Orgullo de barrio. Foto: Foto: Marina Tomàs
Orgullo de barrio. Foto: Foto: Marina Tomàs

Entrevista

Las Ninyas del Corro: brillantes y currelas

El dúo barcelonés formado por Laüra Bonsai y Felinna Vallejo vive su mejor momento tras la publicación de su rotundo segundo álbum, “BITCHES IN BUSINESS”. Lo podremos comprobar gracias a una nutrida agenda de conciertos durante este mes y los próximos.

Hace tiempo que Las Ninyas del Corro suenan, que tienen merecido reconocimiento, que están dentro. Que, parafraseando el título de su último álbum, son “BITCHES IN BUSINESS” (Taste The Floor, 2024), la continuación y salto cualitativo con respecto a su debut largo, “Onna Bugheisa” (Autoeditado, 2021). El presente sonríe a las raperas Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, que saben que talento y trabajo se retroalimentan. “Tras el anterior disco estuvimos mucho tiempo sin entrar al estudio. Pasamos por una especie de angustia rara de no poder dedicarle tiempo a la creación en la que ambas estábamos muy confusas con eso. Empezamos con una línea más dura pero lo acabamos transformando en lo que necesitábamos, algo mucho más divertido y con el mensaje de que estamos aquí, dentro de la industria”, explica Laüra.

Los quince temas de “BITCHES IN BUSINESS”, con la afinada producción de Esse Delgado, no hacen prisioneros. Son canciones que antes pasaron por un exigente filtro, el de ellas mismas. “Somos muy pesadas. Las dos y Esse le damos cincuenta vueltas a las cosas. Nos pasó con un tema que al final no salió, un descarte, que la peña decía que estaba guay y nosotras: ‘No’. Yo ahora no me voy a permitir escribir ninguna letra que esté por debajo de ‘Bitches In Business’”, afirma Felinna, mientras Laüra asiente: “También creo que nuestro público nos exige”.

“BETTY BETTY”, visual por Laüra Bonsai.

Lejos de la casa y el parque

De notas en el móvil más que de libreta, reconocen que nunca dejan de pensar y apuntar frases que más tarde podrán desarrollar para una canción. Está más que demostrado que saben escribir dando en la diana, capaces de hallazgos del tipo de “como con mis padres si no hay bolo el finde / pero no los veo hace varias semanas”, donde el egotrip se funde magro con la melancolía. Es el precio a pagar, estar lejos, perderte momentos especiales, como reconoce Felinna. “Ese tema, ‘Punto de partida’, lo escribimos en un momento en el que estábamos tan para arriba y para abajo que no te daba tiempo a ubicarte en ningún lugar. Era la gira del primer disco, todo iba muy rápido y yo tenía ganas de ir a comer unas lentejas a casa de mi madre. Esa canción es un desahogo y un recordatorio a nosotras mismas de lo que es casa”.

Nadie les ha regalado tanta excursión fuera. Todavía en la veintena, llevan mucho tiempo pegándose con las rimas. “Hemos vivido mucho de muy jóvenes. Con 11 o 12 años estábamos en los parques con gente más mayor. Tenemos una mentalidad fuerte de aprovechar el tiempo y el trabajo. Mucha gente nos dice que deberíamos divertirnos más, y sí, pero tenemos claro que esto es un trabajo y no queremos que eso se entrometa en el camino”, asegura Laüra, que pone el acento en el apoyo familiar que ambas reciben.

Hablemos de sexo y salud mental

En “BITCHES IN BUSINESS” aparecen también amigos y amigas. Cruz Cafuné, Ill Pekeño y Ergo Pro, La Blackie o Giada Longo ponen la guinda al pastel de un álbum que debería pasar a formar parte del canon del rap en castellano desde ya. A todo lo que tienen que decir, y a conseguir llegar al oyente con ello, le suman la capacidad para facturar hits redondos. Lo son las más populares “The Wave” o “Tridente dorado” tanto como “Yucatán” o “Kids”. Otro de los rasgos que le sienta bien a su hip hop es la falta de miedo a la hora de tratar sin tapujos, con naturalidad, el disfrute de los cuerpos. Sí, mojigatos, pónganse a cubierto, aquí hay dos chicas hablando de sexo. “Los hombres han sido explícitos desde siempre y nadie los ha juzgado por ello. Si explico la realidad desde mi perspectiva y un hombre desde la suya, igual se entenderán mejor las cosas. A quien se escandalice, pues lo siento. Que lo coreen los chavales en los conciertos porque conectan con nosotras me parece la hostia. Que ellos hagan por entendernos, ahí está el verdadero quid de la cuestión”, sostiene Felinna.

“Los hombres han sido explícitos desde siempre y nadie los ha juzgado por ello. Si explico la realidad desde mi perspectiva y un hombre desde la suya, igual se entenderán mejor las cosas. A quien se escandalice, pues lo siento. Que lo coreen los chavales en los conciertos porque conectan con nosotras me parece la hostia”

Felinna Vallejo

Otro de los issues que se pasean por sus temas no puede rimar más con el tiempo que nos ha tocado vivir, y también con el espacio, en uno de los países que más ansiolíticos consume de toda Europa. En efecto, la salud mental. Un asunto que, en el caso de la música, se anuda, perverso, con cuestiones como la sobreexposición creativa y digital. “Empezamos con esto como una forma de desahogarnos, de expresarnos”, cuenta Felinna. “Ahora es un arma de doble filo, porque estás trabajando y exponiéndote públicamente con lo que tú sientes y piensas. Te estás abriendo en canal al mundo”. Para Laüra, “hay que estar preparadas para estar ahí, tienes que estar mentalizada para que eso no te importe. Tenemos amigos que son buenísimos rapeando y podrían ser los mejores, pero no lo son porque no se exponen, porque no quieren subir un tema a YouTube. Y yo entiendo que haya gente que quiera estar tranquila o que crea que le va a afectar”.

La rueda gira

La rueda no para de girar. Las dos son conscientes de que un disco como “BITCHES IN BUSINESS”, cerca de una hora de música justo cuando la atención se cotiza más cara que nunca, hay que cuidarlo. Hay que hacer que el esfuerzo luzca, que es también una manifestación de cierta conciencia de clase. Del lanzamiento hace medio año y por eso no existe, de momento, el proyecto concreto de otro larga duración. Pero se equivoca quien piense que Laüra y Felinna no están trabajando en más música. De hecho, esta conversación de finales de verano se produce solo semanas después de que vuelvan a Barcelona tras grabar nuevos temas en la capital alemana y en la de la Costa del Sol. “Berlín ha sido una oportunidad junto a otras mujeres de todo el mundo. En Málaga estuvimos con Foyone y Faenna, que son amigos. Ha sido más por salir de aquí e ir a trabajar con otra gente en otros estudios, hemos querido viajar en vez de esperar a que venga la gente. Son temas más en formato ‘colabo’ que de un disco”, apunta Laüra.

Lo que ocupa el presente de las Ninyas es, además de su última canción publicada, “BETTY BETTY”, la gira de presentación del “BITCHES…”. Un tour que entre este otoño y la primavera de 2025 las va a llevar por prácticamente toda la geografía del país. Este mes de diciembre actuarán en Valladolid (5) y Valencia (7). El 31 de enero en Bilbao. En febrero, citas en Santiago (14), Gijón (15) y Zaragoza (21). El 21 de marzo turno para Málaga. Y el 10 de mayo, concierto en Madrid.

Estos conciertos los han pensado como espectáculos en los que el baile y la puesta en escena sean importantes. “Cuando nosotras vamos a un concierto valoramos mucho el show. Intentamos sorprender y mejorar todo el rato”, señala Felinna, que también habla de un buscado cambio de vestuario. “Reforzamos nuestra identidad, sí, somos mujeres, pero no somos el plus para tu festival o la cuota para tu disco. Han sido muchos años de adoptar la estética de los hombres porque era lo que había, pero eso se acabó”. “Somos muy exquisitas en el sentido de querer encontrarle una magia a todo. Y no solo en las letras, sino también en cuanto a conceptos visuales”, añade Laüra. “Los raperos aquí nunca han bailado. Solo los Solo tenían un tema que se llamaba ‘Baila o te mato’. Para mí, bailar en un concierto de rap es algo casi obligatorio”.

Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, pisando fuerte. Foto: Marina Tomàs
Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, pisando fuerte. Foto: Marina Tomàs

Los pies en el suelo

Fue hace ya tres años cuando apostaron plenamente por la música. Concretamente, decidieron dejar de trabajar en una tienda de ropa para dedicarse plenamente a su arte. Aunque no le hagan ascos a algún que otro egotrip (casi un mandamiento del estilo) en sus canciones, a poder darse el gusto de comer de carta y no menú, el fardar por fardar se queda en los altavoces. ¿Se siguen sintiendo más cerca de la tienda de ropa que de un cochazo? “¡Cien por cien!”, no duda Felinna. “Estamos bien, y somos agradecidas, pero hay veces que nos cuesta llegar a fin de mes. El concepto de ser ‘bitches in business’ es exactamente eso”. En su música sigue habiendo nervio ante las injusticias sin que ello las paralice. Laüra: “Hemos aprendido a entender que nosotras no podemos resolver el mundo. Hemos soltado esa responsabilidad. Hay personas que pueden verse reflejadas o encontrar motivación en nuestras letras, pero estas no van a cambiar un problema social. Porque yo diga ‘en Barna o heredas o te las apañas’ no van a regular el alquiler. Tampoco podemos obligar a la gente de mi barrio a escucharnos. La gente obrera está cansada de escuchar sus problemas porque lo último que quieres es recordarlos. Cada vez hay menos predisposición a escuchar algo realista, la gente quiere olvidarse de cómo le va. Igual a alguien una de mis letras le puede empoderar, pero otra va a decir que vaya turra”.

“Para nosotras es un poco revolucionario. El rap era un escudo para los incomprendidos. Haber logrado llegar hasta esta posición viniendo de donde venimos es un logro porque no hemos tenido medios ni facilidades. Ojalá sirva de referente, como el Morad, que todos los chavales de La Florida quieren ser como él”

Laüra Bonsai

Tienen los pies en el suelo hasta el punto de que en uno de los logos del grupo lo que vemos es la silueta de un puente. Uno como el que conecta el lugar de origen de cada una en la periferia barcelonesa. Laüra es de Sant Adrià de Besòs, la ciudad de las chimeneas de la central térmica y de las crónicas de Javier Pérez Andújar. Es el lugar donde hacemos la entrevista, aunque las fotos de Marina Tomàs que la ilustra fueron realizadas en el MACBA barcelonés. Felinna viene del Bon Pastor, un barrio perteneciente al distrito de Sant Andreu de la capital conocido por su zona de Casas Baratas de hace un siglo. Allí hasta el nombre de su transitado centro comercial, La Maquinista, no escapa a la huella obrera. “El sitio del que venimos nos ha influido en absolutamente todo lo que hemos hecho”, reflexiona Felinna. “Es nuestra raíz y la llevamos por bandera porque sin ella no seríamos quienes somos. Somos chavalas normales de barrios de la periferia de Barcelona. Y gracias al barrio conectamos con esta música. Quizá en otro sitio hubiese conectado con, no sé, el pop. Somos conscientes de que hemos subido a una rueda, que es un paso adelante, que funciona diferente a como lo hace el barrio, pero nosotras seguimos trabajando como siempre. Esto es una carrera de fondo y sigo viviendo en mi calle”. Laüra también coincide en valorar ese paso adelante que han podido dar. “Para nosotras es un poco revolucionario. El rap era un escudo para los incomprendidos. Haber logrado llegar hasta esta posición viniendo de donde venimos es un logro porque no hemos tenido medios ni facilidades. Ojalá sirva de referente, como el Morad, que todos los chavales de La Florida quieren ser como él”. ¿Una colaboración soñada? Con Estopa. Felinna: “Son muy buena gente, majísimos, aunque están hasta arriba de trabajo. Encajaría. Yo me muero, después de eso me retiro”. ∎

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