La barra de popularidad de Alec Ounsworth se ha mantenido más o menos estable –en la mitad, si se tuviera que visualizar en niveles– desde hace unos años. Algo alejada, eso sí, de ese pico que supuso su entrada en la arena indie rock –en pleno bum durante la primera década de este siglo– con su álbum homónimo. Un trabajo plagado de temas rastreables en noches sudorosas por salas y discotecas de Occidente. Ha llovido bastante desde 2005 y sus discos no han vuelto a tener aquella repercusión. Ni de lejos. Incluyendo su último álbum, “New Fragility” (2021), que servía como pretexto para presentarse de nuevo ante el público español.
Indiferente a esa pérdida de cuota entre las audiencias indies, Ounsworth se ha mantenido fiel a un compromiso musical autónomo, evolutivo, ecléctico, contrariado ante la mera enunciación de sacrificios artísticos en pos de mayores ganancias. Lo demostró subido a la tarima de La (2) de Apolo, ofreciendo las justas concesiones a quienes esperaban un show que condecorase el pasado.
Ya desde la mera apertura en solitario, en la que desplegó su faceta más recogida, desconcertó a los que esperaban ese ímpetu y euforia revestida por capas de melancolía y tristeza. En compañía de su guitarra, Alec silenció los murmullos de recepción de la audiencia gracias a una ejecución emotiva de “Into Your Aliens Arms”, tema extraído de su tercer LP, “Hysterical” (2011).
Enseguida se le sumó una formación de bajo, teclado y batería para reforzar la segunda faceta que abordó, la de banda indie rock singular, con la voz de su frontman apreciada y denostada a partes iguales, con ese falsete marca de la casa. Subieron de intensidad gracias a “As Always”, el único tema que interpretaron de su olvidado “Only Run” (2014). Corroboraron su nulo compromiso con el (auto) revival despachando antes incluso de llegar al ecuador una demanda inapelable de su cancionero. “The Skin Of My Yellow Country Teeth” desorganizó la formación del público en búsqueda de posiciones cercanas al escenario que permitieran rubricar sus anotaciones en Instagram. Le siguió un “Some Loud Thunder” imbuida por pulsaciones electrónicas que remitían a Suicide.
Una molesta e inoportuna señal de alarma de incendios desbarató la segunda incursión en su faceta intimista, esta vez con Ounsworth amparándose en los teclados. Un ruido molesto que tardó en controlarse y que desconcertó al músico de Filadelfia más de la cuenta, hasta el punto de deslucir una de las pistas más arrebatadoras publicadas con su firma: “Details Of The War”. Mínimas sensaciones de contrariedad que, sin embargo, consiguió revertir con el siguiente tema, “Yankee Go Home”, que incorporó los balbuceos vocales de su cantante en el cómputo rítmico.
El tramo previo a la primera despedida de la noche afianzó la sensación –reforzada con unos parlamentos que oscilaban entre el agradecimiento sincero por volver a pisar carretera, cierto relajamiento excesivo y cierto divagar despreocupado, así como la inseguridad de la teclista lastrando el sonido de la banda– de ese jet lag que ataca con mayor virulencia al segundo día: la de Barcelona era su segunda cita en suelo europeo.
Ni “Over And Over Again” ni “Better Off” levantaron demasiado entusiasmo antes de su retirada en falso del escenario. Tampoco lo consiguió a su vuelta con “Where They Perform Miracles”, pese a ejecutarla con solvencia. Tuvimos que esperar a otra golosina primeriza de su cancionero, “Upon The Tidal Wave Of Young Blood”, para volver a oír algarabías. Cumplieron el compromiso y satisficieron a medias. Pese al agrado generalizado por tener a Clap Your Hands Say Yeah de vuelta, su intensidad, versatilidad y arrojo quedaron algunas millas por detrás de su paso por Razzmatazz 2 en 2018. ∎