Rafael, Isa, Rodrigo y Rubén: nuevas formas del Triángulo. Foto: Ivoryxx
Rafael, Isa, Rodrigo y Rubén: nuevas formas del Triángulo. Foto: Ivoryxx

Entrevista

Triángulo de Amor Bizarro a través del espejo

Mes arriba, mes abajo, hacia el final del invierno llega el momento de la peregrinación trianual a Abanqueiro para recoger explicaciones. En la parroquia de Boiro (A Coruña) está situado el hogar-taller de Triángulo de Amor Bizarro. El origen, el proceso y la conclusión de cada ciclo vital del grupo se gestan aquí.

La banda gallega, integrada por Rodrigo Caamaño (voz, guitarra), Isa Cea (voz, bajo), Rafael Mallo (batería) y Rubén Muñoz “Zippo” (teclados y guitarra), ha titulado su nuevo álbum “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” (Mushroom Pillow, 2020), otra vez su nombre, como en su debut para Mushroom Pillow de 2007, solo que esta vez con las letras giradas bocabajo, en posición invertida. “Los otros discos siempre supusieron abrazar el caos más absoluto”, explica Rodrigo, autor de las letras. “Ahora intentamos ser más minimalistas, que cada canción hablara de menos cosas: una emoción, un sentimiento, una sensación. Por ejemplo, ‘Ruptura’ es hiperviolenta y ‘Fukushima’ simboliza la soledad”. “Nuestro momento vital es distinto. No queremos repetirnos para no aburrirnos; en un año podemos tener veinte canciones, pero todo comienza después de tirar diecinueve y, a partir de la que queda, hacer el resto del disco. Debemos encontrar algo lo suficientemente digno por lo que pasar años encerrados y tocando”, profundiza Isa. La clave aquí es la búsqueda de otra perspectiva. “Hay muchas cosas que me gustan, aunque hay que ver qué puedes hacer y qué es lo que te sale. Ahora hay un montón de bandas en Galicia que fusionan la música tradicional y eso me parece superinteresante, pero me voy al centro social de la aldea y veo a la gente que lleva haciendo folk toda la vida. ¿Qué tengo que aportar yo a eso? Nada. Entonces, que lo haga la gente que pueda profundizar en ese estilo porque lo conoce, como Mercedes Peón. Adoptar estilos porque estén de moda es una producción musical que no vale”, razona Rodrigo. “Es respetable y habrá quien lo defenderá muy bien, pero nosotros necesitamos que nos funcione a varios niveles”, aclaran.

Las canciones que ahora mismo más representan a Triángulo de Amor Bizarro están listas para coger del árbol. Mantienen las marcas de la casa en cuanto a mordida y fuerza, aunque con un tono más melódico. “La aproximación es lo que ha cambiado”, sigue Rodrigo. “No es que hayamos dicho ‘rock’n’roll cero’, pero es otro rollo: estábamos abiertos a todo tipo de opciones, sonidos, escalas, tonalidades... Quisimos probar, investigar, usar otras técnicas en el estudio para hacer un disco de pop contemporáneo a nuestra manera”. Las herramientas tecnológicas aportaron nuevos métodos de producción, como componer con Pro Tools para crear un puzle sobre un folio en blanco. “Lo gracioso fue usarlo de forma creativa, porque es lo menos creativo que hay”, se ríen. “También es la primera vez que Rafa no aporrea la batería, sino que la toca”, suelta Zippo, y aumentan las carcajadas. Rodrigo media en el vacile y apostilla: “Rafa, que tiene un talento rítmico tremendo, descubrió los patrones hechos por el móvil y aparecieron cosas complejísimas”. “Sí, sí, la semilla de la idea es rápida, pero sacarla de ahí es el proceso de años de siempre; no sé cómo conseguimos complicarnos la vida con cosas que se supone que son rápidas”, objeta Isa. “Pero el punto de partida es más fresco”, alega Rafa.

“No es que hayamos dicho ‘rock’n’roll cero’, pero es otro rollo: estábamos abiertos a todo tipo de opciones, sonidos, escalas, tonalidades... Quisimos probar, investigar, usar otras técnicas en el estudio para hacer un disco de pop contemporáneo a nuestra manera”

Rodrigo Caamaño

La magnitud del trabajo de edición se calibra en la multiplicidad de versiones por canción y que incluso se planteen seguir desarrollando temas inacabados. La primera grabación de “No eres tú” consistía en cuarenta minutos de improvisación en el estudio que redujeron a 05:20 en el ordenador. “Como no queríamos fijar los arreglos y que la canción perdiese el rollo que tenía, nos fuimos al método antiguo de The Beach Boys, The Rolling Stones o Pink Floyd, porque tenían un presupuesto de la hostia. Grababan y grababan horas y después editaban”. Empezaron a registrar en marzo en su casa de Boiro el disco en el que más han trabajado como productores, y hay algunos audios que se mantuvieron durante la grabación en octubre en Estudio Uno (Colmenar Viejo) y llegaron hasta el final. Si ya estaban compenetrados con su productor habitual, Carlos Hernández, esta praxis requirió una coordinación más estrecha. “Para integrar todo eso necesitas a alguien que técnicamente controle el caos de pistas y sesiones. Es una producción más adecuada para música electrónica que para este tipo de bandas, aunque al final el peso de los instrumentos reales sigue siendo predominante”.

Tocarlo en directo será otro reto, ya que mientras que en los trabajos anteriores las canciones sonaban más tocadas, muchos de los temas nuevos están aún por interpretar porque se diseñaron de otra manera. Es en lo que están ahora: desmontar las canciones para volver a montarlas. “Lo que tenemos claro es que no queremos darle al ‘play’ y tocar por encima. Vamos a intentar integrar todo eso en un set de instrumentos reales y analógicos y tendremos que dar vueltas para llegar”, avanza Rodrigo. “Ya veremos –dice Isa–. Con las guitarras subimos las revoluciones a dos mil y con los teclados no podremos subir tanto”. “Vete tú a saber”, replica Rafa. “Seguro que acabamos revisando canciones de otros discos para ver adónde podemos llegar con nuevos cacharros”. Más cambios, como una propuesta escénica acorde con la estética minimalista de “Triángulo de Amor Bizarro” diseñada por Javier Peñalver y cargada de simbolismo. Todo encaja: de nuevo su nombre, pero escrito como si se reflejara en un espejo. “Un reinicio, un segundo punto de partida. Nosotros mismos, pero de otra manera. Con el espejo queda muy claro lo que queremos transmitir”, afirma Isa.

Deliberadamente quisieron huir de la cárcel del disco con canciones iguales y por eso son todas distintas, unidas por cierta organicidad que va desde los latidos con los que se abre “Ruptura” hasta la respiración animal que cierra “Los golpes olvidados”. A Zippo la que más le gusta tocar es “Acosadores”, en la que Isa forma una especie de coro punk con Ariadna Paniagua, de Los Punsetes, con quienes mantienen mucha afinidad. Una enorme distancia media entre “Calígula 2025” y “Vigilantes del espejo”. Si en una la recuperación de su capacidad pulmonar después de dejar de fumar le permitió a Rodrigo venirse tan arriba como para acabar cantando en falsete por primera vez, en la segunda entona un tempus fugit malvado y tentador con visos de éxito festivalero. “Nuestra generación es de eternos adolescentes, y a los 40 nos entra una crisis existencial que confundimos con el fin de la humanidad. Es una canción de maldad pura, de cuarto de baño de un after”, se ríe Rodrigo. Él hacia lo salvaje, ella más melódica que nunca –como en “Cura mi corazón”–: el reparto de las canciones vuelve a funcionar. Hay hasta una reinterpretación de un género ibérico medieval en “Folía de las apariciones”, que envuelve en un compás rápido el romanticismo de “Cumbres borrascosas” y una visión espectral de Kate Bush. Otros préstamos, las afinaciones garageras de “Canción de la fama” suenan envenenadas para conjurar la avaricia y la ambición obscena por la celebridad. En el disco con el tono más intimista hasta la fecha, atisbos de conciencia colectiva y de cierta preocupación por el presente aparecen en “No eres tú”, una llamada a tomar partido. Dictamina Isa: “Vivimos en la prehistoria de la tecnología y estamos pagando el pato”.

Las influencias no varían: siguen escuchando de todo. “Low o Yo La Tengo llevan ahí toda la vida y nos interesan porque no son planos, vienen y van; siguen recogiendo sus guitarras y están en una parte de la música que nos parece más fiel a la verdad que el rollo de gafas de sol, chupas de mil euros y todas esas cosas que acabamos viendo un poco ridículas. A lo mejor en un mercado más cerrado como España hay cierta presión por parecer inalcanzable para que la gente crea que eres más artista, pero la victoria es estar aquí, que pase el tiempo y poder seguir haciéndolo”, reflexionan. Y remata Zippo: “Por eso necesitamos tres años”. ∎

Anatomía de los ciclos

“El hombre del siglo V”
(Mushroom Pillow, 2007)

El mismo año de su debut homónimo, el grupo coruñés publicó “El hombre del siglo V”, una colección de inéditos y demos que constituyen el germen de su potente identidad noise y post-punk. Entre las canciones con las que se posicionaron en el Festival de Benicàssim, se les pueden ver las costuras a sus emblemáticos “El himno de la bala” y “El fantasma de la transición”, con todo su encanto maquetero.

“Victoria mística”
(Mushroom Pillow, 2013)

Sin sacarse el cuchillo de entre los dientes, al tercer disco la melodía entró en sus vidas y al noise le dio el sol. Toda esa amalgama de energía, oscuridad y fuerza de “Año santo” (Mushroom Pillow, 2010) confirma que había venido para quedarse y, además, aquí abraza más colores, se despliega en formas sensuales y hasta se hace corpórea y sudorosa. Es el otro Rubens, distorsionado, y su deambular por el lado salvaje.

“Salve discordia”
(Mushroom Pillow, 2016)

Más que barroco, para ellos es un disco “churrigueresco” en el que lo dieron absolutamente todo. El caos planea sobre un compendio de rock’n’roll con sus palos, sus guitarras y sus acordes, todo ello cocinado con el estilo propio e intransferible de la banda. En directo, alcanzó cotas de volumen y de velocidad sobrehumanas que parecían difíciles de superar. Es lo que hay después de “citius, altius, fortius”.

“El Gatopardo”
(Mushroom Pillow, 2018)

Cuando se publicó “El Gatopardo” no sabíamos que iba a ser tan significativo en la trayectoria de TAB. Ahora es cuando somos conscientes de la ironía en la relectura de Lampedusa –“O, Isa, el Gatopardo quiere cambiar todo para que todo siga como está”, en “El Gatopardo”– y de que este EP político, de canciones crudas y sin traje, era un punto y aparte. “Nos valió para decir: ‘Ahora no queda otra que empezar olvidándolo todo’”. ∎

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