Andrés Costureras adora la música más festiva, pero la que le toca la fibra es eminentemente triste y oscura. En “Soundtrack Without A Movie”, el quinto álbum de Pshycotic Beats, el nombre de grupo con el que se “esconde” para componer y cantar, lo descubrimos como un cruce entre Scott Walker, Marc Almond, David Sylvian y Bryan Ferry.
Al contrario de lo que pueda dar a entender su alías artístico, Andrés Costureras no parece nada tímido. De hecho, aborda cualquier tema sin aparente problema. Y tiene ante sí un asunto peliagudo que ha marcado prácticamente toda su vida desde los 15 años: un trastorno bipolar que no fue diagnosticado como tal hasta hace apenas dos años. “Tardaron treinta años en diagnosticarme y me han tenido con la medicación equivocada todo este tiempo –explica– porque el trastorno bipolar no se puede tratar con antidepresivos, sino con una medicación específica”. Esa enfermedad mal tratada es lo que ha condicionado toda su trayectoria musical, ya que no actúa en directo y solo se expresa a través de discos… Exactamente igual que The Beatles desde 1966 al final de su carrera… Ni tan mal…
“Llevo yendo a psiquiatras y psicólogos desde los 15 o 16 años”, advierte Andrés. “Siempre he tenido muy claro que mi proyecto musical es de estudio y tiene muy difícil traslado al directo, por toda esa carga de estrés que me puede suponer montar un concierto. Y, desde luego, lo que no quería en ningún caso era hacer un directo poniéndome delante de un ordenador, soltar las bases y ponerme a cantar, porque eso no es lo que pide la música. Me gustaría hacerlo con un grupo, pero no puedo planteármelo porque ni tengo pasta ni puedo, sobre todo, a nivel psiquiátrico, meterme en semejante berenjenal. ¡Bastante es hacer los discos, hacer la prensa, y pasar los nervios del estreno, que, para mí, es como meter la cabeza en el váter!”, añade socarrón.
La enfermedad no le ha impedido, afortunadamente, ser una persona que tomó las riendas de su vida de una forma decidida, siendo consciente en todo momento de que se le puede considerar, coloquialmente, como un friki: “Nunca pretendí ser músico o tener una carrera ni nada”, comenta. “Hice mi primer disco como hobby. El único objetivo que tenía era terminar un disco y ya está. Sí es cierto que fui un niño muy melómano y a los 4 años ya le pedí un disco de Depeche Mode a Papá Noel… Era un friki, hijo de padres muy mayores y con hermanas que me sacaban muchos años: ellas estaban todo el rato con los ‘nuevos románticos’ y ‘Tocata’ en la tele. Esos son los recuerdos de mi infancia. Y me enamoré de los discos y de ese mundo”.
Ese mundo incluye la movida madrileña, de la que terminó convirtiéndose, como él afirma, en“experto, entre comillas”. Y creó un fotolog dedicado a Las Costus, la célebre pareja de pintores fallecidos en circunstancias desgraciadas en 1989, cuya residencia, Casa Costus, en el número 14 de la calle de La Palma, en Malasaña, fue el epicentro de la movida. De ahí surge, también, su “apellido” Costureras, que no es el real, sino por el que se le empezó a conocer, “como cuando, en la época de los fanzines, a Rafa Cervera se le conocía al principio como Rafa Estricnina. Conmigo fue parecido y había gente de la época que sabía que existía este fotolog, pero no sabían quién era yo; creían que yo era de su edad… y resulta que no”.
Andrés estudió Comunicación Audiovisual y trabajó quince años como editor de vídeo, pero no tenía ninguna formación musical reglada. Sin embargo, en 2006 comenzó a crear sus propias piezas musicales, fundamentalmente instrumentales, que iba subiendo a MySpace.“Siempre he sido autodidacta. Nunca me han enseñado nada. Todo lo hago yo solo, con un Logic y ProTools, mediante prueba-error. Lo que sí soy es muy obsesivo, porque cuando no encontraba a alguien que me enseñase a hacer algo que no sabía, daba un puñetazo en la mesa y decía: ‘Pues lo hago yo’. Ahora ya me sale de manera natural y da igual si no sé hacer algo, porque ya sé qué teclas tengo que apretar para aprender a hacer lo que sea”.
Esas primeras canciones transitaban entre la electrónica y el tecno-pop, y llegó un momento en que se abrió un perfil en Facebook con el que pudo conectar con los personajes clave de la música española de los años ochenta.“Un día conocí a Luis Prosper y nos pusimos a hacer una canción para un supuesto regreso de Oviformia SCI que al final no sucedió. Y con el Facebook, que te lo pone muy fácil y te sugiere que ‘si conoces a Luis Prosper, a lo mejor quieres conocer a Patricia Godes’”. Ella fue quien lo animó a mover esas primeras piezas de tecno-pop oscuro, de forma que recopiló todo lo publicado en MySpace y se lo autoeditó en forma de CD titulado “Rexer Flash” (2011), casi casi como el nombre de un antidepresivo. “Patricia es la diosa del periodismo musical español y me explicó cómo hacer mi propia ‘prensa’: me dio unas ‘instrucciones’ para enviar los discos a las redacciones y llamar cinco días después para saber si les había llegado y si les había gustado. En aquella época era más fácil: las cosas se hacían por teléfono y te podías plantar, por ejemplo, en Radio 3 con tus paquetes de discos y decir ‘hola, soy Andrés’. Ahora, llegar a la gente es más complicado”.
La buena aceptación inicial de sus composiciones lo animaron a dar un paso más allá y se decidió“a dejarlo todo durante un año y ver si tenía talento haciendo lo que a mí me gustaría hacer en la música”. En 2013 fundó su propio sello discográfico, Log Lady Records, en homenaje a la Mujer del Leño, el personaje de la serie “Twin Peaks”, y publicó su segundo álbum, “Dormihcum” (Log Lady, 2013), en el que ya existían canciones propiamente dichas. “Siempre me habían dicho que tenía buena voz y buen oído, pero no sabía por dónde tirar con mi voz, para sentirme como realizado. Y entonces descubrí a Scott Walker y pensé que podía intentar cantar en ese estilo”. Su sorpresa fue que la apuesta salió bien. “Jesús Ordovás me llevó a su programa enseguida, sin saber ni quién era. Esto es una cosa que me gusta mucho de ‘la vieja escuela’ y que echo mucho de menos ahora, la accesibilidad de la gente. Aparte de que ahora todo tiene que tener un perfil ‘mainstream’, multinacional y mastodóntico”.
Todo fue saliendo más o menos bien, pero su sorpresa llegó unos cuantos meses después. “Killer Shangri-Lah”, una de las canciones incluidas en “Dormihcum”, cantada por su amiga Pati Amor, llegó hasta los oídos de la responsable de la ambientación musical de la serie “Killing Eve” (2018-2022), una idea de Phoebe Waller-Bridge, la creadora de “Fleabag” (201-2019), y le solicitaron los derechos para incluirla en la primera temporada de la serie. “Soy muy fan de ‘Twin Peaks’ y ‘Killer Shangri-Lah’ terminaron incluyéndola en la lista de reproducción de una de las páginas de fans de ‘Twin Peaks’ más grandes que hay, y a toda la gente que es fan de la serie de David Lynch le empezó a gustar y el algoritmo empezó a detectar el movimiento, hasta que se incluyó en la lista de Discover Weekly de Spotify y a la supervisora musical de ‘Killing Eve’ le saltó la canción”, explica cuando se le pregunta por el inesperado itinerario seguido por la canción. “Un día que estaba en el médico, me escribió una señora en inglés diciéndome que quería utilizarla en la serie. Y al final salió y me encontré un día con que me escribían de los Globos de Oro para preguntarme si podía sonar mi canción si la serie resultaba premiada… ¡Me explotaba la cabeza! ¿Cómo puede ser? Yo estaba hacía cinco años rascándome el culo, porque si no llego a conocer a Patricia Godes nunca en mi vida hubiera intentado hacer música, y, de repente, me encontraba en esta situación. Al final, nunca sabes por dónde va a sonar la flauta”.
Después de publicar “The Black Sea” (Log Lady, 2017) y “Festering” (Log Lady, 2022), en octubre ha lanzado su álbum más ambicioso hasta el momento, “Soundtrack Without A Movie”, que responde a su necesidad de cambio constante. “Me pongo metas con cada disco, para que sea distinto a lo que ya he hecho. Busco, incluso, que sea muy difícil y que me venga muy grande. En este disco lo difícil era hacer ‘Silence’ con muchos arreglos de cuerda. Vinieron músicos a mi casa y grabamos capa tras capa hasta que monto lo que es una orquesta completa. Para cada ‘voz’ del arreglo voy moviendo el micrófono para intentar copiar o representar la manera en la que se microfonea una orquesta cuando se hace un disco. Y funciona. Evidentemente, no es igual que si te lo hace una orquesta con su director, pero creo que para ser una persona indie, como soy yo, me las apaño… Los tres solos que hay en ‘Silence’ yo quería que fuesen muy evocadores y que tuviesen mucho dibujo en la melodía, para que se aprovechasen mucho todas las posibilidades expresivas de la orquesta. ¿Conoces la exótica de Les Baxter? Es un tipo de los años cincuenta y sesenta, que hacía unos arreglos orquestales alucinantes. Lo estuve escuchando mucho, mucho, mucho y lo que me propuse fue hacer algo de este palo”.
“Soundtrack Without A Movie” surgió, precisamente, en el momento en que le diagnosticaron, por fin, el trastorno bipolar.“Fue entonces cuando supe que tenía razón y que no me habían querido escuchar antes”, comenta con cierta amargura. “Había decidido irme a vivir fuera de Madrid, al campo, a San Lorenzo del Escorial, en el Monte Abantos, alejado de toda la locura de Madrid. Y así surgió también el ‘flow’ del disco, en el que quiero transmitir al oyente que le parezca que está escuchando un disco en un espacio abierto en la naturaleza”.
Sobre la realización de este proyecto musical tan ambicioso, afirma lo siguiente: “Mientras estaba experimentando esta nueva situación (se refiere al conocimiento de la etiología real de su enfermedad) y afrontando los cambios en mi vida, no pensaba para nada en qué iba a ser de mi carrera, ni qué música iba a hacer, ni nada de eso. Pero sí seguía haciendo música, al mismo tiempo que estaba viviendo los cambios. Y me empezó a salir una cosa más atmosférica que no sé explicar: me salió con música lo que no te sé explicar con palabras ahora mismo. Todo son decisiones que no sé muy bien de dónde vienen. Todo es instintivo. Estás durante dos años trabajando en un disco, teniendo como meta algo muy inalcanzable, y durante cada jornada de trabajo has tomado mil decisiones. Esto es lo gracioso de la música: son cosas que van fluyendo, como chispazos”. ∎