Retorno a la intimidad.
Retorno a la intimidad.

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Soccer Mommy

“He intentado no revolcarme todo el rato en mi propio barro”

Fotos: Zhamak Fullad

29.10.2024

La cantautora norteamericana vuelve a la senda de la intimidad, al minimalismo en torno a su voz y la guitarra y al cara a cara en “Evergreen”, un trabajo que parte de una pérdida personal pero que, entre flautas y cuerdas, se eleva hasta trascenderla con algunas de las letras más certeras de la carrera de Sophie Allison. Luz y oscuridad, pero sobre todo una reflexión madura para reconocer que, sin un poco de las dos, el equilibrio es imposible.

Flashback al pasado mes de julio. En un par de días, Soccer Mommy tocará en el Mad Cool Festival, pero le han perdido el equipo en el aeropuerto. Se supone que llegará esta misma noche; en cualquier caso, ya está buscando opciones, alquilando pedaleras… No le preocupa demasiado: en los últimos años, Sophie Allison ha aprendido a aceptar que no siempre todo sale como una espera.

Su nuevo trabajo surge de la necesidad de exorcizar los demonios de una pérdida muy dolorosa en lo personal, pero no actúa como un reclinatorio terapeútico ni se recrea en lo negativo, sino que entrena su capacidad observacional y adopta una postura reflexiva y madura siempre dispuesta a dejar que se filtren rayos de luz. “Evergreen” (Loma Vista-Music As Usual, 2024), en principio, es el diario de todo este proceso y recupera la intimidad y la cercanía de sus primeros trabajos y de los días de Bandcamp, pero finalmente se desvela como algo mucho más grande, una enorme reflexión, sub specie aeternitatis, sobre el momento vital y sobre las necesidades que implica superar cada trauma, aceptado en fin como una cosa más con la que hay que lidiar día a día.

Hace tiempo que dejó de luchar, y si en algún momento hubo destellos de rabia en su música, como en la etapa de “Color Theory” (Caroline International-Loma Vista, 2020), hoy Soccer Mommy está plenamente reconciliada con su lugar en el mundo y en la música y con su relación con las canciones y con las tragedias. La tensión entre sus propios deseos y lo que la industria exige de ella es, a día de hoy, inexistente. Y es uno de los muchos temas de conversación que tenemos en esta extensa entrevista. El próximo mes de abril tiene programados conciertos en Madrid (27) y Barcelona (28).

“Anchor”, uno de los cortes de “Evergreen”.

Hablas de una pérdida en la nota de prensa, pero ¿puedes contar más acerca de ella?

Creo que, como espero que pueda sentirse escuchando el disco, para mí ha sido un proceso muy complejo en el que he tenido que manejar muchos tipos de sentimientos diferentes, debatiéndome siempre entre la tensión de olvidarlo todo y seguir adelante con mi vida o recrearme en el dolor… Pero creo que es algo totalmente natural y que le pasa a todo el mundo, ese mix complicado de culpa, tristeza, melancolía… Era especialmente esa contradicción lo que quería capturar en este disco.

Eso iba a decirte. En cualquier caso, creo que es un disco luminoso, o al menos para nada sombrío.

Sí, canciones como “Some Sunny Day” tienen algo depresivo en ellas, pero también creo que en ellas se me puede leer diciendo “no te preocupes, se va a pasar”. He intentado mantenerme lejos de que en todo el disco parezca una plañidera, no revolcarme todo el rato en mi propio barro.

¿La música te ha ayudado a mantener ese hilo de esperanza en los peores momentos?

Las letras pueden encajar a la perfección en diferentes producciones, diferentes tipos de arreglos… Eso puede hacerlas parecer más cinemáticas y puede hacerlas tocar diferentes estados de emoción. Creo que muchas veces es más el sonido el que tiene mayor capacidad para transmitir emoción que las letras… Hay cosas que solo con las letras no se pueden capturar o transmitir, y eso es lo que más me interesa de la música, probablemente.

Pero ¿te han ayudado estas letras, el hecho de escribir estas canciones, a sanar el dolor en ciertos aspectos?

De alguna forma, pero al final es un poco sí y un poco no. Creo que en general, para mí, ordenar todos mis pensamientos y ser capaz de ponerlos en un papel –aunque no siempre sea literalmente, ya me entiendes– ayuda a dejar de carcomerse, me hace sentir las ideas, esos pensamientos, de una manera más concreta y así puedo mirarlos más de frente, diseccionarlos mejor y, en definitiva, procesarlos de un modo que sea positivo para mí. Eso, claramente, me ayuda. Pero no creo que escribir este disco me haya llevado a ningún punto de llegar a decir“ahora me siento mejor” o a darme la sensación de estar convencida de que ya lo había superado. Creo que al final, aunque durante el proceso estés escribiendo canciones, o un libro, incluso un diario personal o cualquier otra forma de materializar tus pensamientos, sentimientos, emociones, o aunque no lo hagas, lo único que es significativo para el progreso en estos tránsitos de duelo es el tiempo.


“Para mí ha sido un proceso muy complejo en el que he tenido que manejar muchos tipos de sentimientos diferentes, debatiéndome siempre entre la tensión de olvidarlo todo y seguir adelante con mi vida o recrearme en el dolor… Pero creo que es algo totalmente natural y que le pasa a todo el mundo, ese mix complicado de culpa, tristeza, melancolía…”



¿Esa idea de desbloquear tus propios sentimientos ha tenido que ver con la dirección más cruda que has querido seguir con la producción de este álbum?

Sí, en gran parte. Por ejemplo, en comparación con mi último disco (se refiere a “Sometimes, Forever”, 2022): no es que lo sintiera un álbum menos personal, y de hecho tiene algunas de las canciones más personales que he escrito, pero también había mucha parte accesoria que nada tenía que ver con lo personal, era simplemente yo explorando diferentes opciones. Y me encanta; si tuviera que volver a hacer ese disco, no haría nada diferente de como lo hice. Pero con este quería volver un poco sobre mis pasos, tratar de volver a capturar esa sensación de tener 17 años, hacer canciones en mi cuarto sin pensar siquiera en si alguien va a escucharlas algún día. Obviar todos esos complementos que lo desconectan de mi personalidad, que al final es lo que ves en las demos, mi voz y una guitarra acústica. Quería que sonara muy cercano, muy íntimo, como si la persona que canta lo estuviera haciendo justo enfrente de ti.

¿Piensas mucho en cómo pueden interpretar los otros toda esta intimidad?

Nunca pienso en dónde va a acabar una canción o quién la va a poder escuchar cuando estoy escribiendo. Incluso cuando ya estoy en el proceso de grabación y con la producción, lo único que me importa es hacer algo que me llene y que me parezca bueno, que me parezca excitante. Es solo al final del proceso, cuando todo está ya grabado, masterizado, mezclado, cuando empiezas a sentirlo real de verdad, cuando ves que se ha materializado, y eso sí te hace pasar una fase de vulnerabilidad. Pero he conseguido que no me afecte, y no me lleva a querer cambiar nada. Le gente va a interpretar lo que quiera de la música que escuche, y eso está bien, es parte de la magia de la música, que cada persona traduce un poco tus palabras a su experiencia personal y una y otra pueden no tener absolutamente nada que ver. Una canción mía como “Your Dog”, por ejemplo: creo que no ha habido prácticamente nadie que la interprete exactamente como yo la escribí, y al final eso es lo que ha hecho que sea una de mis canciones más populares. Porque cada persona puede identificar en ella sus propias vivencias y satisfacer en ella sus propias necesidades. A veces es un poco molesto que la gente pueda dar por hecho cosas de ti solo a través de su propia interpretación de tus canciones, pero supongo que es parte de aceptar esa posición de vulnerabilidad.

Aunque este sea uno de tus trabajos más crudos, desnudos y directos, todavía hay espacio para la experimentación en temas como “Anchor”, por ejemplo. ¿Qué es lo que te atrae de esos pequeños juegos, de usar notas ligeramente fuera de tono o estructuras inusuales para canciones pop?

Me encanta hacerlo. Y no creo que porque este disco sea más sencillo de alguna manera –en el sentido de que es más orgánico y no hay un millón de cosas sucediendo siempre al mismo tiempo– no te permita experimentar con algunas cosas. Para mí, experimentar en este disco fue hacer muchas cosas con flautas, por ejemplo, y cuerdas, que es algo que normalmente no he utilizado y que ni siquiera estoy acostumbrada a escuchar. En “Driver”, cuando entra el estribillo lo que entran son unas flautas; y en “Thinking Of You”, en la tercera estrofa, bajamos el tempo de la canción y la dejamos entrar en un terreno un poco extraño. Puedes seguir experimentando con sutilezas que se salgan de una zona de confort y encontrar el momento para dejar detalles raros. ¿Podría pillar un sintetizador con un sonido un poco ochentas y tirar con ello? Claro, me encanta ese sonido, me fascina de hecho. Pero prefiero probar cosas que se salgan de lo que considero mi zona de confort.

Sophie Allison: capturando contradicciones.
Sophie Allison: capturando contradicciones.


¿Y de dónde sacas la inspiración para esos pequeños experimentos?

Sinceramente es algo que hago todo el rato, incluso aunque luego no se plasme necesariamente en las canciones. Me gusta probar e incluso en los ratos libres de la gira lo hago, me lo tomo casi como un juego. Lo hacía antes, cuando no tenía ni idea de producir ni nada de eso y simplemente escribía canciones y las cantaba con mi guitarra, y según he ido mejorando y aprendiendo he seguido haciéndolo. Es natural para mí: cuando tengo mis demos, me gusta buscar inspiración más en los detalles que en la forma global de sonar. No digo “quiero sonar así”, sino que selecciono cosas de discos que me gustan, detalles en canciones, ciertas sonoridades y se lo introduzco a los productores como un moodboard.

¿Por qué sentiste la necesidad de usar flautas?

En cierto modo todo empezó con el Casio SK-1 (habla del sampler de baja fidelidad por antonomasia, con usuarios clásicos como Casiotone For The Painfully Alone, Mount Eerie o Autechre): siempre me ha encantado el sonido de flauta que lleva y ya lo había usado bastante en mis días de Bandcamp, así que cuando estaba grabando algunas de las canciones de este álbum, “Abigail” una de ellas, recuerdo añadir con mi otro teclado alguna pequeña línea con el sonido de flauta. Estaba quedando tan bien que me empeñé en tener flautas reales para el disco y al final lo conseguí. He escuchado mucha música clásica en este tiempo, mucha música de cámara, cuartetos y todo eso, y me encanta cómo se funden las cuerdas y las flautas: quería incorporar esa aura como pastoral, medieval, como de cuento de hadas. Que es algo que ya había escuchado antes en otros discos de indie rock, ¿eh? No es que haya dado con algo genial ni inventado nada. Y no digo que sea una influencia directa, pero pienso por ejemplo en discos de Led Zeppelin de los setenta y en el prog rock y me gusta esa aura extraña que se consigue con las flautas. Quería que este disco sonara delicado y hermoso para después agregarle algunas cosas feas que lo hicieran sentir más tensionado, más destructivo… ese bittersweet, al final.

¿Y de dónde sale tu amor por la estética y la música de los noventa?

Me crié viendo muchas cosas de los noventa tipo “Buffy Cazavampiros” o “Embrujadas”, y de los primeros dosmil como “Jack And Bobby”. También mucha ciencia ficción, que en mi casa les encantaba. Pero musicalmente creo que entré mucho en bandas de los noventa cuando estaba terminando el instituto realmente. Antes quizá me gustaba más el punk.

¿Empezaste a hacer música en aquella época?

Ya escribía canciones antes, pero sí, fue más o menos al final del instituto, con 17 años, cuando empecé a grabar demos y a subir canciones a internet. También me gustaba la música un poco emo.

¿Cómo un videojuego como “Stardew Valley” te inspira artísticamente? Pero, sobre todo, ¿cuánto ayuda a tu estabilidad mental?

La fantasía, ya sea a través de libros, series, películas o videojuegos, sirve para escapar, para ir por un rato a esos otros mundos en los que no tienes que lidiar con todas las complejidades que tiene el mundo real: todo es más simple, más abstracto, más medible, aunque pueda ser complejo per se. Hay mal y bien. Y sobre “Stardew Valley”… es mi videojuego favorito de todos los tiempos, lo juego todo el rato y, claro, puedo usarlo además como fuente de inspiración cuando estoy un poco harta de hablar de mí misma, quemada de hablar de lo mismo. “Abigail” viene de ahí, de un interés por mi parte de escribir algo que no sea necesariamente real. No lo había hecho antes y en cierto modo ha sido otra forma de experimentar en este álbum.


“Tienes que estar trabajando constantemente para que la gente escuche tu canción entera y no se quede con los 30 segundos que salen en TikTok. Es duro, ¿eh? Una vida dura, un mundo difícil en el que estar. Bandcamp siempre ha ido un poco de encontrar música de la nada y escucharla: si te gusta, sigues, apoyas; si no te gusta, pues a otra cosa”



Realmente ponemos más de nosotros mismos de lo que creemos en los avatares que asumimos en los videojuegos, sin necesariamente tener que crearlos y entrar en una dinámica más puramente rpg.

Totalmente. Creo que es imposible, o casi, obviar la identidad cuando tomamos ciertas decisiones en un videojuego, o simplemente cuando enfrentamos nuestra forma de interactuar con el mundo en el videojuego, con otros personajes o con las propias mecánicas.

Al final creo que escribir desde el punto de vista del videojuego también ofrece otra forma de acercarse a sentimientos realmente personales.

Definitivamente expone una parte de ti muy interesante, sí.

¿Qué opinas de la etiqueta “bedroom pop”, de cómo os ayudó a una generación de artistas a emerger pero terminó resultando ciertamente restrictiva y limitante?

De algún modo tu primer disco tiene que venir a demostrar que eres capaz de meterte en un estudio y hacer algo que trascienda de alguna manera el dormitorio. O sea que la etiqueta, en la industria, pierde ya desde el principio un poco de sentido. Pero al final yo prefiero meterme en un estudio antes que volver a la época de mandar demos a todos los sellos, encontrar fórmulas para llegar a la gente… incluso tener que hacer TikTok: a alguna gente le gusta, pero no creo que eso sea para mí. Tienes que grindear (es un término habitualmente usado en el mundo de los videojuegos que significa “recolectar”, habitualmente experiencia o recursos) cada vez más duro. De hecho, ha llegado a un punto en el que tienes que estar trabajando constantemente para que la gente escuche tu canción entera y no se quede con los 30 segundos que salen en TikTok. Es duro, ¿eh? Una vida dura, un mundo difícil en el que estar. Bandcamp siempre ha ido un poco de encontrar música de la nada y escucharla: si te gusta, sigues, apoyas; si no te gusta, pues a otra cosa. Y sigo pensando que eso es bonito y no estaría aquí ni donde estoy sin Bandcamp. Así que al final la etiqueta es algo que a mí, en cierto sentido, me ha venido bien y me ha ayudado a no tener que estar siempre en una necesidad constante de llamar la atención y mantenerme en el punto de mira. Siempre va a haber, y más con esas etiquetas tan aglutinantes, fanbases un poco obcecadas que prefieren el sonido de las demos y que consideran que estás perdiendo personalidad solo por trabajar con un productor. No es algo que me preocupe.

Tengo mucha curiosidad: ¿cómo fue trabajar con Daniel Lopatin en “Sometimes, Forever”?

Lo mejor de trabajar con Daniel es que no vino a hacer su movida y dejar el sello Oneohtrix Point Never por todas partes, sino que se esforzó esencialmente en que todas las tomas, especialmente de guitarra y de voz, quedaran perfectas. Solo quería que yo hiciera un gran disco, así que eso lo facilitó todo mucho. Pero en general me gusta sorprender a la gente, me gusta tomar direcciones que se supone que no debería tomar, así que trabajar con Oneohtrix Point Never lo tenía todo para mí. Como fan en lo personal, pero también como un plot twist en lo profesional. Y ya te digo que trabajar con él además fue una locura. Si no hubiera salido bien seguramente lo hubiéramos parado a tiempo, pero es que el proceso fue superenriquecedor. Y tampoco creo que vaya en contra totalmente de mi propia audiencia, que creo que ya se tendría que haber acostumbrado a los giros con “Color Theory”.

Si quisieras sacar una canción ahora mismo en Bandcamp, ¿podrías hacerlo?

Sigo grabando las demos de esa manera, como si fuera a sacarlas en Bandcamp, pero legalmente, contractualmente, no creo que sea algo que pudiera hacer ahora mismo. Todo sería debatirlo con el sello y no sé hacia dónde podría derivar esa conversación. Podría hacerlo quizá bajo un alias diferente… pero tampoco es que sienta la necesidad. ∎

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