A principios de 1972, en el contexto de una dictadura española que iba a dar sus últimos coletazos de forma aún más airada y violenta, reciente aún el consejo de guerra sumarísimo celebrado en Burgos contra 16 miembros de ETA (diciembre de 1970), apareció una película que parecía un auténtico ovni en el cine español marcado de forma férrea por la censura franquista. “Mi querida señorita” no era un filme sobre política, pero era una película muy política, ya que mostraba en ese fuerte contexto represivo –la homosexualidad, que había estado incluida en la llamada Ley de Vagos y Maleantes, no fue eliminada de la posterior Ley de Peligrosidad Social hasta el 26 de diciembre de 1978– la historia de una mujer soltera de mediana edad que descubre que es, en realidad, un hombre. Ya se habían realizado películas sobre la homosexualidad o la identidad sexual, como “Diferente” (Luis M. Delgado y Alfredo Alaria, 1961), pero “Mi querida señorita” tuvo un alcance mayor.
Producida y coescrita por José Luis Borau y protagonizada por José Luis López Vázquez, supuso la cota más álgida, por temática y transgresión, también por su delicado estilo al encarar un tema tan complejo entonces, en la obra de Jaime de Armiñán (1927-2024). No es la única película o serie de interés en el dilatado currículo de este cineasta y novelista, pero sí una obra históricamente importante, inusual en el cine español “comercial” de la época y sorprendentemente franca al tratar un tema tabú. A la protagonista le extraña la necesidad que tiene de afeitarse y aún más el deseo que experimenta hacía su joven criada. Fue educada como mujer cuando siempre ha sido un hombre. No hay transición física, sino oscurantismo cultural.
De Armiñán había debutado en la televisión en 1960 y en el medio consiguió notoria popularidad con series como “Las doce caras de Eva” (1971-1972) y “Tres eran tres” (1972-1973), con célebres canciones de Vainica Doble. En el cine empezó escribiendo varias películas de José María Forqué, Luis Lucia y Antonio Román. Debutó como director con “Carola de día, Carola de noche” (1969), musical más o menos moderno con Marisol. “La Lola, dicen que no vive sola” (1970) fue otra cosa, una tragicomedia sobre una prostituta redimida. Repitió con López Vázquez en “Un casto varón español” (1974), filme de ligeras concomitancias con “Mi querida señorita”, pero menos arriesgado.