Su fichaje por la discográfica madrileña trae inevitablemente a la mente la sombra de Depresión Sonora, una de las influencias más palpables en su discurso. “Lucas Rossetto, mi mánager, tiene muy buena relación con Sonido Muchacho desde hace unos años; de ahí, cuando le hablaron de la idea de traer el sello a México a desarrollarlo, saltó mi proyecto en la conversación y lo hicimos”, comenta. Reconoce que la importancia de Marcos Crespo, uno de los músicos españoles más presentes en festivales internacionales ahora mismo, fue capital para la génesis de su proyecto: “Por él fue que quise intentar hacerme sonar a una banda entera desde mi laptop, y la idea es seguir sus consejos y experiencias en lo que pueda. Además es un buen amigo”, reconoce.
“Terco” –uno de los adelantos del álbum, junto a “El Sol”, “Marea”, “Dispara”, “Niños” y “¿Hoy a qué vamos a jugar?”– suena más luminosa, más pop y más atemporal que cualquiera de los cortes de su producción anterior. Al menos, a mí me lo parece. De hecho, tiene un algo que me recuerda a Golpes Bajos. Josúe no los conoce, pero asume que le “gusta pensar las canciones de una manera muy ‘catchy’”, y cree que “el rock en español ochentero tenía bastante de eso”. En realidad, da la sensación de que le gustaría ir alejándose del frío after-punk de corte exsoviético que ha orlado algunas de sus síntesis promocionales para transparentar con mayor claridad su origen tijuanense, acariciado por la calidez climática de la Baja California. Por eso cuando le menciono a Molchat Doma o a Motorama esgrime que “al principio sí me influenciaban, especialmente Motorama”, pero que “ahora mismo ya no los escucho mucho porque me interesan otras cosas”, al tiempo que esgrime que “Tijuana está muy presente en mi música desde mi manera de componer. El regional mexicano que identifica a mi ciudad considero que es el género sierreño, que tiene letras muy dramáticas sobre las emociones, todo muy desgarrador, y al mismo tiempo Tijuana está llena de luces en la noche, y pensar en este frenesí me recuerda mucho a mi proyecto”. Algo que enlaza con su pasión confesa por bandas como sus compatriotas Caifanes, pero también con algunas de las cimas del rock argentino de las últimas dos décadas. “Estoy escuchando ahora mucho rock argentino de los noventa y de los dos mil: estoy clavado con ‘Jessico’ de Babasónicos”, dice. Un álbum que fue punto de inflexión comercial para la banda liderada por Adrián Dárgelos, y que se publicó en 2001, antes de que él mismo naciera.