetizando el mejor punk rock, post-hardcore e indie rock noventero a la americana. Ningún título más apropiado; son géneros que nos escuecen la carne. No esconden sus influencias: “Face To Face”, el sencillo de adelanto, toma nombre de la banda de Victorville (California) que les motivó su sonido. En “The Fuzz” escuchamos a los neoyorquinos Warthog, “Sun Rays” es Rancid, “Red Thread” son los Black Flag de Keith Morris y “Kowloon” toma la parte más melódica de Hüsker Dü. “Horseshoes” replica un ralentí de batería muy propio de Jawbreaker y en “Sensory Overload”, con una instrumental a lo Sebadoh, hay guiños a Bad Religion y a la propia banda (“Are you humming that old Zephyr song”), rompiendo así la cuarta pared.

Es lo mejor que puede pedir una a las canciones, que tengan ese pegamento que te obliga a tararearlas. Ese empuje que mueve cuerpos a ritmo de bajo y a cada arañazo de las guitarras. Como en el libro de Michael Azerrad, esta banda podría ser nuestra vida. Las comparaciones son odiosas, pero en esta ocasión les hacen justicia: Zephyr Lake siempre han estado a la altura. Por supuesto, y como buenos productores, han escondido algunos secretos en las pistas. Probad a escuchar “You’re Owned” en mono y luego en estéreo. Una audición atenta siempre tiene recompensa. Y, en este caso, encontraréis un álbum rebosante de material cortante, un buen combustible. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados