El inicio del concierto, con la escenografía del medievo japonés. Foto: Christian Bertrand
El inicio del concierto, con la escenografía del medievo japonés. Foto: Christian Bertrand

Concierto

Iron Maiden, heavy metal para todos

El Estadi Olímpic de Barcelona se llenó el pasado viernes 29 de julio, en el reencuentro con esta institución del heavy metal, que sigue ensanchando su trascendencia intergeneracional sin necesidad de hacer concesiones ni de rendirse a la mera representación nostálgica.

Que el heavy metal es un estilo en el que muy pocas bandas han podido dar el salto a estadios es un hecho. Pese a la popularidad intergeneracional del género, por qué sucede esto no es algo que toque debatir en esta reseña, pero sí toca pensar por qué Iron Maiden, junto con Metallica, son los únicos que han podido dar ese salto. El origen de ello está en la tozudez de su perenne líder, el bajista Steve Harris. Él fundó la banda, él es el compositor del grueso de su discografía y, lo más importante, él ha sido el gran responsable de cómo se ha dirigido el grupo durante más de cuatro décadas. Harris nunca se ha dejado llevar por la nostalgia ni ha vivido de rentas pasadas, incluso en aquellos duros años 90 sin el cantante Bruce Dickinson, cuando Iron Maiden se vieron relegados en muchas partes del mundo al circuito de clubes. Incluso en esos momentos, no cayó en la tentación de vivir del pasado y defendió sus nuevos discos como si fuesen los más importantes de su carrera. A muchos les puede sonar a broma, pero Iron Maiden siempre tomó riesgos y siempre jugó bajo sus propias reglas. Y el resumen de todo esto lo tuvimos en su concierto del pasado viernes 29 de julio en el Estadi Olímpic de Barcelona.

El bajista Steve Harris, fiel a su línea. Foto: Christian Bertrand
El bajista Steve Harris, fiel a su línea. Foto: Christian Bertrand

Previsto inicialmente para 2020, los dos años de pandemia hicieron que su gira “Legacy Of The Beast” se tuviera que postergar. Desde hace casi dos décadas, más o menos coincidiendo con la vuelta al grupo de Bruce Dickinson y el guitarrista Adrian Smith, la banda londinense ha ido alternando giras en las que presentan el nuevo álbum de turno casi en su totalidad con otras donde suelen apostar por repertorios de todas sus épocas. Esta era una de esas giras de legado, pero en estos dos años la banda publicó un nuevo álbum de estudio, “Senjutsu” (2021), que les ha proporcionado algunas de las mejores críticas de su existencia y la aprobación de medios que habían ignorado o ninguneado a la banda hasta ese momento. En un principio el propio grupo dijo que, a pesar del álbum, la gira iba a ser tal como estaba prevista, pero no han podido resistirse a la tentación de hacer un pequeño testeo de ese nuevo trabajo y el inicio estuvo protagonizado por los tres temas que abren el disco: “Senjutsu”, “Stratego” y “The Writing On The Wall”, con la correspondiente escenografía del medievo japonés. Un pequeño concierto dentro del show que todos veníamos a ver.

Con “Revelations” empezaba la noche de verdad. Una noche de verdadera esencia Iron Maiden. Porque, ojo, que basaran su repertorio en temas del pasado no significa que tirasen por el camino fácil de tocar un grandes éxitos. Nada más lejos de la realidad. Discos clásicos como “Killers” (1981), “Somewhere In Time” (1986) o “Seventh Son Of A Seventh Son” (1988) fueron excluidos, mientras que por otro lado cayeron canciones como “Sign Of The Cross” o “The Clansman” de su oscura etapa con el cantante Blaze Bayley, pero los ingleses reinaron como quisieron. Estuvieron incontestables, casi de expediente X para tratarse de unos señores de 60 años. Joviales, como si esta fuese su primera gira importante, y mostrándose de lo más cómodos en un escenario de esa magnitud. No es fácil contentar a un estadio con aforo para 50.000 personas, donde cada uno de los asistentes confeccionaría su propio repertorio, pero Iron Maiden –gracias a su sinceridad y a creer ciegamente en lo que hacen– convencieron a casi todos.

 Eddie, en una de sus apariciones estelares, y Bruce Dickinson, pletórico a sus 63 años. Foto: Christian Bertrand
Eddie, en una de sus apariciones estelares, y Bruce Dickinson, pletórico a sus 63 años. Foto: Christian Bertrand

Los fans de la vieja escuela aceptan de buen grado los peajes actuales –canciones más largas, pocos clásicos de los 80, incluso aguantar “Fear Of The Dark” casi como momento álgido– y los nuevos se deleitan con esos clásicos de los 80. Pero es en el terreno intermedio donde todos caen rendidos. Ver a Steve Harris apuntando con su bajo al público en “Aces High” –¿la canción que mejor los define?–, a Eddie haciendo sus apariciones estelares, a un Bruce Dickinson pletórico a sus 63 años tras haber superado un cáncer –con esa teatralidad a medio camino entre Laurence Olivier y Eric Idle– o a la dupla formada por Dave Murray y Adrian Smith con sus fraseos de guitarras dobladas es lo que hace que te olvides de que no han tocado tal o cual canción y tengas cierto orgullo de fan al experimentar cómo son capaces de estar a ese nivel a estas alturas del partido.

Fue toda una lección de cómo llevar la veteranía en el heavy metal y a buen seguro que las dos bandas que abrieron la velada –Airbourne con su hard-rock de ADN australiano y Within Temptation y su metal gótico con toques pop; ambas con carreras ya contrastadas pero estancadas a medio camino en unas trayectorias que apuntaban a más– tomaron nota. Estuvieron bien, pero no dejaron de ser convidados de piedra en una noche donde el único protagonista se llamaba Iron Maiden. ∎

Legiones de seguidores los contemplan. Foto: Christian Bertrand
Legiones de seguidores los contemplan. Foto: Christian Bertrand
Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados