John Martin Maher (Mánchester, 1963) responde desde su casa en Cheshire, al sur de su ciudad, a la que sigue muy apegado: “Demasiados futbolistas en la zona”, explica. El arquitecto del sonido de The Smiths nunca podrá desprenderse de esta etiqueta. Tampoco le importa. Muestra su orgullo por formar parte de los precursores del indie, por sus valores y convenciones estéticas. Finiquitado el grupo que le dio fama mundial, el músico conocido como Johnny Marr colideró Electronic con Bernard Sumner, que si suena a Pet Shop Boys es porque también contó con la aportación de Neil Tennant. Los de Londres habían perjurado que nunca incluirían guitarras en sus trabajos, pero Marr ya había salpicado algunas canciones de “Behaviour” (1990), el cuarto álbum de Pet Shop Boys. Entrados en este siglo, su aventura al frente de The Healers no levantó el vuelo y no consolidó un proyecto propio hasta 2013. Una década celebrada ahora con el recopilatorio “Spirit Power. The Best Of Johnny Marr” (BMG, 2023).
“Lo hice porque tenía las material”, cuenta Marr. “Llevaba años tocando con The Cribs y mientras estaba de gira escribí algunas temas. Tenía ‘The Messenger’, ‘Word Starts Attack’ y ‘European Me’. Lo de los Cribs se acabó y no quería dar esas canciones, tener que cambiar parte de la letra o la música. Así que reuní a mis músicos favoritos de Mánchester. Sacamos el primer disco (se refiere a “The Messenger”, de 2013) y me encantó. Creo que lo hemos hecho muy bien a lo largo de estos años. Hemos disfrutado tocando como teloneros de grandes públicos con The Killers, Blondie o Noel Gallagher. Delante hay gente que no necesariamente conoce ‘Spirit, Power & Soul’, ‘Night & Day’ o ‘New Town Velocity’. También están los fans que han estado conmigo durante cuarenta años. La energía es muy positiva, será que las canciones están bien”.
Aunque lo de los Smiths acabó como acabó, Johnny Marr nunca ha desechado el distinguido legado del grupo. “Creo que sería extraño si no tocara esas canciones”, explica. Composiciones que siguen apelando tanto a coetáneos, generaciones posteriores y adolescentes que a pesar del cambio brusco en los tiempos se sienten interpelados. “Es algo que me enorgullece mucho”, reconoce. “Sin falsa modestia, lo entiendo. Creo que algunos grupos tienen una calidad atemporal y eres afortunado si formas parte de uno de ellos. En mi adolescencia me encantaba The Velvet Underground, y si alguien descubre ahora The Smiths, o incluso Electronic, con 15 años, es como cuando yo descubrí a la Velvet”. Canciones que sobrepasan la obsesión por el pasado, la característica central de la cultura pop actual. ¿Nada de nostalgia, entonces? “Para nada. Para mí la nostalgia significa tocar música empalagosa e insustancial. Todos esos grupos que solo tocan sus viejos ‘hits’. Para mí, eso es nostalgia. Nosotros no hacemos nada de eso”.
Lo que evidencian “Playland” (Warner, 2014), “Call The Comet” (Warner, 2018) y “Fever Dreams Pts 1–4” (BMG, 2022), los trabajos que completan su discografía, es a un músico disfrutando sin presión de lo que siempre ha querido hacer. “Soy un guitarrista profesional”, sentencia. “Antes de estar en los Smiths estuve en un par de grupos con dos guitarras y un cantante. Era el momento de la new wave y hacíamos algo por el estilo. Así que ha sido un poco volver a lo que hacía con 17 o 18 años, pero con mucha más experiencia. Musicalmente ha sido volver a escribir y componer como cuando era un crío. Cuando estuve con Modest Mouse o The Cribs solo quería tocar la guitarra”.
A sus 60 años, a pesar de las ideas claras y los gustos más que definidos, Marr no se revela como un personaje obcecado. “La cultura siempre es creada por las nuevas generaciones y así es como se supone que debe ser. Ahora hay muchos nuevos factores que influyen a la hora de crear corrientes, especialmente la tecnología. Escucho música que no tiene guitarras y que me gusta mucho. Como artista, me inspiro y tomo ideas de todo lo que me gusta. No soy un purista, tomo todo lo que es relevante de cualquier sitio. Hay espacio para todos los estilos. Solo pienso que lo que hacen las guitarras es más estimulante, grande, interesante. No importa la edad. Lo que te dan dos guitarras es una cierta actitud que solo se puede lograr de esta manera. Hay nuevos grupos como The Murder Capital o Sorry, especialmente muchos grupos de chicas, que le están dando al rock una nueva dimensión. Grupos como The Mysterines”.
El joven Johnny Marr deambulando por su ciudad, intentando introducirse en el mundo de la música, convirtiéndose en fijo de Haçienda y sumergiéndose en la contracultura norteña, una estirpe que había comenzado con los beats ingleses y se había reanimado con el punk, acabó convirtiéndose en uno de los guitarristas más célebres que ha dado el pop. Salido de una ciudad marcada por la clase trabajadora, especialmente sensible a las transformaciones socioeconómicas, rebosante de jóvenes tendentes a cuestionar el relato dominante del progreso y del capitalismo, ve ahora cómo desde hace unos años es una habitual en listas de “mejores ciudades para vivir” y receptora de eventos alto standing como el Métiers d’Art Show de Chanel. “Viví varios años en los Estados Unidos. Vi cómo los artistas que ocupaban los centros de las ciudades fueron expulsados porque estos se volvieron demasiado caros y corporativos”, explica en comparación. “Mánchester es una ciudad vibrante, muy pequeña, la puedes recorrer andando en una hora. Ahora ves algunas zonas muy explotadas por las corporaciones y los intereses capitalistas. Es bueno adaptarse a los nuevos tiempos. Mánchester era muy interesante a mediados de los ochenta y cuando yo era adolescente en los setenta. Esa vibración industrial especial. Incluso le favorecía la lluvia. Estoy contento de ver que ahora puede competir con otras ciudades del mundo, que la gente quiera venir a visitarla, pero estos cambios siempre van ligados a que cuatro gilipollas se hagan millonarios”.
“The Smiths” (1984), el disco debut de los The Smiths, se prepara para cumplir cuarenta años el 20 de febrero. El sonido de la guitarra de Marr difuminaba la divergencia entre la guitarra lírica y solista, en un álbum nutrido de divagaciones sentimentales, reflexiones sobre la identidad sexual y observaciones sociales. En medio de la confusión post-punk, un poeta de la calle y un músico autodidacta firmaron canciones como “Hand In Glove” o “What Difference Does It Make?”. La grabación fue complicada. Las primeras sesiones, producidas por el antiguo teclista de The Teardrop Explodes, Troy Tate, fueron desechadas. John Porter, teclista con Roxy Music e ingeniero de las Peel Sessions del grupo, asumió el trabajo.
“La música es la mejor celebración de este cumpleaños”. Para Marr, “el álbum mejora a medida que pasan los años. Todos los discos de los Smiths se han vuelto más interesantes con los años. Aquel disco era muy bueno, con canciones muy interesantes, que siguen sonando de maravilla, especialmente si eres joven. El sonido de los Beastie Boys es interesante, pero la música de los Smiths iba más allá. Mucho más poética, romántica. Me gusta la emoción y la tristeza de algunas canciones. No es música para hacer toda la vida, pero fue la música de su tiempo”.
Entrados en 2024, ¿qué depara el año? “Me gusta mi vida de escritor, compositor y líder de una banda. Quiero seguir disfrutando de este momento. Tenemos una gira en abril por el Reino Unido, conciertos en verano con James y The Charlatans, luego nos vamos a Estados Unidos y me gustaría hacer más conciertos con orquesta” (se refiere a los dos conciertos en dicho formato que ofreció el pasado diciembre en los flamantes Aviva Studios de Mánchester). Un Marr disfrutando al máximo de la música y del mejor momento de su City: “Pep Guardiola es un gran hombre”. ∎

Guitarras y beats a cargo de Johnny Marr y Bernard Sumner, con aportaciones de Neil Tennant. Con New Order en un paréntesis después de tocar techo creativo y emocional con “Technique” (1989), reflejó las nuevas corrientes en el momento en que el rock se fundía con la electrónica bailable. Llegó 18 meses después del primer single “Getting Away With It” (con icónica portada de Pete Saville), quizá la canción más distintiva de un proyecto que se prolongó hasta 2001.

Desubicado, el proyecto más rockero de Johnny Marr, con la participación de Zak Starkey en la batería y Alonza Bevan (Kula Shaker) como bajista, llegó perdido en el tiempo. Por momentos puede sonar a los Stone Roses sin chispa de “Second Coming” (1994), o lo que quedó de aquello en los The Seahorses de John Squire. Una sonoridad deudora de la segunda fila del britpop, completamente exprimida y con el flujo de la corriente estética instalado ya en Nueva York.

Una particular simbiosis que dio algunos de los mejores momentos del grupo estadounidense, que ya venía en buena inercia tras “Good News For People Who Love Bad News” (2004), en el que se encuentra “Float On”. La particular voz inquieta de Isaac Brock, sus arreglos poco convencionales como una especie de Talking Heads pasados por el filtro del indie guitarrero del momento, congeniaron con particular equilibrio con las guitarras de Marr: “Dashboard” es, quizá, el ejemplo más palpable.

A The Cribs le jugó en contra su momento. Demasiado políticos para un rock británico que entonces daba carnaza de sobras a los promulgadores de la insustancialidad de la mayoría de grupos y el nulo peso ideológico de aquello. El cuarteto de Yorkshire hubiera encontrado un lugar en el mundo en la ola de punk rock concienciado de la generación presente. Con Marr firmaron el que posiblemente fue su mejor disco. El grupo sabía rodearse de lo más granado. Además de contar con Marr en plantilla, trabajaron con Edwyn Collins y Alex Kapranos como productores. ∎