Canción del día

Blood Orange

The Field2025
Bucolismo espectral. Foto: Vinca Peterson
Bucolismo espectral. Foto: Vinca Peterson

Devonté Hynes jamás ha sido un artista que desaparece en silencio. Aunque “Angel’s Pulse” (2019) y el breve pero sugestivo “Four Songs” (2022) fueron los últimos lanzamientos oficiales como Blood Orange, su energía creativa ha seguido fluyendo por otras vías: música para cine –la banda sonora de “Master Gardener” (Paul Schrader, 2023)–, composición teatral (“Job”, en Broadway), colaboraciones con Turnstile y con Nathy Peluso… Hoy, con “The Field”, no solo regresa como intérprete, sino que reafirma su lugar como arquitecto emocional del pop del siglo XXI.

Y qué día para hacerlo. “The Field” coincide con el estreno del nuevo álbum de Lorde –en el que Hynes deja su huella en varias canciones– y nos ofrece una pequeña epifanía sonora. Una canción delicada, expansiva, sutilmente experimental y, como siempre con Blood Orange, profundamente sentida. Una pieza que evoca más que narra, que sugiere más que afirma.

Construida alrededor de un sample de “Sing To Me”, del grupo de culto mancuniano The Durutti Column, la canción se desliza como un recuerdo. Las voces de los invitados se superponen como capas de neblina: Caroline Polachek, Daniel Caesar, Eva Tolkin, Tariq Al-Sabir… Todos aparecen, desaparecen, se desvanecen. Polachek canta el estribillo con esa mezcla suya de vulnerabilidad y claridad cristalina: “Sing to me, in the heat of the sun…”.

Hynes ha dicho que la canción trata de “respirar hondo en campos abiertos y de quienes extrañamos cuando cerramos los ojos”. Y es eso exactamente lo que transmite. “Hard to let you go / see you and I know why it’s always grey”, canta, como atrapado entre la aceptación y la nostalgia. Las frases se repiten como mantras no para avanzar sino para permanecer: en el recuerdo, en el duelo, en el amor.

El videoclip, dirigido también por Hynes, es la extensión visual perfecta: una deriva bucólica por los verdes paisajes rurales de Inglaterra. Amigos, paseos lentos, cielos inestables y Naomi Scott como figura espectral (y también su marido, el exfutbolista Jordan Spence). Todo teñido de una melancolía tranquila, sin grandes gestos, pero con una intensidad emocional que va calando poco a poco. ∎

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