La melancolía tras la fiesta. Foto: Alfredo Arias
La melancolía tras la fiesta. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

BRATTY: interiores

El pop casero e intimista de BRATTY amplía su radio de acción gracias a las canciones de “tdbn”. Este primer largo de la jovencísima cantautora de Sinaloa registra su agitación sentimental y existencial durante la pandemia. Además, documenta un proceso de maduración personal que también queda fijado en el remate de unas composiciones más y mejor elaboradas.

Jenny JuárezBRATTY en el ámbito artístico– acababa de mudarse desde su Culiacán natal a Ciudad de México cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, a primeros de marzo de 2020. La atención dispensada al miniálbum “Delusión” (Aurora Central, 2019) había despertado el suficiente interés en los despachos de la filial mexicana de Universal como para firmar un contrato con dicha compañía. Y el impulso de hits subterráneos como “Quiero estar” y “Honey, no estás” –también colaboraciones como “Ropa de bazar”, junto con Ed Maverick– habían propiciado su inclusión en la cartelería de los principales festivales de su país. 

La confirmación del desastre sanitario global transformó tan apasionante paisaje vital en implacable horizonte de sucesos. Toda proyección de futuro –ya ilusoria de por sí– fue engullida de inmediato por la gravedad de los hechos. Confinada junto a su novia en el minúsculo departamento que acababa de alquilar, Juárez tuvo tiempo de sobra para reflexionar.“Sí, la pandemia me tocó al mismo tiempo que un proceso en el que pensaba que era el mejor momento de mi vida –explica–. Tener mucho tiempo para pensar al final te hace cambiar la perspectiva y me di cuenta de muchas cosas. Sé que tengo privilegios, que tengo suerte, que es la primera vez que puedo tener un departamento, comprarme mis muebles, estar en una ciudad muy grande, tengo amigos… no sé… al mismo tiempo me hizo cambiar mi perspectiva de lo que es la felicidad, de lo que realmente es el éxito”.

“Creo que el mejor ejemplo es ‘Happier Than Ever’, de Billie Eilish. Le pasaron tantas cosas y las empezó a entender. Conmigo también, empecé a entender lo que estaba viviendo, empecé a verlo diferente y me hizo escribir esos temas más felices, por así decirlo. Fue como poner sobre un papel y literalizar el proceso que tuve que pasar para llegar a ese estado de ánimo, que sé que no va a ser permanente. Pero lo estuve por un tiempo y eso fue lo que quise reflejar. Terminar con el tema más personal y más triste”

Estas y otras consideraciones quedan plasmadas en “tdbn” (Universal México, 2021), su primer álbum, publicado la pasada primavera. Un trabajo que empieza por el final, anticipando las conclusiones a través de “epílogo”, miniatura confesional formalmente inspirada por uno de los grandes héroes musicales de BRATTY. “El nombre se me ocurrió por el álbum de Keaton Henson que empieza con una canción que se llama ‘Prologue’ (se refiere a “Dear”, publicado por el cantautor británico en 2010). Me gustó la idea de ver el concepto de un álbum como si fuera un libro, como si estuvieras leyendo un libro, porque realmente eso es lo que es. Estás escuchando una historia, te estás adentrando a un mundito de cosas que están pasando”. Eso, precisamente, es lo que BRATTY hace en este disco. Nos cuenta lo que le ha ocurrido en los dos últimos años –ahora tiene 21– y trata de explicar cómo ha afrontado su particular proceso de crecimiento personal. “Tuve que pasar por ciertas cosas que me hicieron llegar a ese estado de ánimo”, asegura, con cierta timidez. “Creo que el mejor ejemplo es ‘Happier Than Ever’, de Billie Eilish. Le pasaron tantas cosas y las empezó a entender. Conmigo también, empecé a entender lo que estaba viviendo, empecé a verlo diferente y me hizo escribir esos temas más felices, por así decirlo. Fue como poner sobre un papel y literalizar el proceso que tuve que pasar para llegar a ese estado de ánimo, que sé que no va a ser permanente. Pero lo estuve por un tiempo y eso fue lo que quise reflejar. Terminar con el tema más personal y más triste (“virgo” es la canción que cierra el disco) para que entendiera la gente que es un proceso, que no es que te levantas un día y dices ‘ya, soy feliz, todo bien’, sino que tienes que aprender muchas cosas”.

Risueño pop de dormitorio. Foto: Alfredo Arias
Risueño pop de dormitorio. Foto: Alfredo Arias

La mayoría de las canciones de BRATTY apuntan hacia el interior y disparan en primera persona. “Lejos” es un claro ejemplo de esa apuesta por la intimidad. “Llevo casi cuatro años con mi novia y ella ha visto todo el proceso de BRATTY desde que empezó, todo lo que he pasado, todo el trabajo. Quise hacerle esa canción para cuando no estuviera, para que si me iba de tour la pudiera escuchar. Es una manera de decir ‘escucha esto cuando no esté’. Le explico lo que quiero que sepa”. También hay apetecibles excepciones como “tarde”, con la vista puesta más allá de las cortinas, apelando a lo colectivo antes que a lo individual. “Fue una mezcla entre que la estaba escribiendo para mí misma, como una canción reconfortante, sobre que a veces quisieras devolver el tiempo pero no se puede, y, al mismo tiempo, en pandemia, ver una revolución de movimientos sociales que estaban pasando. No puedes simplemente voltear la cara y hacer como si no estuviera pasando nada. Al contrario, hay que ver lo que está sucediendo, informarnos y apoyar si se puede. Darte cuenta de que el mundo está cambiando”.

La fe de bautismo artístico de BRATTY conecta directamente con el primer álbum de Best Coast, uno de los influjos más potentes en su música. Sus canciones han conjugado el pop doméstico de baja fidelidad con el indie-rock guitarrero de matriz estadounidense desde el principio, cuando autoeditó el EP “Todo está cambiando” (2018; reeditado en casete por Aurora Central en 2019). Los medios provistos para la realización de “tbdn” le han permitido mejorar el acabado sónico de las canciones, pero esa esencia doméstica permanece, no es tan fácil de extinguir.“Hago las demos como puedo, para tratar de decir ‘esta canción ya está’ y llevarla al estudio y regrabarla. Eso es lo que hice. Me junté con tres amigos: Dan Solo, que produjo varias de las canciones, con un amigo de Culiacán que se llama Ángel y con Andrea, una amiga del DF. Hay canciones que grabé dentro de un armario, a la antigua. Otras en el cuarto de Andrea conectando directo al ‘laptop’. Realmente esas cosas no se fueron, pero ahora suena mucho mejor, porque hay una buena mezcla detrás y gente talentosa que lo está haciendo”.

Tratando de encontrar su propio camino. Foto: Alfredo Arias
Tratando de encontrar su propio camino. Foto: Alfredo Arias

Tampoco han cambiado las motivaciones que mueven a Juárez hacia el siguiente pentagrama, ese impulso de hacer canciones porque sí, pese a la dificultad que esto pueda conllevar o la incomprensión que pueda generar. Las cosas le van bien, está contestando esta entrevista en las oficinas de Sonido Muchacho de Madrid, en una jornada de promoción dentro de su primera gira por España, donde ha actuado en el Festival Brillante y ha grabado una actuación para Gallery Sessions. Pero el estímulo creativo es el mismo que operaba en su fuero interno cuando era la adolescente culichi de 14 años que montó un grupo con sus primos Andrew y Stephanie. “La música es algo que siempre voy a hacer, toque o no toque en shows o festivales”, afirma, sin abandonar el amable registro de su pausado discurso. “Independientemente de todo eso, es algo que voy a seguir haciendo. Simplemente son justo las consecuencias de hacer lo que ya te gusta hacer. Y me gusta que las cosas fluyan por sí solas y ver hasta dónde llegan. Son consecuencias de ese trabajo que estás haciendo porque quieres, porque te gusta. Para mí es eso, no han cambiado mis intenciones. Obviamente, ¿quién no quisiera tocar en Coachella? Pero no lo veo como misión, sino que si quieren que esté y me dan la oportunidad voy a estar y voy a tratar de sacar experiencia y aprendizaje personal”. ∎

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