eff Tweedy está en un buen momento, artístico y personal. Sin demasiada pompa, su reciente álbum triple, “Twilight Override” (dBpm, 2025), muestra su magnífico estado creativo y sugiere, a sus 58 años, una aceptación, una reconciliación consigo mismo y con la vida después de todas las etapas oscuras por las que ha pasado. Al principio iba a ser un trabajo conceptual sobre el ayer, el presente y el porvenir, pero todo se terminó confundiendo en una suerte de road movie vital plagada de desvíos hacia todos esos lugares, pero siempre emprendidos desde una calma amable. Así se muestra él también desde una de sus casas en el estado de Michigan, atendiendo la videollamada con una sonrisa cálida y una predisposición a abrirse y explayarse ante todas las preguntas.
La conversación se desarrolla durante un descanso en medio de la gira de presentación de este disco, que arrancó en septiembre y que lo traerá el 11 de febrero de 2026 a Madrid (Teatro Eslava) y el 12 a Barcelona (Paral·lel 62).“El tour está siendo muy emocionante, estamos sonando muy bien y es realmente reconfortante; está siendo una gran experiencia para mí”, explica con entusiasmo. Es interesante recalcar que, a diferencia de otras ocasiones, no es una gira acústica de un solo hombre, sino que se hace acompañar por los mismos músicos que tocaron en el disco: por sus hijos, Spencer y Sammy Tweedy, y por Sima Cunningham, Macie Stewart y Liam Kazar. La única excepción es el guitarrista James Elkington, quien no ha podido embarcarse con ellos en todas las fechas. “Esta es la Tweedy Band, así es como la llamamos ahora, porque realmente la siento como una banda de verdad”, afirma él.
¿Cuándo te das cuenta normalmente de que tienes un álbum terminado? Y en este caso, ¿cuándo consideraste que tenía que ser triple?
A medio camino ya me di cuenta de que “Twilight Override” iba a ser triple. Normalmente tengo muchas canciones. Mi pregunta en este caso era “¿podría dar forma a un álbum triple que enganchara y tuviera algo que decir que yo no pudiera explicar con un único disco o un álbum doble?”. Y ese fue el desafío. Y fue como hace dos años, creo, cuando empecé a pensar que tenía un álbum y que era triple. El título de trabajo fue “Triple Rainbow” por mucho tiempo, y luego cambió en algún momento.
Tengo la impresión de que el orden de los temas está muy meditado. ¿Es así?
Creo que la secuenciación es un arte, o parte del arte que engloba todo esto. Lo es en un disco sencillo, y en uno doble, pero en un álbum triple es verdaderamente importante. Yo quería que el disco tuviera un poco de momentum, que te fuese conduciendo a lo largo de un camino. Me llegó a suceder que no me podía creer que de repente ya había llegado al disco tres. Me resultó emocionante ver que podíamos haber conseguido eso. Pero sí, llevó mucha reflexión.
Hay varios temas en los que te refieres al proceso de composición de las propias canciones, como “Throwaway Lines” o “Better Songs”, e incluso escribiste un libro titulado “Cómo componer una canción” (2020; Contra, 2021). ¿Realmente piensas mucho en lo que estás haciendo mientras estás escribiendo, o dejas más espacio a la intuición?
Pienso mucho en eso, diría que es la cosa en la que más medito. No tengo que preocuparme por la intuición porque simplemente ya está ahí, no tengo mucho que decir porque es algo que ya tengo, y creo que la honro y que estaría perdido sin ella. En cierto modo, es importante también saber guiar tu propia intuición, porque el ego podría controlarte, pero yo pongo mucho empeño en que mi ego no sea la fuerza impulsora.
Se suele alabar mucho la relación entre dolor y arte, como si uno solo pudiera estar verdaderamente inspirado cuando sufre, pero en tu caso parece ser lo opuesto. El orden y la placidez parecen venirte mejor últimamente a la hora de componer, ¿es eso cierto?
Bueno, no hay mucha placidez en los Estados Unidos de América ahora mismo. Siempre he compartido la idea de que los artistas no sufren de una manera más profunda o noble que otras personas. En realidad, todo el mundo sufre, pero los artistas somos los más afortunados porque tenemos una fórmula para convertirlo en algo gratificante. A mí me han proporcionado mucho consuelo en mi vida las canciones de otras personas, el arte de otras personas. Y, por supuesto, tener la habilidad de hacer mi propio arte ha sido un gran consuelo para mí. Pero también creo que es un mito fácil para que las personas crean en él. Y creo que lleva a que un artista termine por pensar que no tiene lo que necesita o que no ha sufrido lo suficiente para lograrlo. Esa es la parte que creo que puede dañar a las personas. Especialmente los artistas que están en conflicto acaban por crear su propio dolor en algún momento, puede que incluso inconscientemente, para agregar autenticidad o legitimidad a lo que están haciendo. Creo que al final vas a sufrir bastante de todos modos, tanto si lo intentas como si no (risa leve).
En algún momento reciente has usado el lema “la creatividad se come a la oscuridad” y, en varias entrevistas, has sugerido que la función del artista debería ser imaginar mejores escenarios para proponer soluciones a problemas. Muchas personas piensan lo opuesto, que el artista debería hacer preguntas y dejar espacio a los oyentes para encontrar sus propias respuestas. ¿Dónde te posicionas tú realmente?
Creo que yo hago muchas preguntas también, estoy en los dos lados. La pregunta que me hago ahora es “¿por qué yo, o todos, estamos todo el día pensando en cosas que odiamos o nos llenan de ira?”. Hay mejores maneras de vivir. Lo que para mí tiene valor es salvar y preservar la libertad de pensar, imaginar la belleza, imaginar un mundo mejor. Para mí esa es la libertad por la que vale luchar, y la que parece que es la que más se está perdiendo. El campo de batalla reside básicamente en que el compromiso está en el nivel del discurso de internet, y en el desacuerdo y el odio y el aislamiento y la separación de grupos diferentes. Y es algo que la gente está haciendo voluntariamente. No se podría imaginar una herramienta mejor para evitar que la gente piense en sus propias vidas, necesidades y deseos. Y también para evitar que piensen en otras personas de una manera positiva. Se ha convertido en una forma de deshumanizar a los demás, cuando el compromiso inicial de internet era estar conectados. Creo que ahora mismo los artistas tienen el papel de decir que esto no tiene por qué ser así, que es importante exhibir la autoliberación ante otras personas. Creo que la autoexpresión libre es radical, es desafiante, se enfrenta al conformismo que está siendo tan eficazmente promovido en este momento en el mundo y la cultura en la que vivimos. Es una locura para mí, porque cuando yo era niño realmente era importante luchar contra el conformismo, pero ahora mismo, el modo en el que nuestros teléfonos refuerzan la conformidad de pensamiento es horrendo. Todo el mundo está enganchado a cierto número de pequeñas cosas todos los días, y debe tener una opinión sobre ellas a costa de… de la vida real.
En este sentido, creo que “Twilight Override” es bastante radical también porque le está pidiendo atención a la gente durante treinta canciones. Y son lentas, con voz humana, guitarras acústicas… Este no es el espíritu de nuestros tiempos. Por otro lado, requerir ese nivel de atención se podría entender como un acto de autocomplacencia. Se supone que uno debe ser muy pretencioso para decir: “Escúchame durante cerca de dos horas, porque tengo todas estas historias que contar”. Sin embargo, al oír las canciones he percibido todo lo contrario, casi las he visto como un ejercicio de humildad, de compartirlas con quien desee escucharlas.
La idea de un triple álbum puede convertirse muy fácilmente en un egotrip, en una cosa indulgente como hacer canciones muy largas y experimentar con formas en las que uno siente que se puede extender porque tiene más tiempo. No era eso lo que yo quería hacer, sino algo así como una efusión de afecto, de mi deseo de conectar. Una gran expresión a corazón abierto de mi amor por lo que sé hacer y de mi amor por la humanidad y por mi familia. No lo habría hecho si hubiera sentido que este disco estaba al servicio de un ego que demandaba atención. De hecho, soy consciente de que, si yo quisiera atención, hay mejores maneras de conseguirla que grabar un álbum triple (risas).
¿Cómo es hacer música con tus hijos, Sammy y Spencer? Creo que tiene que ser una experiencia muy diferente de la de tocar con Wilco, que son tus colegas musicales, pero no tu familia.
Mi experiencia con los músicos durante un largo período de tiempo me ha hecho dar cuenta de que las bandas suenan mejor cuando desarrollas un buen nivel de confianza. En gran parte eso es lo que hace que la música sea vibrante y emocionante. Hay una inversión en ello, y el público puede percibir que ahí hay algo que te importa. Ese mismo nivel de confianza e intimidad con el que trabajas con los músicos es justo lo que desde el principio intentas hacer con tu familia. Empiezas desde un nivel de pura fe, de que no vas a decir o hacer nada que no vaya a ser apoyado o al menos escuchado o explorado. Es hermoso empezar desde ahí. Realmente la parte esencial de hacer buena música está ahí al principio, luego ya puede ir creciendo o no.
¿Qué es lo más importante que has aprendido de tus hijos?
Me han enseñado todo lo que sé. No sabría ni por dónde empezar. Me han enseñado muchísimo sobre la paciencia, el amor, el sacrificio, el compromiso… Es algo profundo. Creo que todas las personas que tienen hijos, o una conexión intensa con un amigo, lo saben.
He leído que en el tema “New Orleans” compusiste las partes de la guitarra cuando Steve Albini estaba muriendo. ¿Cómo era tu relación con él?
Steve y yo fuimos muy buenos amigos por un largo tiempo, desde principios de los años noventa o, de hecho, finales de los ochenta. Nuestras esposas también eran amigas entre ellas. Siempre fue muy amable con mi familia y conmigo. En realidad no toqué esa parte de guitarra sabiendo que se estaba muriendo. Su fallecimiento fue repentino, de madrugada. Yo había grabado la guitarra ese día y la escuché de nuevo por primera vez a las cuatro de la mañana tras volver a casa desde el hospital, donde fuimos a acompañar a Heather, la esposa de Steve. Sammy estaba en casa, se levantó y quería saber qué estaba pasando. Él y yo lloramos bastante porque Steve es parte de su vida, lo adoraba. Pasamos mucho tiempo juntos. Luego me dijo: “¿En qué has trabajado hoy?”, así que la primera vez que la escuché fue en el momento inmediato de perder a mi amigo y compartir esa pérdida con Sammy. Igual que te puede pasar con la música de otros, a veces haces música por ti mismo que abre una válvula o una emoción para ser expresada, y esta nos hizo a ambos llorar muchísimo. Fue como una pequeña parte del proceso de curación que necesitaba ser instigada. Simplemente nos golpeó, y nunca lo olvidaré. Fue un momento extraño. La parte de la guitarra expresaba de un modo muy potente lo que ambos estábamos sintiendo. Yo no sé cómo la música consigue eso, yo no sabía cómo lo había hecho yo, pero esa parte de la guitarra, y su naturaleza fracturada y la tristeza y la belleza que contenían eran realmente conmovedoras. Era casi una forma perfecta de expresar lo tristes que estábamos.
Me dicen que solo tengo tiempo para una pregunta más. Va a ser esta. En España tu defensa de Rosalía sorprendió a muchas personas. En tu libro “Un mundo en cada canción” decías que merecía un reconocimiento como el de Miles Davis o Pablo Picasso, y me pareció gracioso porque muchas personas aquí te ven como un icono de la autenticidad en contraste con esa idea de pop manufacturado que tanto sigue repeliendo aún a los puristas del rock. En cierto modo, creo que se sintieron descolocados y traicionados. El caso es que me gustaría hablar contigo sobre Rosalía. ¿Qué te gusta de ella? ¿Has escuchado su último disco?
Sí, es increíble. Es una artista real. Quiero decir, yo tengo oídos, no tengo una agenda de qué es lo que me tiene que gustar y lo que no. Y en mi opinión así debería ser para todo el mundo. Hay algunas cosas que se han vuelto muy populares a pesar de la cantidad de arte desafiante que presentan. A veces una persona es el vehículo perfecto para una idea radical y una expresión individualizada, y ella posee ese tipo de talento, como Billie Eilish también. Tiene un talento extraordinario del que me siento privilegiado de ser testigo como ser humano. Yo me siento realmente inspirado por ese nivel de talento. Es algo de lo que maravillarse, está puramente en otra liga a la que mi talento no pertenece. No es el mismo estilo, ni siquiera estoy seguro de que pertenezcamos al mismo campo artístico, pero me encanta, es una locura lo que hace, es genial. Me da completamente igual cuántos discos venda, y a nadie le debería importar, porque esa es una gran tontería. Será afortunada si mantiene ese nivel de éxito durante un largo período de tiempo, aunque no es eso lo que estamos midiendo. Lo que estamos midiendo es el compromiso con nosotros mismos y lo fiel que es ella a sí misma. Para mí resulta mucho más obvio que con bastantes artistas independientes y, además, Rosalía tiene más que perder al ser más desafiante que muchas personas. ∎
Otra prueba del buen momento en que se encuentra Jeff Tweedy es todos los frentes que mantiene abiertos simultáneamente. El pasado verano Wilco ofreció una gira bastante generosa –con paradas en el mes de junio en Barcelona, Madrid, Granada y Valencia– y, al parecer, su nuevo álbum ya está muy avanzado. Además, en diciembre el músico ofrecerá tres conciertos con Golden Smog –la banda que formó con miembros de The Jayhawks y Soul Asylum– y una actuación especial con Mavis Staples en un concierto a beneficio de la radio pública KEXP. En enero de 2026, Wilco organizan el Sky Blue Sky Festival en la Riviera Maya mexicana, un evento al estilo del ATP o el Primavera Weekender que ellos encabezarán, acompañados de bandas amigas como Dinosaur Jr., Yo La Tengo, Waxahatchee o los propios Jayhwaks, y donde también tocará la Tweedy Band. Y, como redoble de tambor final, el 26 de junio del año que viene, Wilco ofrecerán un concierto único en el Solid Sound, el festival organizado por ellos mismos en North Adams (Massachusetts), donde tocarán al completo con Billy Bragg los dos volúmenes de “Mermaid Avenue” (los álbumes de 1998 y 2000 en los que adaptaban temas inéditos de Woody Guthrie). Será la primera vez en la historia que el londinense y los de Chicago –que tuvieron visibles diferencias en su momento– lo toquen juntos en directo. Sin duda, la voluntad de conexión de Jeff Tweedy está funcionando. ∎