Editorial

Talking Heads, imágenes con ritmo

Reivindicamos el papel de Talking Heads como grupo único. Con la edición del DVD “Chronology” (2011), que recoge diversas actuaciones de la banda a lo largo de su carrera, se puso nuevamente de manifiesto el osado concepto del pop del cuarteto neoyorquino, concepto todavía no superado décadas después de su disolución. Entre 1977 y 1988, Talking Heads editaron ocho interesantes álbumes, algunos de ellos piedras de toque imprescindibles en la historia de la música moderna.

Ilustración: Sonia Pulido
Ilustración: Sonia Pulido
Una buena parte del legado y poderío de los Talking Heads queda documentado en el reciente “Chronology” (2011), DVD que recoge una veintena de tomas en directo del grupo a lo largo de una carrera que vivió grandes momentos de esplendor, especialmente los correspondientes a su celebrada trilogía con su mentor Brian Eno: “More Songs About Buildings And Food” (1978), “Fear Of Music” (1979) y “Remain In Light” (1980). Fue una banda siempre avanzada a la corriente principal que supo emplear un discurso diferente al de sus coetáneos. Antes de ellos, no hubo nadie que sonase como Talking Heads.

A principios de los ochenta, Talking Heads era uno de los grupos que más admiración levantaba; tanta, que empezaron a despertar envidia, por no decir rabia. Sobre todo hacia el (por momentos) repelente David Byrne, responsable de esa vertiente intelectual que siempre caracterizó su singladura. Y es que Talking Heads pertenecían a una época en que ser moderno ilustrado era un valor añadido (todavía no existían las redes sociales, claro).

Surgidos en la escena que se creó en el CBGB, un caldo de cultivo cutre-punk con el que poco o nada tenían que ver, los Talking Heads fueron personalizando su estilo, ya único desde sus inicios, hasta dar con la fórmula del funk nuclear que los transformó en una máquina de ritmo cubista. Desde la pura esencia de unas canciones cíclicas y de retorcido empirismo, el sudor brotó para quedarse. Entre 1980 y 1981, sus conciertos en plan All Stars Band, con la aportación de Adrian Belew (sustituido a partir de 1982 por Alex Weir), Nona Hendryx, Busta Jones, Dolette McDonald, Steve Scales y Bernie Worrell, convirtieron el directo de los Talking Heads en una máquina de palpitación como ha habido pocas. Fue cuando el tímido David Byrne, quien ya había interiorizado definitivamente su papel de showman con pretensiones, se soltó definitivamente para contorsionarse grácilmente en el escenario buscando nuevas perspectivas caballeras de danza contemporánea. Un tipo raro con ambiciones renacentistas que, ya en solitario, inició una carrera irregular pero interesante, siempre con un toque de distinción que iba más allá del esnobismo, para mostrar un razonable compromiso ético con otros sonidos del mundo, factor ya intuido en la obra de los Talking Heads: el radar de sus disparatados puntos de fuga entre lo experimental y lo rítmico avanzaba sus inquietudes futuras.

Las imágenes de “Chronology” (y sus complementos verbales y escritos: artículo de Lester Bangs incluido) son también una buena oportunidad para restituir la importancia de un nombre que debería ser más popular en la historia de la música. Treinta años después, Talking Heads siguen a la cabeza de las mejores propuestas posibles porque todavía sorprende, y de qué manera, su osado concepto del pop. ∎

Etiquetas
Compartir

Lo último

Contenidos relacionados