Richard Russell estrenó hace dos días lo nuevo de Everything Is Recorded, un contexto colaborativo donde el creador londinense se permite jugar con el concepto de producción musical como proceso libre de preconcepciones en la tradición Art Of Noise o en la onda virtual de Gorillaz. La canción está destinada al tercer disco del proyecto, si exceptuamos los cuatro conjuntos de improvisaciones que sacó en Bandcamp, solo en formato digital, entre septiembre de 2023 y mayo de 2024. Sus dos álbumes fetén, “Everything Is Recorded” (2018) y “Friday Forever” (2020), ambos publicados en XL, el sello que Russell dirige desde 1989, presentaban un listado de invitados –Peter Gabriel, Damon Albarn, Kamasi Washington, Mark Ronson, Green Gartside, Owen Pallet y otros nombres menos conocidos para el segundo disco– solo comparable a las estrellas de relumbrón que figuran en el catálogo de XL Recordings –Dizzee Rascal, Adele, Beck, Vampire Weekend– o en la lista de artistas que han pasado por sus manos inquietas –además de Gabriel y Albarn, clásicos indiscutibles como Bobby Womack y Gil Scott-Heron–.
El vínculo con Bill Callahan se remonta precisamente al último álbum del autor de “The Revolution Will Not Be Televised”. Su título, “I’m New Here” (2010), es el de un tema perteneciente curiosamente también al último trabajo de Callahan como Smog, “A River Ain’t Too Much To Love” (2005), que Scott-Heron versionó con gran acierto en una de esas asociaciones cósmicas que a veces se dan. El de Maryland ha compuesto esta vez una canción nueva por encargo de Russell pensado en Noah Cyrus después de que el productor le diera libertad para elegir una vocalista que aportara frescura al feliz enlace. En el single físico que publicará más tarde Drag City, “Porcupine Tatoo” viene acompañada de “Norm”, un tributo de Callahan a Norm MacDonald, actor del programa ‘Saturday Night Live’ fallecido de cáncer en 2021.
“Porcupine Tatoo” es uno de esos duetos de aromas country que recuerda a otras asociaciones clásicas a pesar de la extrañeza que transmite ver a Callahan y Cyrus juntos –no menos que Tony Bennett con Lady Gaga– y que siempre funcionan si el material de base es bueno. Pensamos a vuela pluma en Gram Parsons-Emmylou Harris, Kris Kristofferson-Rita Coolidge o, especialmente, Lee Hazlewwod con Ann-Margret, Suzi Jane Hokom o Nancy Sinatra por la voz grave, casi de ultratumba, siempre con un tinte sardónico, de Callahan. Al parecer, Russell ha mezclado la voz de la maqueta del autor con el contralto de su compañera de pentagrama creando un tono circunspecto y emocional con ese trote wéstern siempre tan evocador. Pero sería quedarnos en la superficie, porque la canción –que también recurre a un símbolo arquetípico de la resistencia muy usado por el rock, el puercoespín, que no debe confundirse con el erizo aunque ambos pinchen– contiene imágenes preciosas sobre el amor irredento hacia una “criatura de la noche” que brilla bajo la luz de las farolas. Muy beatnik también.
“Porcupine Tattoo” se separa de la vena electrónica que ha caracterizado el sonido predominante de Everything Is Recorded y lo que nos encontramos es una pista austera, acústica, sin experimentos técnicos apreciables. Su folk drone crepuscular está cuidadosamente diseñado para envolver una canción bellísima donde ronda siempre la idea del tiempo –puede que una fijación del jefe Russell, aunque no sea su compositor– y su transcurso –“I’ll die a thousand times”– con el ciclo del día y de la noche donde encuentran cobijo los sentidos ocultos del Callahan más inconfundible: “we are sci-fi, we’ve got laser eyes focused on you”.
El tema fue grabado en el emblemático hotel Chateau Marmont de Los Ángeles, un castillo gótico construido para uso comercial en los años veinte, lugar de enorme influencia en el cine, la música o la literatura. Si el rasgo de un buen productor es saber elegir, poco se le puede reprochar esta vez a Russell, un auténtico gourmet. ∎