La eminencia india de las bandas sonoras.
La eminencia india de las bandas sonoras.

Entrevista

A.R. Rahman: el gurú musical de Bollywood que conquistó Hollywood

Los dos Óscar recibidos por “Slumdog Millionaire” podrían parecer la culminación de la carrera de A.R. Rahman, pero son solo un hito entre los más de doscientos créditos como compositor que han hecho de él el músico de Bollywood más reconocido internacionalmente. Hablamos con él sobre su trayectoria en el cine, el grupo que compartió con Mick Jagger y el baile que le dedicó Michael Jackson.

Si tecleas en Google el nombre de A.R. Rahman (Tamil Nadu, India, 1966) –si lo escribes a la virulé en el todopoderoso motor de búsqueda– es la página de Wikipedia sobre el primer emir de Córdoba, Abderramán I, la que corona los resultados. Los algoritmos del rastreador en España no reflejan la relevancia allende el Océano Índico del compositor, músico y productor, uno de los mayores superventas de la historia, con más de 200 millones de casetes diseminados por los hogares del Subcontinente.

Su carrera está ligada al cine por ser el autor de muchas canciones y de centenares de bandas sonoras para películas de Bollywood, aunque, entre los 215 títulos a su nombre registrados por IMDb, también aparecen trabajos de directores a este lado del globo. Alex Kurtzman (“Así somos”, 2012), Craig Gillespie (“El chico del millón de dólares”, 2014), Lasse Hallström (“Un viaje de diez metros”, 2014) y el que le procuró su mayor escaparate en Occidente, Danny Boyle. El laureado realizador británico contó con él para poner música al drama “Slumdog Millionaire” (2008) y Rahman ganó dos Óscar –mejor canción por “Jai ho”, y mejor banda sonora original–, un Globo de Oro, un BAFTA y dos Grammy.

Con “Jai ho” –“Slumdog Millionaire” (2008)– ganó el Óscar a mejor canción original.

Entre sus últimos proyectos destaca su debut en la dirección con una experiencia de realidad virtual titulada “Le Musk” (2021) y la puesta en marcha de la Firdaus Orchestra, un ensemble musical compuesto únicamente por mujeres del mundo árabe de 23 nacionalidades distintas, con edades comprendidas entre los 16 y los 51 años.

Rahman acude a la entrevista en El Cairo, donde se le ha rendido tributo en la 43ª edición de su festival internacional de cine, pertrechado tras unas gafas de sol. El accesorio remite inmediatamente a 2011 y su aventura junto a Mick Jagger, Dave Stewart, Joss Stone y Damian Marley en el supergrupo de rock SuperHeavy, del que surgió un álbum homónimo editado por Republic-Universal en Estados Unidos y por A&M en Europa y otros territorios. Rahman consiguió que el líder de los Rolling Stones cantara en urdu. En cuanto se quita las gafas, asoman unos ojos afables con sonrisa a juego y una disposición humilde que nada tiene que ver con el endiosamiento que cabía esperar.

¿Qué sientes cuando se refieren a ti como el “Mozart de Madrás”?

Lo odio, lo odio. Por un lado, porque es una falta de respeto hacia la gente que ama a Mozart. Y por otro, porque aunque entiendo que ese paralelismo se basa en que los dos empezamos en la música siendo muy niños, yo he trabajado mucho más que él, ya que murió muy joven. No me gustan las etiquetas. Por favor, llámame A.R.

“Así somos” (2012), “El chico del millón de dólares” (2014)  y “Un viaje de diez metros” (2014), incursiones en el cine occidental.
“Así somos” (2012), “El chico del millón de dólares” (2014) y “Un viaje de diez metros” (2014), incursiones en el cine occidental.

¿Por qué piensas que el género de las bandas sonoras tiene una acogida tan masiva?

Los medios visuales poseen un gran poder, así que sus soportes musicales alcanzan a una audiencia más amplia que un disco sinfónico que tan solo llega a un grupo reducido. Las composiciones de un artista independiente se van a difundir a través de emisoras minoritarias como Classic FM, donde alcanzas en torno a diez mil oyentes. Pero una película se distribuye en todo el mundo y, si es un éxito, llegas a cuatro mil millones de personas.

¿En qué se diferencia tu aproximación al trabajo cuando es como complemento?

Como los cineastas asumen un gran riesgo, los compositores hemos de ver a través de sus ojos y captar qué es lo que la película demanda para respaldar con música, de manera extraordinaria, sus proyectos. Cuando pongo en marcha proyectos independientes, grabo discos donde puedo expresarme como artista. De forma que cuando colaboro en una película, es un trabajo de equipo, codo a codo con el guionista y el director.

“Como los cineastas asumen un gran riesgo, los compositores hemos de ver a través de sus ojos y captar qué es lo que la película demanda para respaldar con música, de manera extraordinaria, sus proyectos”

¿Te consideras un buen trabajador en equipo o prefieres las aventuras en solitario?

Ambos, pero es cierto que cuando trabajas en una banda sonora a veces sufres enormes decepciones, porque creas algo extraordinario y en la mesa de edición te lo mutilan. Pasa muy a menudo, así que hay que estar preparado.

Que se lo digan a Alex North, que descubrió que Stanley Kubrick había sustituido su banda sonora para “2001: una odisea del espacio” (1968) por música de archivo durante la première. ¿Has pasado en algún momento por una situación tan frustrante?

No. Afortunadamente, los directores que se ponen en contacto conmigo lo hacen con respeto, porque quieren algo nuevo. Si buscan música clásica, saben que no soy su hombre. Pero entiendo la grandeza de esa música, porque penetra en tu alma y no te abandona. Lo que sí me ha sucedido ha sido que ha habido directores que han recurrido a creaciones antiguas mías a pesar de que les he ofrecido nuevas. Yo prefiero encontrar la energía para hacer algo nuevo, porque es más refrescante.

¿Me das ejemplos?

Deepa Mehta escuchó una de mis canciones para la película “Bombay” (Mani Ratnam, 1995), en concreto “Bombay Theme”, y la usó en la película “Fuego” (1996). Lo mismo sucedió con “Miral” (2010): Julian Schnabel insistió en utilizar composiciones anteriores porque consideraba que en Occidente no eran conocidas y merecía la pena darles la oportunidad de volver a ser escuchadas. Me comentó que es algo que él mismo hace con sus pinturas: si las presenta y nadie les presta atención, las reutiliza un tiempo después. En su banda sonora incluyó “Bombay Theme” y una pista, “Water”, de “Guerreros del cielo y la tierra” (He Ping, 2003).

“Bombay” (Mani Ratnam, 1995).
“Bombay” (Mani Ratnam, 1995).

Has compuesto tanto para Bollywood como para Hollywood, ¿cuál es la diferencia entre ambas industrias?

Para Bollywood la mayor parte de las películas tienen canciones y he de tener en cuenta las coreografías. Aunque hay excepciones, como la película dramática “Mom” (Ravi Udyawar, 2017), donde la música tenía que abarcar muchos paisajes emocionales. Me valió el premio a la mejor banda sonora en los National Film Awards. En Hollywood me piden que me reinvente cada vez: hay trabajos que hice en los 90 que no podrían funcionar ahora.

¿Cómo te adaptas a cada latitud? ¿Tienes dos personalidades?

(Risas). Pregunto a los directores por qué han acudido a mí. A continuación, qué esperan de mí. Suele ser una conversación fluida y casi siempre da buenos frutos. La trama y sus trabajos previos me inspiran. Trato de profundizar en su filmografía para aportarles algo que les gusta. A Lasse Hallström, por ejemplo, le interpreté quince piezas diferentes al piano. Eligió cinco o seis y, a partir de ahí, desarrollamos la banda sonora de “Un viaje de diez metros” (2014).

¿Siempre compones al piano?

A veces. Pero otras hago una media orquestación con computadora. Tuve mi primer ordenador en 1994 e inmediatamente se convirtió en mi herramienta de expresión. Aprendí a utilizarlo de manera intuitiva y me convertí en la primera persona en componer a través de este medio. Ha sido de gran ayuda, porque soy capaz de componer y cometer errores sin que nadie me juzgue. Si el director se espanta y me pregunta “¿pero qué es esto?”, rehago. Si le gusta, entonces ya podemos llamar a los músicos para que la interpreten.

“Suelo contar que acostumbro a leer con mis hijos los libros sagrados, tanto el Corán como la Biblia y el Rigveda. No es solo para tener una visión amplia, sino para convertirnos en lo que promueven, para seguir los preceptos de un comportamiento excelso. Eso te define, te refina y te ayuda a lidiar con el día a día”

¿Qué te despierta un instrumento desafinado?

¡Oh, Dios mío! ¡Es tan frustrante! Imploras que el sonido acabe. Cuando es un solo de instrumento es un desastre. Me pasa que cuanto más trabajo con electrónica y sintetizadores, más dejo de lado mi percepción del afinado. Pero una orquesta es una orquesta, sabes que van a darse fallos mínimos y en ellos reside su belleza, en su humanidad.

¿Hay alguna composición a la que le tengas un aprecio especial?

Las melodías, cuando refuerzan el trabajo del actor, porque se convierten en un personaje más, que dialoga con él.

¿Qué te provoca escuchar a alguien tararear una de tus composiciones?

Recuerdo estar caminando por Orange County y reconocer una de mis creaciones en un collage que sonaba en una tienda. O estar en Roma y oír un tema de SuperHeavy. Fue divertido escuchar mi voz. No es algo que me tome en serio, pero me hace sonreír.

¿Qué recuerdo tienes de la conjunción de egos de SuperHeavy?

Agradable. No hubo fricciones, pero me sentí intimidado. Me preguntaba “¿qué pinto yo aquí?”. Lo que pasa es que Dave es un buen amigo y me guió. Fue divertidísimo. Éramos verdaderas estrellas del rock. Viajábamos en jets privados, grabamos la mayor parte de las canciones en el estudio de sonido que Paul Allen tenía en su superyate, estuvimos en cruceros, en fiestas...

SuperHeavy: Damian Marley, Dave Stewart, Mick Jagger, A.R. Rahman y Joss Stone (supergrupo).
SuperHeavy: Damian Marley, Dave Stewart, Mick Jagger, A.R. Rahman y Joss Stone (supergrupo).

¿Cómo pudiste sentirte intimidado si has vendido más discos que ellos?

Quizá porque procedo del sur de la India. Después de ganar dos premios Óscar ya me siento más cómodo.

¿Qué valor le otorgas al reconocimiento de la Academia de Hollywood?

Es una forma de ser validado, de señalar que merece la pena ser escuchado. Para los millones de personas que ya apreciaban mi música y que habían abogado por mí, fue la manera de corroborar mi talento. En ese sentido, me gusta. Pero aunque lo considero una bendición no es mi máximo objetivo, aspiro a otras cosas.

¿Alguna vez has vivido una situación en la que fueras tú el que intimidara a alguien?

Me pasa mucho. De primeras se quedan callados, algunos incluso tiemblan, pero siempre rompo el hielo y a los cinco minutos ven que soy un tipo normal, que bromea.

¿Te has sentido así de apurado tú al conocer en persona a alguno de tus ídolos?

Con mi primera película, “Roja” (1992), cuando el director Mani Ratman (que es el Steven Spielberg de la India) se presentó en mi casa. Una vez allí, me pidió escuchar cosas mías pero permaneció callado, así que pensé “vale, no le ha gustado nada”. Al tiempo volvió porque quería más (risas). No hemos dejado de colaborar desde hace 29 años.

“Roja” de Mani Ratman (1992), su primer paso como creador de bandas sonoras para cine.
“Roja” de Mani Ratman (1992), su primer paso como creador de bandas sonoras para cine.

En 2009, la revista ‘Time’ te incluyó en su lista de las cien personas más influyentes en el mundo. ¿Cómo te gusta influir en tu entorno?

Suelo contar que acostumbro a leer con mis hijos los libros sagrados, tanto el Corán como la Biblia y el Rigveda. No es solo para tener una visión amplia, sino para convertirnos en lo que promueven, para seguir los preceptos de un comportamiento excelso. Eso te define, te refina y te ayuda a lidiar con el día a día. Mucha gente enloquece, consume drogas, porque nuestra salud mental es frágil. Con esa búsqueda de una intención elevada, el amor se convierte en la guía de tu comportamiento. Y esa quiero que sea mi influencia, la de compartir con otros todos los dones y bendiciones recibidas.

Has nombrado la salud mental. ¿Piensas que la música puede sanar?

La música no solo alcanza tus oídos, sino que sus notas y sus letras –cuando tienen luz– te arrancan de la situación miserable en la que te encuentras. En muchas ocasiones, cuando estoy destrozado por el cansancio pero tengo un trabajo importante y no puedo irme a dormir, pongo música qawwali (estilo de música sagrada sufí) o incluso de Michael Jackson, y me siento motivado para componer.

¿También te sentiste intimidado por Jackson cuando lo conociste?

Más bien, sorprendido. Estuve con él dos veces y me transmitió que cada nota, cada palabra y cada movimiento de su cuerpo venían directamente del corazón. De hecho, me lo demostró. El día siguiente a los Óscar quedé con él. Me abrió la puerta con las gafas de sol y sus icónicos guantes y tuvimos una conversación de casi dos horas. Yo tenía un jet lag tremendo y él se levantó y me hizo un baile. Sentí que un rayo me atravesaba. Ese es el poder de la música. ∎

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