Altibajos y reconocimiento.
Altibajos y reconocimiento.

En portada

Baxter Dury

Contra la interpretación

Fotos: Tom Beard

18.11.2025

“Allbarone”, el noveno álbum de este músico británico, lo consolida tras más de dos décadas de una trayectoria que siempre ha estado un tanto en la sombra, pero con un decente nivel de reconocimiento. La complicidad de Paul Epworth en una producción gloriosamente electrónica es factor determinante, pero también los textos de un músico que prefiere no dar demasiadas explicaciones sobre ello. El 8 de diciembre lo presentará en Barcelona (Razzmatazz 2) y 9 en Madrid (But).

B

axter Dury (Wingrave, 1971) ha vivido lo suyo, pero puede que su trayectoria no haya sido la que de él se esperaría. Aunque en el 98% de las cosas que se han escrito sobre él, siempre se haga referencia a que es el hijo del mitificado Ian Dury (1942-2000), lo cierto es que nunca ha sentido que debiera despojarse de la sombra de su padre. Baxter lo ha asumido, llegó a aceptar que, en parte, está ahí porque tiene mucho de nepo baby, pero al tiempo ha construido una carrera discográfica de casi 25 años en la que, desde el principio, fue dando forma a su propio carácter artístico.

Es cierto que nunca ha llegado a despuntar mucho a nivel popular, pero siempre se ha mantenido a un razonable nivel de admiración y respeto por parte de músicos, críticos y gente de la industria. Aquel chico que creció escuchando jazz y funk en su infancia porque su padre lo había educado en el odio a The Beatles y al rock blanco se ha erigido en un crooner del siglo XXI con un estilo profundamente personal. A menudo se le compara con Serge Gainsbourg y, de hecho, su música ha sido mejor recibida en Francia que en ningún otro lugar, pero también esgrime con maestría esa flema sardónica tan británica. No se aleja demasiado de lo que hace su amigo Jarvis Cocker o de un Neil Hannon (The Divine Comedy) a quien me ha recordado bastante, por cierto, con sus fotos trajeado por Venecia que le han hecho para la promo de su nuevo álbum, “Allbarone” (Heavenly- [PIAS] Ibero América, 2025). La principal diferencia era que, si Hannon se lanzaba a reivindicar un romanticismo de vieja escuela en “Casanova” (1996), Dury es mucho más cáustico. Se posiciona como cronista de ciertos vicios y soledades contemporáneas y se lanza hacia unos contrastes que parecen replicar los de su propia vida.

“Allbarone”: vídeo realizado por Tom Beard.

Porque, como él ha declarado muchas veces, su familia era de pura clase obrera pero, al mismo tiempo, acabó formando parte de una élite artístico-bohemia. Esa tensión siempre ha estado presente en su música, que muestra cierta actitud displicente de clase media y, al mismo tiempo, la ataca con la virulencia verborreica de unos Sleaford Mods en temas como “Return Of The Sharp Heads”. La influencia es mutua, por cierto, pues Jason Williamson ya citó a nuestro protagonista en su canción “Wack It Up Bruv” (2009): “A big shout out to Baxter Dury, the originator / Francesca’s party? I know what you’re saying, mate / Tippin’ up to some doo, powder everywhere / Birds gettin’ off with birds / It’s the only thing they wanna do”.

El noveno álbum de Dury es el mejor de una trayectoria que, lentamente, no ha parado de ascender. “La cosa es seguir a gente que disco a disco no te defraude. Y Dury se vuelve intrigante por muchas cosas. Y no sabes del todo bien ni cómo ni por qué. Y lo que es mejor, ni falta que hace”, dice el experiodista Javier Romero, con quien empecé a escribir de música en el desaparecido ‘Diario 16’, en un grupo de amigos en WhatsApp. Realmente, da en el clavo. Sobre todo porque, aunque uno quiera ahondar en profundidad en la vida y obra del autor para hacer una exégesis atinada, puede darse de bruces con que él no esté tanto por la labor.

Al iniciar la videollamada, desde su hogar en Londres, Baxter se muestra amable pero lo primero que dice al presentarnos es que está un poco cansado. Rápidamente advertiré que las mejores frases y las explicaciones generosas ya se las ha dado a los medios británicos, y que para los continentales nos quedan las migajas, el“no me hagas volver a hablar una vez más de las mismas cosas”. Comienzo comentándole que esta es la segunda vez que lo entrevisto. La primera fue en persona, en Madrid, cuando él acababa de publicar su primer álbum, “Len Parrot’s Memorial Lift” (Rough Trade, 2002), y yo empezaba a colaborar en Rockdelux. ¡Cuánto tiempo y cuántas cosas han pasado desde entonces! Pero él solo mira y escucha, no me sigue el rollo.

De buena estirpe.
De buena estirpe.

Estaba pensando que tus últimos álbumes suenan mucho a música de hombres de mediana edad, pero ahora me doy cuenta de que tal vez era así ya al principio, porque tenías 30 años cuando empezaste.

Bueno, no creo que sea así. Es cierto que yo no era tan joven, pero esa no es la cuestión.

¿Intentas sonar como otra persona, entonces?

No, no se trata de intentarlo. Si una persona mayor dirige una película, ¿eso la hace una película de mediana edad? No, es una obra de arte, ¿sabes lo que quiero decir? Simplemente puede suceder que una persona de mediana edad pueda hacer lo que le apetezca. Y si estás pensando en nuestro público, realmente es bastante intergeneracional, así que creo que esto es solo como tú has interpretado las cosas.

Después de todo estos años, ¿cuál es tu principal motivación para continuar haciendo música?

Bueno, hay varios motivos. A veces, porque artísticamente tienes ese deseo, a veces porque tienes que pagar la factura del gas. A veces es debido a un cúmulo de obligaciones. No todas son artísticas, pero algunas lo son.

De este nuevo álbum me encantan la atmósfera y los personajes. Por él aparecen muchas habitaciones de hotel, clubes nocturnos, luces de neón, ciudades diferentes tanto en Reino Unido como en Europa continental, referencias a lugares reales como el Berghain de Berlín. ¿De dónde vienen estas historias? ¿Es pura imaginación o son personajes que has conocido, situaciones que has vivido?

Es una combinación de cosas. Vives la vida en la carretera y tomas pequeñas instantáneas de las experiencias. Es como un mosaico de inspiraciones, algunas son ficción, otras son reales y ficticias al mismo tiempo. Es una forma de arte surrealista, así que no estaba tratando de ser demasiado honesto, sino que es algo bastante más vano.



“Vives la vida en la carretera y tomas pequeñas instantáneas de las experiencias. Es como un mosaico de inspiraciones, algunas son ficción, otras son reales y ficticias al mismo tiempo. Es una forma de arte surrealista, así que no estaba tratando de ser demasiado honesto”



He leído que escribiste las letras muy rápidamente, no sé si por flujo de conciencia, e inspirado por la música que creaba Paul Epworth en el momento. ¿El proceso de composición ha cambiado mucho para ti en este álbum?

No realmente, no. Tuve a otra persona ahí que me ayudó con mucha confianza. Esa fue la única diferencia, pero, aparte de eso, ha sido exactamente lo mismo. No me permití tener muchas dudas en ninguna parte del proceso porque Paul Epworth tan solo lo empezaba y lo terminaba.

La mayoría de los personajes en el álbum son hombres que no resultan necesariamente agradables. Percibo cierta crítica irónica a determinados aspectos de la masculini...

(Interrumpe). Creo que deberías cambiar tu interpretación. Yo no creo que sea así.

Pues mi siguiente pregunta era sobre si evitabas juzgar a tus personajes. No sé si tienes algo que comentar al respecto.

Bueno, no soy como un novelista, no les doy tanto peso o relevancia. Son simplemente letras de canciones. Es todo un sueño semiautobiográfico, un sueño de consciencia que se infiltra en la verdad cada vez que ocurre. Lo pongo todo en un potaje abstracto y no tiene sentido y no me importa. ¿Es eso agradable o no? Yo no tenía la intención de que fuese ni lo uno ni lo otro. Tal vez algunas cosas... Tal vez a veces nos vemos a nosotros mismos y no nos gusta lo que vemos.

En la crítica del disco para esta revista mi compañera Laia Marsal escribe que “consigue que te rías de lo que duele y que bailes con lo que incomoda”. ¿Era eso algo que tú buscabas?

Es una buena forma de explicarlo. En realidad, cuando estás haciendo discos con un plazo y con todo el estrés asociado, no piensas mucho en el impacto o los parámetros de lo que estás haciendo. Solo lo estás haciendo. Solo estás agarrando lo que hay dentro de ti y lo estás rompiendo. Y luego te tiras un año y medio hablando de eso. La forma y las implicaciones de lo que estabas diciendo es algo que toma su apariencia tiempo después, pero, en mi caso, no había ningún gran proyecto o mensaje.

Foco de baile.
Foco de baile.

¿Te sorprendió mucho que Paul Epworth, con todo su currículo en las grandes ligas (Florence + The Machine, Bruno Mars, Paul McCartney, Coldplay...), quisiera trabajar contigo?

No me sorprendió. Lo estaba esperando.

¿Qué te gustó más de la experiencia de grabar este disco con él? ¿Qué fue lo más importante o sorprendente para ti?

La comida.

¿La comida?

Sí, era muy pija. Pero todo fue excelente. Paul es un tipo fantástico y nos llevamos muy bien. No hubo ningún problema. Me gustó la música que creamos, le gustó también a él, y vivimos unos días increíbles.

No es la primera vez que tiras hacia la música de baile y el pop electrónico, pero esto es lo más techno que has hecho nunca. ¿Influyó en ello tu colaboración previa con Fred again.. en el tema “Baxter (These Are My Friends)”, de 2021?

Un poco, sí. Empezamos a tocar la canción de Fred en nuestros conciertos en vivo y vimos la reacción de la gente, que era muy distinta. Tiene un sonido moderno y es un poco más rápida de lo que yo suelo hacer, así que, en ese sentido, me di cuenta del poder que significaba cambiar el ritmo.

¿Cómo vas a llevar este sonido a los próximos conciertos?

Estoy trabajando con la banda y creo que va a funcionar muy bien, con un aspecto medio teatral.



“El electroclash no fue algo que usáramos como referente, pero creo que se hizo más evidente después de finalizado el disco. Es cierto que suena similar y creo que usamos los mismos elementos que ellos. No fue intencionado, pero tampoco me sorprende que suene así”



Empezaste tu carrera al mismo tiempo que estaba de moda aquel estilo que se denominó electroclash. No sé si te gustaba, pero “Allbarone” me recuerda un poco a ello, sobre todo a la parte más europea y decadente que cultivaba gente como Gonzales.

No fue algo que usáramos como referente, pero creo que se hizo más evidente después de finalizado el disco. Es cierto que suena similar y creo que usamos los mismos elementos que ellos. No fue intencionado, pero tampoco me sorprende que suene así, porque muestra el encuentro entre el sonido de una banda y la música electrónica.

¿Trabajarás con Paul Epworth de nuevo?

Sí, sin ninguna duda. Estoy seguro de que lo haré… Si puedo pagarlo.

Ya, las comidas tan pijas y todo eso, supongo que es muy caro.

Sí, claro, lo es. ∎

Un músico de músicos

Baxter Dury es un músico muy bien relacionado dentro de la comunidad musical británica. Como decía antes, es amigo personal de Jarvis Cocker, con quien ha colaborado varias veces y con quien ha pinchado en algún club en París. En su lustrosa agenda de contactos –con algunos ha colaborado y con otros no– figuran nombres pertenecientes a diversos ámbitos y generaciones: Richard Hawley, Geoff Barrow y Adrian Utley de Portishead, Damon Reece y Mike Mooney de Spiritualized, Rose Elinor Dougall, Fat White Family, KNEECAP, Parquet Courts o English Teacher, además de Fred again.. En 2018, Heavenly publicó el álbum, “B.E.D.”, realizado junto el mito house francés Étienne de Crecy y una cantante desconocida del norte de Londres, Delilah Holliday. Y en sus dos últimos álbumes es fundamental el papel como contrapunto vocal de JGrrey, una joven promesa del neosoul que llegó a telonear a Billie Eilish. El propio Dury ha sido telonero de Noel Gallagher, de Primal Scream y de Pulp, y también consiguió que Jason Williamson, de Sleaford Mods, escribiese una nota de prensa en la que lo definía como una fusión entre un oso de peluche y el actor Peter O’Toole.

En vista de esto, me atrevo a sugerir la idea de si el mundo propio de los músicos podría ser diferente al mundo real, un microcosmos aislado que pudiese acabar influyendo en el contenido de las canciones.“Bueno, a muchos de ellos les digo ‘hola’, pero en realidad no los conozco tan bien, así que no sé muy bien cómo responder a esa pregunta. ¿Intentas decirme, por ejemplo, que si quedo para salir por ahí con KNEECAP, eso arruinará mis oportunidades de ser creativo? ¿Por qué? Si quisiera, podría escribir una canción sobre KNEECAP, pero no tendría la menor importancia. Uno nunca debe autocensurarse, debe sentirse libre de escribir sobre cualquier cosa. Todo depende de lo buen escritor que seas y de lo interesante que pueda ser esa persona con la que te has encontrado. Pero si necesitas que las personas con las que andas tengan que ser buenos personajes para que tus letras sean buenas, entonces no eres muy bueno escribiendo”, explica el músico ante una pregunta que, previamente, intenté formular de varias maneras diferentes pero, probablemente, no era buena en ninguna de sus formas. ∎

Negocios de familia

En los créditos de “Allbarone” figura el nombre de Kosmo Dury, concretamente haciendo voces en el tema “Mr. W4”. Se trata del hijo del cantante, que nació en 2002, poco antes de que se publicara “Len’s Parrot Memorial Lift”, y que tiene un linaje todavía más lustroso, ya que es bisnieto, por parte materna, del cineasta Zoltan Korda. No es la primera vez que Kosmo colabora con su padre: ya lo hizo en el single “Celebrate Me” en 2023. “Cuando yo estoy atrapado, él es un músico muy eficiente, así que le pido que escriba algo. Es muy esforzado”, explica un hombre orgulloso que, al mismo tiempo, duda de que su hijo vaya a seguir una carrera en la música, y asegura que tampoco piensa hacer nada por inculcarlo.

El debut de Baxter sobre un escenario se produjo en el funeral de su padre, en el año 2000. Allí, como homenaje, cantó “My Old Man”, un tema que Ian Dury había dedicado a su propio padre, que era un conductor de autobús. La canción, cargada de emoción, finalizaba con estas líneas: “Died before we’d done much talking, relations had begun / All the while we thought about each other / All the best, mate, from your son / All the best, mate, from your son”. Para más conexiones, aquel era el cuarto corte de “New Boots And Panties!!” (1977), el álbum de Ian Dury & The Blockheads en cuya portada un Baxter de 5 años aparecía posando junto a su padre. “Las estirpes musicales son muy poco frecuentes, ¿no? Muchas familias de actores de teatro pasan el testigo, y es algo aceptado, pero es un puto milagro si ocurre en una familia de músicos”, declaraba a ‘The Guardian’ en 2005.

Pero Baxter estuvo muy a punto de no serlo, pese a tenerlo todo a favor para ello. Prácticamente creció en la carretera, acompañando a su padre en las giras que este hacía con Kilburn & The High Roads y luego con The Blockheads, y llevó una vida muy errática. A los 15 años dejó la escuela. Justo en aquel momento, Ian se fue al rodaje de “Piratas” (Roman Polanski, 1986), donde interpretaba un papel, y el adolescente Baxter quedó al cuidado de su roadie, Peter Rush, conocido como The Suphate Stranger: un personaje tan novelesco que el propio Polanski también le podría haber dedicado un filme, según se deduce de las cosas que Baxter narra en su libro autobiográfico “Chaise Longue” (Corsair, 2021; aún no traducido al español).

Al entrar en la veintena, nuestro protagonista se descarrió todavía más. Se matriculó temporalmente en otra escuela, de la que lo expulsaron por vender drogas. Trabajó en una tienda de relojes y como asistente en un reality show televisivo, se fue a Nueva York a estudiar cine y vivió seis meses en Barcelona impartiendo clases de inglés. Pero también fue en esa época cuando empezó a hacer sus primeros pinitos musicales con su amigo Ben Gallagher, otro hijo de un Blockhead (Mickey Gallager, quien también tocó teclados en The Clash). De hecho, una de las anécdotas más descacharrantes de esa etapa vital de Baxter es cuando, en una fiesta en una casa, Ben y él, completamente fumados y borrachos, subieron al tejado y se pusieron a orinar desde allí… sin darse cuenta de que la meada estaba cayendo sobre las cabezas de Mickey y de Joe Strummer. Aquellas canciones, sin embargo, no llegaron a ninguna parte. Pero, precisamente, tras la interpretación de “My Old Man”, la industria empezó a interesarse en el potencial de este chico sin siquiera haber escuchado su propio material. Rough Trade le ofreció su primer contrato y, en 2001, publicó el EP “Oscar Brown” e inició una carrera libérrima que, de momento, lo lleva hasta aquí. ∎

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