Chanson de largo recorrido. Foto: Simon Vanrie
Chanson de largo recorrido. Foto: Simon Vanrie

Entrevista

Françoiz Breut: “A veces me pregunto si el cambio social es realmente posible”

No se puede entender la canción francesa de las dos últimas décadas sin pensar en Françoiz Breut con su voz íntima, inconfundible, y sus letras cargadas de una melancolía porosa. Hemos hablado con ella antes de que presente en directo “Vif!”, en una gira que empieza mañana en San Sebastián y que pasará durante esta primera semana de abril por Huesca (4), el ciclo Sound Isidro de Madrid (5) y el festival Blues & Ritmes de Badalona (6).

Instalada desde hace años en Bruselas, Françoiz Breut comenzó su trayectoria artística como ilustradora antes de dar el salto a la música a mediados de los noventa de la mano de Dominique A. Lo hizo con una presencia callada pero hipnótica, no sin antes formar Squad Femelle, un grupo espontáneo junto a la cantante Sarah Froning, Eric Deleporte, el propio Dominique A y Pierre Bondu. Desde aquel primer disco como solista que llevaba su nombre, “Françoiz Breut” (Lithium, 1997), compuesto íntegramente por Dominique A salvo por una canción firmada por todos los componentes de Squad Femelle, hasta “Vif!” (6T2, 2024), fue incorporando a su imaginario a otros compositores como Yann Tiersen, Philippe Katerine o Jérôme Minière, hasta que finalmente se animó con sus propias letras y composiciones.

En ese trayecto, Breut ha hecho del desplazamiento una forma de estar. De los amores que se apagan, como en “Vingt à trente mille jours” (Labels, 2000) o “Une saison volée” (Tôt ou Tard, 2005), pasó a mirar los espacios que habita: los árboles en “Zoo” (Caramel Beurre Salé, 2016) o la ciudad en “Flux flou de la foule” (30 Février, 2021). Y ahora, con “Vif!”, se adentra en lo subterráneo. Entre los versos y los acordes se filtra algo parecido a una forma de resistencia tranquila, casi vegetal. Acompañada por Marc Melià a los teclados, François Schulz al bajo y Roméo Poirier a la batería, Breut compuso esta oda poética a la naturaleza. Hablamos con la reina de la chanson contemporánea de este proyecto y de otras posibles formas de estar en el mundo.

Narraciones sonoras. Foto: Simon Vanrie
Narraciones sonoras. Foto: Simon Vanrie

¿Qué te inspiró a explorar los espacios naturales y la materia orgánica?

En 2019 mi pareja y yo compramos un pequeño bosque a dos horas de Bruselas, en una zona donde él había crecido. Al principio me parecía que estaba demasiado lejos, sobre todo porque casi no conduzco, pero empezamos a ir de vez en cuando y le fui cogiendo el gusto. Como es un área protegida no podíamos construir nada, pero plantamos algunos árboles frutales y, poco a poco, fui apreciando este refugio de paz. Pensé que después de 25 años viviendo en el caótico centro de Bruselas ese bosque me ofrecería un lugar para descansar y observar todo lo que sigue vivo a nuestro alrededor.

¿Y tienes oportunidad de disfrutar normalmente de la naturaleza?

Durante los confinamientos volví a redescubrirla, incluso en los rincones verdes más cercanos: los parques, los estanques, la luz. El primer encierro fue casi como unas vacaciones largas, pero con esa sensación extraña de que la muerte rondaba por todas partes. Desde entonces, siempre que puedo, me escapo de la ciudad para respirar.

“En 2019 mi pareja y yo compramos un pequeño bosque a dos horas de Bruselas, en una zona donde él había crecido. Pensé que después de 25 años viviendo en el caótico centro de Bruselas ese bosque me ofrecería un lugar para descansar y observar todo lo que sigue vivo a nuestro alrededor”

Hablemos de la banda con la que grabaste "Vif!". Ya os vi en Los Veranos de La Villa presentando “Flux flou de la foule” en 2021 y parecíais un grupo inquebrantable.

Me habría encantado, pero eso ya no existe. Las bandas son como las historias de amor: a veces duran mucho, pero no para siempre. Roméo Poirier dejó el grupo en noviembre para centrarse en su propio proyecto. Trabajar con Marc Melià, Roméo y François Schulz en los dos últimos discos ha sido un proceso muy fluido y natural.

¿Cómo fue el proceso creativo?

Nos encerramos los cuatro en una sala y empezamos a trabajar con fragmentos de melodía, letras e improvisaciones. A veces el punto de partida lo marcaba Roméo, otras François o Marc. Todos estuvieron igual de implicados. Luego nos fuimos reuniendo para pulir los temas hasta que estuvieron listos para entrar en el estudio. Las palabras me vienen de todo lo que observo a mi alrededor: el cine, la pintura, incluso la palabra más mínima que me cruce en un libro puede convertirse en un pequeño motor para seguir construyendo una narración.

Lejos del mundanal ruido. Foto: Simon Vanrie
Lejos del mundanal ruido. Foto: Simon Vanrie

Este disco arranca con “Hors sol”. ¿Es una metáfora de la inestabilidad de la vida moderna?

Últimamente se escucha mucho esa expresión, “Hors sol”, que viene a decir que ya no estamos conectados con el suelo que habitamos. Vivimos alejados de la tierra, en ciudades de cristal y hormigón, y sin darnos cuenta hemos ido renunciando a ella. Esta canción habla de eso, pero también del exilio y del desarraigo. Aparece “Glisser sur l’asphalte”, que quiere decir deslizarse sobre el asfalto. Da la sensación de que vamos por la superficie para protegernos. A veces ese deslizamiento puede ser placentero, fluido, incluso suave.

Y justo después llega “Crever l’asphalte”, donde estallan la savia, las semillas, aparecen los gusanos… ¿Qué simboliza?

No es tanto una metáfora como una canción sobre la fuerza de la naturaleza, sobre raíces más fuertes que el hormigón. La naturaleza recupera lo que es suyo en cuanto dejamos de intervenir. La escribí cuando los vecinos de mi barrio se movilizaron para evitar que talaran 300 plátanos por sus raíces “invasivas”. Quise hablar del poder de la vida subterránea, esa que espera su momento para salir a la luz.

El vídeo de Dancing Frénétique” tiene una energía divertida en un entorno natural precioso. ¿Cómo fue grabar en el Arboreto de Tervuren?

Lo grabamos en ese arboreto a las afueras de Bruselas, un auténtico pulmón verde justo al salir de la ciudad. Simon Vanrie, el director, lo rodó a finales de la primavera de 2024. El verano se hizo de rogar y filmamos entre chaparrones, pero quizá por eso fue tan revitalizante. Yo no soy bailarina, más bien me muevo como aficionada, pero estuve guiada por Julia Färber, que es profesional, y aprendí a dejarme llevar por la energía de las improvisaciones. A pesar del frío y las zarzas, nos lo pasamos muy bien.

“Dancing frénétique”, vídeo realizado por Simon Vanrie

Tus conciertos además tienen algo muy físico, casi como un trance…

Es la mejor sensación cuando todo va bien. No me interesa explicar cada canción ni hacer chistes entre temas, como hacen otros cantantes. Prefiero que el concierto funcione como un todo, que las canciones fluyan y nos lleven poco a poco a ese universo donde, al final, alcanzamos cierta intensidad.

También eres ilustradora y artista visual. ¿Qué ocupa más espacio en tu vida ahora mismo?

La clave está en encontrar cierto equilibrio. Por ahora los conciertos, aunque sigo dibujando por mi cuenta. También estoy empezando a trabajar con una amiga en un proyecto que mezcla música, teatro y danza. Estamos en la fase que menos me gusta: la parte administrativa. Tenemos que preparar informes para conseguir financiación y poder seguir.

“El feminismo seguía siendo un tema mal visto entonces, a principios de los noventa. Me interesé más adelante, y estoy muy agradecida a las generaciones más jóvenes por haber retomado la lucha por el lugar de las mujeres en la sociedad. No podemos retroceder y hay que seguir luchando juntas”

Has expresado en Instagram tu desacuerdo con los recortes presupuestarios de Christine Morançais, presidenta del consejo regional de Pays de la Loire. ¿Cómo crees que afectarán a la escena cultural local?

Todavía no tengo del todo claro el alcance de todas estas medidas, pero necesitamos seguir pensando de forma colectiva para buscar salidas. En el ámbito musical, muchas veces ya trabajamos con muy pocos medios, sin pedir apenas ayudas. Pero creo que será sobre todo el teatro y el cine lo que más sufra. Lo más grave es que esta medida también golpea al sector social: asociaciones que trabajan por la igualdad de género, la defensa de minorías, los migrantes, e incluso pequeños clubes deportivos en barrios desfavorecidos.

¿Crees que el arte puede ser una herramienta para el cambio social?

Como artistas, al menos podemos seguir dando testimonio y denunciando. El problema es que los grandes medios, controlados por las grandes fortunas, apenas dejan espacio para otras visiones del mundo. Y, claro, no podemos hacer el trabajo que deberían hacer los políticos. A veces me pregunto si el cambio social es realmente posible.

Ahora toca retroceder en el tiempo. En los noventa surgió una nueva escena francesa con nombres como Yann Tiersen, Miossec o Dominique A. ¿Crees que fue una reacción contra las convenciones musicales?

Sí, en aquel momento esos cantantes aportaron algo muy fresco a la escena musical francesa. Su música tenía influencias claramente anglosajonas, pero también una escritura muy personal. Hablaban de sentimientos sin pudor. Era el inicio de ese “hombre sensible” que expresaba sus emociones sin vergüenza. Entonces no escuchábamos mucho rock francés, quizá algo de Les Rita Mitsouko. Fue un soplo de aire fresco.

Una lucha constante. Foto: Simon Vanrie
Una lucha constante. Foto: Simon Vanrie

¿Qué significa para ti hoy Squad Femelle?

Fue mi primer grupo, con Sarah Froning y tres guitarristas más. Hacíamos versiones en bares y fue a raíz de eso que Dominique A me propuso acompañarlo en directo. En aquel momento no sabía nada de la historia de la emancipación femenina, y el feminismo seguía siendo un tema mal visto entonces, a principios de los noventa. Me interesé más adelante, y estoy muy agradecida a las generaciones más jóvenes por haber retomado la lucha por el lugar de las mujeres en la sociedad. No podemos retroceder y hay que seguir luchando juntas.

¿Y Adrian Utley, de Portishead?

Conocí a Adrian en 2008, durante el festival All Tomorrow’s Parties. Más adelante, como sabía que le gustaba mi trabajo, le propuse producir “Zoo”, mi sexto álbum. Fue una gran experiencia, sobre todo en la fase de mezcla. Ver su forma de trabajar y la precisión con la que hablaban del sonido fue muy enriquecedor, porque hasta entonces esa parte siempre la dejaba en manos del productor, sin implicarme demasiado.

“España fue mi primer gran viaje vinculado a mis estudios en Bellas Artes. En esa época estaba descubriendo a Pedro Almodóvar, la movida, la fotógrafa Ouka Leele, la música popular, el flamenco, las sevillanas, e hice toda una serie de trabajos sobre los estereotipos y las imágenes que en Francia se tienen de España”

¿Cuándo empezaste a sentir que habías ganado legitimidad como compositora?

Cuanto más he escrito, y cuanto más he tocado en directo y he notado el respaldo del público, más he sentido que tenía un lugar como compositora. Es una sensación con la que convivo y que sigo trabajando, pero con el paso del tiempo me siento cada vez menos como una impostora.

En 2001 te vi en el Festival de Benicàssim. ¿Qué relación tienes con España?

En los años noventa hicimos muchas giras por España, y además fue mi primer gran viaje vinculado a mis estudios en Bellas Artes. En esa época estaba descubriendo a Pedro Almodóvar, la movida, la fotógrafa Ouka Leele, la música popular, el flamenco, las sevillanas, e hice toda una serie de trabajos sobre los estereotipos y las imágenes que en Francia se tienen de España. Más tarde, el sello Green UFOs, de Sevilla, nos distribuyó y nos llevó de gira durante mucho tiempo, hasta que desapareció del todo del panorama musical. Así que sí, estoy muy feliz de volver. ∎

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