Dicen Rose Elinor Dougall y Graham Coxon –famoso por su “proyecto paralelo”, con el que se subirá al escenario principal del Primavera Sound este jueves diez años después de la última vez– que formaron The WAEVE, además de con el agua como elemento unificador, con la idea de recuperar y exaltar su “britanidad” en un contexto en el que sentir cualquier tipo de orgullo nacional significaba claudicar ante unos valores muy ajenos a los de cada uno. Y sí, hay una evidente rendición a la tradición del folk inglés, a esa Britannia bucólica y “canterburiana”, con recuerdos actualizados a artistas que van, de aquí a allá, desde Van Morrison a Belle And Sebastian o Young Marble Giants. Pero The WAEVE, al final, son más como el flautista de Hamelín si en realidad fueran unos Joker y Harley Queen en madura reinserción, buscando su retirada al frente de una tournée de malabaristas endemoniados. Porque, sí, hay pasajes introspectivos y ambientes pastorales, pero también hay intensidad a lo Slowdive, experimentación en chiribitas a lo Talk Talk, minimal wave y hasta maquinarias
motórikas a lo Stereolab. Y, en segundo plano, debatiéndose entre su inseparable guitarra, el saxo al que ha dado rienda suelta en esta aventura y la armónica un Coxon que no puede evitar ser quien es: un punk rural como era y sigue siendo con Blur. Ni accidentes técnicos ni horarios ajustados –tocaron en la sala 2 de Razzmatazz– pueden con este vendaval casi mitológico.
Diego Rubio