El clasicismo de este músico total puede cuantificarse también con los galardones que atesora: Brit, Ivor Novello, Grammy. Además, es Commander Of The British Empire. Pero el peso de la responsabilidad queda prácticamente disipado poco después de la hora convenida –15:30 CET– cuando asoma en la pantalla de mi ordenador un simpático señor de 74 años con apariencia de tener muchos menos. Luce pulóver informal y una versión actualizada de aquellas gafas icónicas de pasta que ha tenido que llevar desde los 4 años. Hándicap superado a medida que se hacía hueco en el mundo de las apariencias –incluido el de la música– gracias a la fórmula infalible de empeño, inteligencia y socarronería. Lo cuenta en sus recientes memorias, “Adventures In Modern Recording. From ABC To ZTT” (2022), donde se guarda para él los detalles del dramático fallecimiento en 2014 de su esposa, Jill Sinclair, pieza fundamental en la historia del fundador del sello ZTT, de The Art Of Noise y del llamado –no siempre para bien– “sonido de los ochenta”.
Lejos de retirarse, Trevor Horn sigue en la brecha con un nuevo álbum de versiones, “Echoes. Ancient & Modern” (2023). En él han intervenido cantantes como Toyah –junto a su marido Robert Fripp contribuye en “Relax”, de Frankie Goes To Hollywood–, Iggy Pop –“Personal Jesus”, de Depeche Mode- o Marc Almond, con quien ya colaboró en “Tenement Symphony” (1990). Un viejo éxito ochentero de Pat Benatar, “Love Is A Battlefield”, es la nueva excusa de ambos. Cuestionado por la oportunidad de un disco a priori tan conservador: “Creo que era la mejor opción, ya que no escucho demasiadas canciones actuales que me gusten, quizá un par cada año. Pero en lugar de hacer un disco orquestal (en 2019 publicó “Trevor Horn Reimagines The Eighties” con The Sarm Orchestra) quería reflejar una luz diferente. En realidad, lo que me apetecía era hacer versiones bonitas con el único fin de entretener, nada más”. Como “Drive”, una de las canciones más hermosas de The Cars. Ben Orr es sustituido ahora por Steve Hogarth, cantante de Marillion: “Cambiamos la clave de mayor a menor (improvisa un fragmento al teclado). Es una pieza bellísima, pero quería alejarme un poco de la original”. Escuchado atentamente, es un álbum que asombra y crece gracias a su detallismo marca de la casa.
No me olvido de The Art Of Noise: “Hemos barajado algunas ideas, es un nombre tan bueno (se le ocurrió a Paul Morley, el ideólogo de Horn en el proyecto y temido periodista del ‘NME’). He grabado alguna pista rítmica sin desarrollar basada en máquinas de vapor (Bobby Bird, de Higher Intelligence Agency, hizo un disco entero en 2022, “Song Of The Machine”), pero de momento no atisbo un nuevo álbum... Sí me gustaría hacer algo conceptual en solitario, un tema largo. Tengo una noción, aún embrionaria…”. Es asombroso que lograra triunfar en los mercantiles años ochenta con un grupo tan experimental: “En la radio no paraban de pincharnos. El vídeo de ‘Close (To The Edit)’ era bueno y se emitía constantemente en la MTV. Es un disco bastante insólito, abstracto, el primero de su naturaleza. ‘Buffalo Gals’ (con Malcolm McLaren) también, pero estaba hecho a base de ‘scratch’. Supongo que todo sucedió en el momento justo, aunque tienes razón, sigue pareciéndome increíble que fuera un éxito de ventas. Es un bonito cumplido por tu parte, muchas gracias”.