Fiesta con principios. Foto: Giuseppe Maffia
Fiesta con principios. Foto: Giuseppe Maffia

Concierto

La noche mágica de LIBERATO

La noche del 23 de septiembre, la sala Razzmatazz de Barcelona se convirtió en Nápoles. Con entradas agotadas y camisetas del SSC Napoli, LIBERATO transformó el concierto en un ritual colectivo: rosas azules, globos rojos y una bandera palestina recordaron que lo suyo trasciende el amor. Entre trap, R&B y tradición napolitana, sus himnos fueron coreados hasta borrar la línea entre artista y público. Misterioso tras su capucha, LIBERATO no ofrece un show: regala comunidad, poesía y libertad.

Desde el primer acorde de “TURNÀ” hasta el estallido colectivo con “TU ME FAJE ASCÌ PAZZ”, la sala fue un hervidero de emociones. Todos tarareaban canciones de LIBERATO. Entradas agotadas desde hace semanas, no cabía ni un alfiler: camisetas y bufandas del Nápoles ondeaban entre el público, rosas azules pasaban de mano en mano, los gritos y la euforia lo llenaban todo. De golpe el público, como si se tratara del mismísimo César, empezó a gritar: “¡Liberato! ¡Liberato!”.

Lo que pasó sobre el escenario de la sala barcelonesa fue un ritual urbano, una rosa proyectada brillaba como emblema; ante el público, flotaban globos rojos en forma de corazón. Ya en el primer momento, apareció una bandera de Palestina colgada del sintetizador –como en su actuación en Primavera Sound 2024– recordando que LIBERATO no se limita a lo sentimental: también sabe mirar al mundo y convertir su arte en gesto social. LIBERATO viaja entre el trap, el R&B, la electrónica y la tradición napolitana. “NOVE MAGGIO”, “ANNA”, “OI MARI”… Cada tema era recibido como un himno colectivo, coreado de principio a fin. El Auto-Tune, tan propio de su estilo, se convertía en eco de la multitud, hasta el punto de que a veces era difícil distinguir la voz de LIBERATO de la del público.

Desde 2017, su anonimato es ya parte del mito: nadie sabe quién está detrás de la capucha. No hay entrevistas, selfis, ni discursos. LIBERATO es un universo estético donde la música se mezcla con imagen, poesía, símbolos y memoria urbana. Un imaginario tan personal como compartido.

Supera esto, Rosalía. Foto: Giuseppe Maffia
Supera esto, Rosalía. Foto: Giuseppe Maffia

Se caracteriza por ir tapado con una capucha y una malla metálica, como un caballero medieval de la Mesa Redonda. Nadie sabe quién está detrás. Desde que empezó en 2017 con “NOVE MAGGIO” en YouTube, su anonimato se convirtió en parte del juego que envuelve su música. Incluso no se sabe si siempre es el mismo cantante o cada vez uno distinto.

Si lo comparamos, vemos cómo C. Tangana juega con la ironía pop y la reinvención de lo tradicional; Rosalía explora lo urbano desde la raíz flamenca; Carla’s Dreams se esconde tras máscaras para crear experiencias teatrales. Pero LIBERATO es otra cosa: un mito urbano que hace de la ciudad y del anonimato su mayor bandera.

Las canciones de amor y pérdida como “TU T’E SCURDAT’ ‘E ME” y “O CORE NUN TENE PADRONE” convivieron con la celebración identitaria de “PARTENOPE” (el primer nombre de la ciudad de Nápoles). Todo envuelto en una puesta en escena donde la rosa y la constelación se proyectan en la pantalla. Sus conciertos son actos de conciencia donde estética, emoción y mensaje conviven sin perder fuerza poética. La música hace vibrar a su público de manera íntima y colectiva.

Su música ha cruzado fronteras, llevando la cultura napolitana lejos y transformando su idioma –recuerden: el napolitano es una lengua romance, no un dialecto del italiano– en un lenguaje universal. Es un viaje de regreso a la fuente, a la energía primitiva que sentimos cuando la música nos atraviesa y nos une. Cada bajo late como la madre de la ciudad, recordándonos que su música no es moda, sino comunidad, libertad y un lenguaje compartido. Es un regreso a los orígenes con el lenguaje de calle, con el napolitano, con la memoria urbana que late en las calles de Nápoles.

Ceremonia colectiva. Foto: Giuseppe Maffia
Ceremonia colectiva. Foto: Giuseppe Maffia

LIBERATO nos regala un universo de cine, donde cada gesto, proyección y símbolo tienen múltiples capas de significado. Incluso artistas españoles como Rosalía exploran la fusión de lo urbano y lo tradicional, pero LIBERATO es un mito urbano: su anonimato y la fuerza de sus símbolos lo convierten en un proyecto que trasciende la celebridad y la industria musical.

Un concierto de LIBERATO no se puede olvidar. Es un viaje al origen, un encuentro con lo más primitivo de la emoción musical, un acto cultural, de poesía urbana que abraza al público. LIBERATO hace que Nápoles se una con un solo latido con el resto del universo, recordándonos que los símbolos, el idioma y la música pueden ser vehículos de libertad, solidaridad y pertenencia.

Hay que decir que no sabemos aún si se trata de un grupo real o una promoción turística de Nápoles. Si fuera así estaríamos ante la mejor estrategia de márketing que podría tener una ciudad. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados