Entrevistado en el Paraíso del Jamón. Foto: Alfredo Arias
Entrevistado en el Paraíso del Jamón. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Jarfaiter: “El rap es calle, peleas y problemas”

El mayor exponente de lo que se denominó rap quinqui ha publicado un nuevo disco tan frontal y combativo como siempre, manteniendo esa línea de mejora en la producción y las barras que va despachando desde hace años. La fama, asegura, lo ha llevado por el buen camino.

Así, de buenas a primeras, ¿me cambiaría de acera si me lo cruzara a altas horas de la noche? Buf, casi seguro. Ahora, bicheándole bien la jeta, escudriñando sus gestos, también me tienta decir que sería el típico a quien invitaría a un chupitillo en circunstancias crapulosas. Es una curiosa mezcla, la suya. Igual que un dóberman. Fino, pícaro, de sonrisa inquieta, al que te entran ganas de acariciar en confianza tanto como te reza la intuición de que estés alerta, no vaya a lanzarte un mordisco de caimán y a masticarte la mano.

“Ten cuidado con el hombre silencioso”, dijo aquel. A quien gasta una lengua larga se le ve venir, y quien la saca poco a pastorear atesora el peligro de lo inesperado. Jarfaiter lo dice todo en sus letras y se reserva en persona. No gasta la actitud de esos pobres chicos del hip hop que cantan sobre la vida perra y la jodienda, cagándola al revelar su grado de inexperiencia. Jarfa canta sobre una derrama existencial chunga y quinquillera de un modo drásticamente honesto. Sin florituras ni sincopadas mariconerías con las que convencer al público de sus piradas marrulleras o de los botijos de pirulas que guarda bajo el colchón.

Es un hecho ineluctable que bajo todo el maquillaje de muchos raperos, sea este el travestismo macarrónico de sus letras o una actitud taleguera de kindergarten, se esconden genuinos tarugos. Zoquetes colgándose falsas medallitas de fuera de la ley que en una refriega solo sabrían tirarse pedos sin control. ¡Prrrrr! ¡Prrrrr! Saltando como monos con la zaga apestando a cloaca. No así Jarfaiter, a quien no me viene mal echar capotes, como al mismísimo Manolete, viendo que compartimos barrio.

Sin ser chupapollas, he de admitir que “No soy nadie” (Jarfaiter-DDB Music, 2024) es un disco que vende lo que promete. Hay un estremecimiento insobornable rebañándolo todo como un coscurro de pan duro en salsa. Se huele una confrontación. Un reto. Y las figuras que mejor definen una época son las que se oponen a ella. Jarfaiter chorrea amoniaco sobre la reluciente cocorota de la música urbana, la pone a cuatro patas y la fustiga, derritiendo su oropel y descubriéndola como lo que es: un viejo alopécico, de nalga fofa, boquita de piñón sobre corpiño de lentejuelas Balenciaga, con poca chicha y na de limoná, que sin su dieta a base de mercadotecnia y pazguatos aullidos de superficialidad no convencería. Aunque sí vendería, claro…

La exitosa presentación de “No soy nadie”. Vídeo: NSC DANI.

Pero Olmo, José del Olmo, Jarfaiter, nunca ha ido de vender y con eso ha convencido. Mucho, de hecho. Se ha ganado durante más de una década el respaldo de un público tan variopinto como el arcón de drogas de Hunter S. Thompson en “Miedo y asco en Las Vegas” (1971) y, ¡oú, mamá!, la cosa no para de crecer. Qué romántico el asunto. Qué lucky strike, qué coup de chance el metraje de esta Super 8 que empieza con un pelao de barrio eructando en la jeta de los hippies y acaba reventando salas y saliendo en pelis. No es un mal golpe… Los hay que con mejores ideas no llegan tan lejos.

De momento, hablando de llegar, Jarfaiter arriba un poco tarde a nuestra cita en el Paraíso del Jamón, en la madrileña Glorieta de Cuatro Caminos, escenario del videoclip de la primera canción con que abrió boca del disco, “Jota castellana”. Tiene un lance majete, de baja confrontación. Sin butrón, vaya, aunque lo cubre algo parecido a la peligrosa timidez del que con tres pelotazos se pone en plan Begbie, de “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996).

Aparca ante mí cagándose en los muertos del pimpollo que está arrancando sus pegatinas de las señales de tráfico y los postes. “Un puto nazi. Como lo pille por el barrio se le van a quitar las ganas de tocar las pegatinas. Ya verás…”, dice. Sé que suena inquietante como comentario. De tío al que le vibra el ojo y tiene el hocico lleno-babas, retorciéndosele la rabia tras una nuez que palpita a ritmo de conejo… pero no. Jarfaiter lo dice sin notificar odio ni mala sangre. Más bien un destello de responsabilidad y compromiso. Como el que pela una cara a nudillazos igual de tranquilo que una naranja.

Finalmente, nos escurrimos hasta el fondo del Paraíso del Jamón, donde ambos saludamos al otro protagonista del videoclip de “Jota castellana”; Zacarías, el tipo de cantinero que te atiende con ese salero fraternal del que anda cada día más bulímica la hostelería. Jarfa pide un refresco. Bebe poco, casi nada, desde hace un tiempo. Plato de tapitas mediante, descorchamos la charleta.

“Jota castellana”. Clip: NSC DANI y Marko Drap.

Tus temas no parecen beber ni solo ni directamente del rap, ¿no?

Lo primero que mamé fue la música que escuchaba mi padre. Mucho rock, mucho blues, algo de punk y heavy… Esa línea. Luego, a los ocho años, empecé con el rap por una amiga de mi hermana que me dejó unos discos y unas cintas. De ahí empecé a investigar por mi cuenta. Cuando salió la peli de “8 millas” (2003) de Eminem, típica, por ejemplo.

¿Algún nombre que destaques?

Así, de pequeñito, Mucho Muchacho, 7 Notas 7 Colores, Arianna Puello, Sondkalle… Y luego ya me lancé al punk: Kaos Urbano, Animales Muertos, Arpaviejas…

Te has mantenido muy fiel a tu estilo, a la naturaleza original de tu música. ¿Crees que algún día te dará por cambiar?

Creo que me mantendré fiel. Si algún día tengo que cambiar de estilo por obligación, prefiero no hacer música. Aunque tampoco me veo del todo cerrado, porque hago música romántica, manejo otro tipo de bases… No me veo cambiándolo, pero no hago solo eso, ¿sabes?

¿Por qué le tienen que dar por el culo a la música urbana?

A mí esto de la música urbana es algo que no me está gustando nada porque estoy viendo como que antes había estilos musicales, culturas urbanas y tribus, y la gente se significaba con un género. Ahora todo se está globalizando y la música va encaminada a llevar un mismo mensaje, unos mismos valores que son una mierda. Veo que han cogido algo muy valioso, con su propio sabor, y lo comercializan, pervirtiendo su esencia y transformándolo en una cosa que ya hay mucha gente haciendo. Por eso no me gusta lo que llaman “música urbana”. Me parece algo muy prefabricado, muy vacío de contenido, totalmente sistémico…

“No me creo un personaje. Soy yo en mi día a día. Todavía entro en un sitio y miro las cámaras de seguridad. He estado haciendo trapicheos hasta hace nada, que he conseguido vivir solo de la música”

¿Qué te parece esa necesidad de fardar de calle y líos tan imperiosa en el rap?

Yo creo que es necesario. El rap es calle, peleas y problemas. Para que sea rap de verdad, tiene que tener ese contenido. Lo que no puede ser es que tú para hacer rap, por querer hacer rap, estés dando ese contenido si no lo has vivido. Para mí el rap real habla de liadas sinceras, verídicas, vividas en primera persona. A mí el rap educativo, de métrica y tal, pues no me gusta… A mí me mola que tenga un mensaje y un trasfondo.

La fama, se conoce, te ha llevado por el buen camino…

(Ríe) Sí, sí… La fama, al contrario de lo que se dice de la mayoría, me ha llevado por el buen camino porque he tenido que dejar de hacer cosas malas por ella. Me ha centrado.

¿Dónde empieza José del Olmo y dónde empieza Jarfaiter?

Somos la misma persona. No me creo un personaje. Soy yo en mi día a día. Todavía entro en un sitio y miro las cámaras de seguridad. He estado haciendo trapicheos hasta hace nada, que he conseguido vivir solo de la música. No, no hay diferencia.

¿Aspiras a la trascendencia?

Sí, tío. No diría que es mi principal motivo, pero a mí lo que me interesa es que el día que me muera lo que he hecho quede en la historia. Es algo que me abruma, pensar en el olvido. Y si haces algo grande, te van a recordar.

¿Dónde empieza José del Olmo y dónde empieza Jarfaiter? Foto: Alfredo Arias
¿Dónde empieza José del Olmo y dónde empieza Jarfaiter? Foto: Alfredo Arias

Tengo curiosidad, ¿qué te mola leer a ti?

Pues ahora estoy con “La espiral del mal” (2023), de Benjamín Rueda. Y con “Fidel Castro: biografía a dos voces” (2006), de Ignacio Ramonet. Son un ejemplo de lo que me gusta, que es leer sobre política y crimen.

En tus discos hay una atmósfera castiza, de la golfería española y la reivindicación de la cultura patria. Y hay gente que estas cosas las relacionan con lo facha. ¿Qué te parece?

Yo creo que eso es un error. Uno tiene que estar orgulloso de donde es y de la cultura que le han dado. La gente tiende a hacer eso en España por la historia que tenemos. En nuestra sociedad se mira demasiado hacia fuera. A Norteamérica, sobre todo. Pero, realmente, aquí tenemos una cultura mucho más rica, con una historia que ya quisieran otros. Y a mí me encanta viajar y conocer otros lugares, pero eso no hace que deje de apreciar el lugar de donde vengo. Si vas a un país y no te mola que se parezca a Estados Unidos, tampoco te debería gustar que tu país se pareciera a Estados Unidos, ¿no?

Algunos punks decían que el amor era una cosa de putos hippies. ¿Qué piensas?

No estoy de acuerdo. Soy una persona muy romántica y me gustaría formar una familia. Sí que pienso que las relaciones amorosas están muy corrompidas, porque se fomenta mucho el individualismo, no queriendo tener parejas por egoísmos sociales y también por precariedad económica. Pero sí soy un defensor de la familia y de lo que supone compartir tu vida con alguien.

¿Dónde te pillaste tu típica chaqueta verde?

En el Deportes Gálvez, de la Avenida de la Albufera. Estaba en una cesta de estas, de rebajas. Y me la pillé porque me recordó a uno de los que salen en un videoclip del grupo Mafia K’1 Fry.

“Ahora la gente vive para las redes. En Tuenti no intentabas tener más seguidores, ni hacerte famoso, que es lo que hace la gente ahora, sin ningún tipo de habilidad. Era una época despreocupada. Ahora es todo postureo y felicidad de plástico”

Dices en el disco que “no eres nadie”. ¿Quién eres entonces?

Una persona cualquiera. Como tú, que trabaja y sale adelante. Quiero decir que no soy más que nadie. Nadie me tiene que tener un trato especial. Es una forma de quitarme todo ego y pretensión. A mí y a todos, claro.

Las letras de este disco, y otros tuyos, están plagadas de coñas y barras bastante graciosas. ¿Lo haces premeditadamente?

A decir verdad, me salen cuando me enfado y luego lo leo y me hace gracia. Las escribo en serio y luego me doy cuenta de que me descojono (ríe).

¿Ha habido un cambio de la era Tuenti a esta nueva era TikTok?

Exagerado. Ahora la gente vive para las redes. En Tuenti no intentabas tener más seguidores, ni hacerte famoso, que es lo que hace la gente ahora, sin ningún tipo de habilidad. Era una época despreocupada. Ahora es todo postureo y felicidad de plástico.

A propósito de una de tus letras: ¿la pasta para el camello o para la farmacéutica?

Para el camello. Las farmacéuticas ya se llevan mucha pasta. Manejan una liada a nivel mental impresionante con sus productos y ¿se van a quedar también con lo demás? ¿Qué nos queda a nosotros, si no? La droga, quienes la manejan por arriba, son gentuza igual. Pero al menos el que la vende a pie de calle no necesita formarse y es una oportunidad para gente sin recursos. ∎

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