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Firma invitada / Memoria y fantasía

“Chega de saudade”

H

ace unos días quedé con Fernando Trueba para entrevistarle y hablar de su última película realizada junto a Javier Mariscal, “Dispararon al pianista” (2023). Nada más llegar, en un día madrileño soleado y en un oasis de silencio en comparación con el ruido de la ciudad, nos recibió a mi amiga Aitana y a mí con un cariñoso abrazo. Pasamos a su estudio, un lugar muy especial lleno de libros y CDs, y, una vez allí, nos invitó a tomar asiento y nos preguntó cómo nos iba la vida (qué pregunta más difícil...). He de decir que estaba algo nerviosa y los primeros minutos no daba pie con bola, pero empecé a tranquilizarme al señalarme el sofá donde se sentaba mi padre cuando iba a visitarlo. Me contó que pasaban largas horas escuchando música, tomando algo, riendo y charlando. Al recordar esos momentos, a Fernando le brillaron los ojos de emoción y a mí se me puso el corazón en la garganta. Me sentí en casa, como me suele pasar cuando estoy en lugares donde mi padre ha estado. Fernando puso música desde su ordenador y, a través de dos altavoces que parecían suspendidos en el aire por un hilo invisible, sonaba una preciosa canción brasileña, “Que tal um samba?” (2022) de Chico Buarque, acompañado en esta versión en directo por Mônica Salmaso y un público gigante que corea bellas y luminosas frases: “Desmantelar a força bruta / Então, que tal puxar um samba?”, “Cair no mar, lavar a alma / Tomar um banho de sal...”. Fernando dice que esta canción le da ganas de vivir y le produce alegría. Para él supone un “enterremos el odio y la guerra, ya basta. Enterremos la época Bolsonaro y volvamos a enamorarnos y a amar la vida”. Una vez roto el hielo, Aitana me ayudó a colocar los micrófonos y, antes de darle a grabar, ordené los folios en los que tenía escritas las preguntas (creo que solo hice la primera, el resto... me dejé llevar):

— Fernando, ¿recuerdas la primera vez que escuchaste a Tenório Jr.?

— Sí, estaba en Salvador de Bahía rodando “El milagro de Candeal” (2004). Cada día me escapaba a dos tiendas de música, Pedro Lanera y Vino y Música. Compré un disco buenísimo aconsejado por Carlos Galilea y ahí lo escuché por primera vez. Todos los artistas que había en ese disco eran buenísimos, pero la música de Tenório me impactó tanto y me produjo tal curiosidad que empecé a buscar información sobre él y comprobé que no había nada. Investigué, hice muchísimas entrevistas a personas que pudieron en algún momento estar cerca de Tenório. Descubrí que estaba muerto, y no solo muerto, sino que desapareció, y en un país que no era el suyo, ya que Tenório es brasileño pero muere en Argentina en los años setenta, víctima de la dictadura militar cuando fue a acompañar a Vinícius de Moraes a un concierto, ya que era pianista habitual de este.

Adentrarse en “Dispararon al pianista” es como un viaje en el que lo musical, lo personal, lo político, lo real y la ficción se unen y parece que todo es posible. Pequeños elementos de ficción ayudan a contar una realidad en la que se refleja la historia de un músico increíble, y nos permite conocer y disfrutar de su música, como también se convierte en un testimonio de la vida de una persona que fue asesinada en un momento en el que Latinoamérica estaba sometida y subyugada bajo un pleno y severo apogeo dictatorial. La muerte de Tenório Jr., al mismo tiempo, podría ser metáfora de la muerte de la bossa nova en Brasil, género que llegó con fuerza de la mano de Chico Buarque, Caetano Veloso, João Gilberto, Vinícius de Moraes... y que impactó en otros países como Estados Unidos (como ejemplo, los discos de Frank Sinatra producidos por Tom Jobim o la influencia del género en Chet Baker o Ella Fitzgerald), pero que con la llegada de la opresión al poder el espíritu y el alma de la gente a través de la música y la poesía no tuvo cabida.

La bossa nova y el samba jazz nacen al mismo tiempo y se entremezclan en una época muy rica musical y poéticamente hablando, creando una manera de expresar apolítica en un momento en el que la canción protesta estaba en su máximo auge de la mano de artistas como Bob Dylan. No era una expresión romántica al uso, sino que con el mínimo de palabras se conseguía transmitir la máxima emoción. Vinícius de Moraes deja de ser académico y se convierte en el poeta de la gente al cantar situaciones comunes a todos.

Durante la película, todos los artistas entrevistados afirman que la canción “Chega de saudade” de Tom Jobim (quien hizo desear componer y escribir sobre este mundo gracias a su nuevo estilo) supone un punto de inflexión en la manera de entender la vida. Se empieza a cantar de distinta manera y con la conciencia del micrófono.

Es difícil sintetizar y sacar una conclusión final del encuentro con Fernando ya que hablamos de muchos asuntos interesantes, pero me quedo con la defensa de la paz por encima de todo. Tenório Jr. viene a ser uno de los muchos ejemplos de la gran estupidez que es la violencia y la gratuidad de ella. Entre flores, Goyas y Óscar me voy de su estudio con la memoria del corazón rebosante de gratitud, compromiso y amor. ∎

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