Unas de las particularidades que engrandece el videoclip como formato es la amplitud de soluciones creativas que permite. Si el cine tiende desmesuradamente a la narración decimonónica y, cuando se aparta de esta, desconcierta hasta el punto de quedar relegado a la exhibición testimonial, el clip y su disposición a la experimentación sin adornos, en cambio, acoge las más variadas expresiones, formas, técnicas y creatividades.
Un nuevo ejemplo nos lo proporciona el director
Sander Houtkruijer, quien, en su encargo para “Peak Magnetic”, ejecuta, sin atisbo de narración y con los mínimos elementos en la puesta en escena, un admirable ejercicio. Con apoyo coreográfico de Melanie Lane, el realizador sitúa a las dos bailarinas que acompañan a
Clark en su gira en una especie de diorama en movimiento giratorio. Una maqueta procedente de alguna
performance de algún museo de arte moderno, regida por la magia de un taumatropo: dos reversos opuestos de una misma moneda girando sobre un mismo eje a gran velocidad. Un efecto óptico de origen no identificado (¿movimiento de cámara, se mueve la plataforma donde se apoyan los dos sujetos o es un efecto 3D?; saberlo quizá rompería un poco el hechizo) que acelera el ritmo externo de una puesta en escena y un ritmo interno sin demasiado dinamismo. Es ese deambular giratorio, similar al de alguna atracción no apta para estómagos sensibles, lo que dota a la obra de un alto poder hipnótico.
Un encargo resuelto jugando con la perspectiva, los tres ejes de la dimensión (XYZ) y un movimiento de cámara articulador que, pese a la simplicidad de medios y esfuerzos, lo proveen de un poderoso halo visual que casa a la perfección con la electrónica magnética de Clark. ∎