La carretera reclama guitarras. Ilustración: Pixtin
La carretera reclama guitarras. Ilustración: Pixtin

Future Is An Attitude

La música de tu viaje

¿Qué fue primero, el huevo de la carretera o la gallina de la música de carretera? Se podrían escribir tesis doctorales (y, de hecho, es bastante probable que existan ya al menos una docena de ellas en alguna universidad de Wyoming, Arizona o Nuevo Mexico) sobre la relación del asfalto con la música. También se podría escribir alguna que otra enciclopedia sobre esas listas prefabricadas de Spotify, Apple Music o Amazon Music que responden al nombre de Road Music, Road Trip, On The Road, Highway Music u otros similares y que muestran una evidente predilección por el rock de los años 60 y 70, el hard rock y el country. Como si los fans de C. Tangana, Tyler The Creator o Kamasi Washington no se lanzaran jamás a la carretera o como si existiera una frontera invisible al borde de las grandes ciudades que, como en esos mapas antiguos que señalaban el límite del territorio explorado con la frase “a partir de aquí, monstruos”, dijera “a partir de aquí, guitarras”.

Como esto no es una tesis doctoral, convengamos en la tesis de que las carreteras se inventaron para amortizar la música de carretera. Sí, puede que las autopistas, e incluso las carreteras comarcales, existieran antes de que Van Halen escribieran “Runnin’ With The Devil” en 1978, antes de que Aerosmith dieran con el riff de “Walk This Way” (el original de 1975, no la versión de 1986 junto a Run DMC) e incluso antes de que ZZ Top publicaran “La Grange” en 1973. Pero la pregunta es: ¿para qué?,  ¿para qué existe una infraestructura viaria (utilicemos apropiadamente el lenguaje burocrático) si no es para servir como escenario de las mejores recopilaciones de rock de carretera a nuestro alcance? ¿Y por qué seguimos midiendo las distancias entre ciudades en kilómetros y no en discos? Un ejemplo: Madrid-Cádiz, 650 kilómetros. ¿Y por qué no un “Quadrophenia” (The Who), un “Cosmo’s Factory” (Creedence Clearwater Revival), un “Exile On Main Street” (Rolling Stones), un “Blonde on Blonde” (Bob Dylan) y un “At Fillmore East” (The Allman Brothers Band)? O dicho de otra manera: 6 horas y media aproximadas del mejor rock de carretera jamás grabado en vinilo.  

Por supuesto, uno puede enfilar la carretera armado con una lista compuesta por canciones de SAULT, MGMT, Rhye, Madlib, Thundercat y For Those I Love. Pero el resultado no va a ser el mismo. En el mejor de los casos, el conductor padecerá una distorsión cognitiva similar a la que sufre el que se empeña en buscar un sentimiento sincero y no cínicamente feliz en una novela de Michel Houellebecq. En el peor de los casos, el conductor percibirá una distorsión en la membrana de la realidad, como el Neo de Matrix cuando ve pasar dos veces por delante de sus ojos el mismo gato negro. Porque la carretera reclama guitarras de la misma forma que el asfalto de las grandes metrópolis reclama hip hop. La explicación es sencilla: en una gran metrópolis, puedes sobrevivir sin coche (aunque nadie en su sano juicio lo recomendaría). Fuera de las grandes urbes, o en las metrópolis que han crecido en extensión, como Los Ángeles, y no en altura, como Nueva York, el coche es imprescindible. Lo explica el humorista estadounidense George Carlin en su libro de 1997 “Brain Droppings”: “En Los Ángeles todo se basa en el coche, incluso los asesinatos. En Nueva York, la mayoría de la gente no tiene coche, así que si quieres matar a alguien tienes que coger el metro hasta su casa. Y a veces, mientras estás de camino, el metro se retrasa y tú te impacientas, así que tienes que matar a alguien en el metro. Y por eso hay tantos asesinatos en el metro de Nueva York. Porque la gente no tiene coche”

Pero al matrimonio carretera-rock de carretera le falta, como en todas las relaciones sentimentales verdaderamente sugestivas, el tercer miembro de la conchabanza. Es decir, la discoteca móvil, más conocida con el nombre coloquial de “coche”. Y no un coche cualquiera, con un equipo de sonido mediocre capaz de hacer que Philip Glass suene como el “Loveless” de My Bloody Valentine, que el “Loveless” de My Bloody Valentine suene como el “Metal Machine Music” de Lou Reed, y que el “Metal Machine Music” suene, bueno, como el “Metal Machine Music”, pero peor. 

Audi Q4 e-tron.
Audi Q4 e-tron.

Estamos hablando de coches como el Audi Q4 e-tron 100% eléctrico, el primer modelo de la marca de Ingolstadt que incorpora el sistema de sonido premium de la marca SONOS, empresa líder mundial en sonido. Un sistema formado por diez altavoces de alto rendimiento diseñados para generar graves profundos, pero también los sonidos más brillantes posibles para que tanto los tonos altos como los bajos sean percibidos por el conductor y sus acompañantes en toda su intensidad. 

El sistema SONOS está incorporado en el software Audi soundCube. Una arquitectura de audio que se adapta de forma intuitiva a los sistemas de todos los diferentes proveedores posibles. El Audi soundCube se basa en una filosofía de control y sonido uniforme en toda la gama de modelos del Audi Q4 e-tron, pero su flexibilidad permite el margen suficiente para que el cliente diseñe y aplique al sistema sus propias preferencias.

En el Q4 e-tron es el algoritmo Sonamic Panorama, desarrollado por uno de los 72 institutos de la organización de ciencias aplicadas Fraunhofer-Gesellschaft, el que se encarga de distribuir las señales de audio a los diez altavoces del sistema. El algoritmo genera entonces un sonido envolvente tridimensional a partir de la distribución de las distintas fuentes de sonido individuales en un escenario sonoro virtual en forma de U. ¿Por qué? Para que el oyente tenga la sensación de estar rodeado por los músicos de la banda. Los cuatro altavoces de agudos y el altavoz central se activan mediante un amplificador integrado en la plataforma MIB 3. Un segundo amplificador independiente de ocho canales se encarga de los cuatro altavoces de graves y del subwoofer, que está situado en el maletero. Los dos amplificadores ofrecen una potencia conjunta de 580 W.

 Incorpora el sistema de sonido premium de la marca SONOS, empresa líder mundial en sonido.
Incorpora el sistema de sonido premium de la marca SONOS, empresa líder mundial en sonido.

Armado con los tres elementos esenciales (carretera, música de carretera y Q4 e-tron), uno puede lanzarse ya a las combinaciones más extravagantes para su propia road movie. ¿Un “Thelma & Louise” con la música de Squarepusher? ¿Un “Extraños en el paraíso” con la de Joe Crepúsculo? ¿Un “Logan” con la de Fontaines DC? ¿Un “Easy Rider” con la de Soleá Morente? En realidad, da igual. Vas a vivirlo y oírlo como si fuera la primera vez. 

Audi Q4 e-tron: consumo eléctrico combinado*: 19,9-17 kWh/100 km (WLTP); emisiones de CO₂ combinadas*: 0 g/km. *Datos sobre el consumo eléctrico y las emisiones de CO₂ por tramos en función del equipamiento del vehículo.

Más información: www.audi.es/q4etron ∎

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