Surfin’ Bichos: nueva vida de supervivientes.
Surfin’ Bichos: nueva vida de supervivientes.

En portada

Surfin’ Bichos

Luces desde Albacete

Fotos: Alfredo Arias

09.05.2023

Vuelve Surfin’ Bichos, grupo mítico de nuestra escena independiente más primigenia y genuina. En este nuevo trabajo, el primero en casi treinta años, actualizan su rock de actitud punk con otros matices, otras luces, como queriendo dirigirse a un “más allá” musical y dialogar con él. Retoman el contacto con sus esencias, con sus fans y con un universo musical cambiante. Supone el revulsivo reflexivo que necesitaban tus entrañas.

L

os Surfin’ Bichos van “Más allá” (Sonido Muchacho, 2023). Porque mala hierba nunca muere, que dice el refranero. Sin duda, fueron un hito en la historia del rock español de finales de los ochenta y principios de los noventa. “A mí me dicen: ‘Vosotros sois los padres del indie’. Entonces ¿Parálisis Permanente qué son? ¿O Golpes Bajos, los primeros Gabinete Caligari, Los Coyotes? Nosotros somos padres e hijos, somos parte de una tradición. Somos eslabones de una tradición y además contentos de serlo”, confiesa el cantante y guitarrista Fernando Alfaro, sentado frente a la grabadora en una terraza madrileña cercana a la oficina de su nuevo sello, Sonido Muchacho. El resto de sus compañeros de grupo –Joaquín Pascual (guitarra y teclados), José Manuel Mora (bajo) y Carlos Cuevas (batería)– contestan a través del correo electrónico a las preguntas de Rockdelux desde su ciudad, Albacete. Allí tienen que atender otros menesteres profesionales y personales.

La canción más conocida de Surfin’ Bichos, “Fuerte!”, llegó a sonar en ‘Los 40 Principales’ allá por 1992, algo impensable hoy en día. Una gira fallida como teloneros de Nirvana por un malentendido entre RCA y la promotora de los conciertos –su nombre salió impreso en carteles y entradas junto al del grupo de Seattle y el de Teenage Fanclub– fue la gota que colmó su vaso. La publicación de “El amigo de las tormentas” (Virus-RCA, 1994) fue a título póstumo. Se marcharon por una puerta pequeña, sin ni siquiera gira de despedida.

Volvieron en 2006 para hacer una breve gira y en 2017 para celebrar en directo el vigesimoquinto aniversario de “Hermanos carnales” (Virus-RCA, 1992). “En esos conciertos nos sentimos más arropados que nunca en todos los sentidos”, subraya Mora. En este nuevo álbum, tiran de una montaña rusa emocional que “para mí tiene su momento más álgido en canciones como ‘La oración del desierto’; también está presente en ‘Señales’ o en ‘Máquina que no para’. Los contrastes emocionales y su reflejo en las subidas y bajadas de intensidad y energía en las canciones son uno de los puntos clave en nuestra forma de montar las canciones, tanto para los discos como para los directos”, señala Pascual. El caso es que sembraron una nueva manera de hacer rock con fiereza en español, un soplo de aire fresco frente a la prolongada decadencia de la movida de los ochenta.

Fernando Alfaro regresó en enero de 2020 a Alcadozo, el pueblo de su familia en Albacete, tras diez años de etapa vital en Barcelona. Y se reencontró con sus antiguos compañeros. Su amistad siempre estuvo ahí, nunca se fue. En la pandemia, Alfaro comenzó a escribir nuevas canciones y vio que “era pertinente grabarlas con ellos por el contenido y nuestro momento personal”, confiesa. La portada de “Más allá” es obra de Joaquín Reyes, que también ha hecho cubiertas para discos de Joaquín Pascual y capta asombrosamente los conceptos. También volvió a colaborar con el grupo Isabel León grabando coros, pero para el inminente directo que protagonizarán el 18 de mayo en la sala La Paqui de Madrid, dentro de la programación de Sound Isidro, será Lea Leone, la hija de Alfaro y León, quien se encargue de apoyar con su voz.

José Manuel Mora, Fernando Alfaro, Carlos Cuevas y Joaquín Pascual, como si no hubiese pasado el tiempo.
José Manuel Mora, Fernando Alfaro, Carlos Cuevas y Joaquín Pascual, como si no hubiese pasado el tiempo.


¿Los Surfin’ Bichos de hoy son menos “amigos de las tormentas”?

José Manuel: Seguro que más amigos, y menos atormentados.

Carlos: Somos caos y desorden, pero también claridad y ternura.

Joaquín: Las tormentas emocionales siempre han sido marca de la casa.

En los años noventa el grupo era pura energía. ¿Con la edad se pierde la garra juvenil o se gana furia de otra manera?

Joaquín: Creo que mantenemos la energía. No sé si intacta o, como tú dices, diferente, gestionada de otra forma. Quizá ahora intentamos que no se nos escape ni un gramo de furia, ni un suspiro de esa energía que puede que antes pudiéramos derrochar sin problema.

Carlos: Esa energía irremediablemente se ha transformado y adaptado al presente. Pero sin duda sigue activa y rabiosa.

¿La actitud de Surfin’ Bichos sigue siendo punk?

Fernando: El punk es más un enfoque vital que un sonido, por supuesto. Ni siquiera planteamiento vital. Más que planteamiento es una actitud. Es una especie de sentimiento, de forma de funcionar, de forma de ser. Es esencia. Lo que es esencial te acompaña hasta que te mueres. El punk no es que fuera inteligente, es que la gente que lo hizo era gente inteligente. La gente que le dio vida en el Nueva York de los setenta era gente muy inteligente, y se reía mucho de sí misma.


“A mí me dicen: ‘Vosotros sois los padres del indie’. Entonces ¿Parálisis Permanente qué son? ¿O Golpes Bajos, los primeros Gabinete Caligari, Los Coyotes? Nosotros somos padres e hijos, somos parte de una tradición. Somos eslabones de una tradición y además contentos de serlo”

Fernando Alfaro



Las canciones de “Más allá” tienen sonoridades diversas. ¿Surgen de la curiosidad por el folk?

Fernando: Forma también parte de nuestra esencia. En este grupo, y en todos los proyectos que he hecho, es la canción la que manda. La canción es una idea en un principio brumosa que has encontrado dando palos con el bastón de ciego. Y de repente va tomando forma, casi por su cuenta. Y te acaba pidiendo cosas.

Carlos: Nosotros solíamos decir que hacíamos “rock bastardo”. En el caso que nos planteas, bien se puede decir que hacemos “folk bastardo”. O, en “El baile del más allá”, incluso “tex-mex bastardo”. No podemos evitar cierta actitud punk en las canciones, es marca de la casa.

Joaquín: En “Mas allá” creo que están presentes todas las temáticas que han dado identidad al grupo y también todas las estéticas punk, folk, pop o bossa nova que de alguna forma han aparecido en nuestros discos previos.

¿Cómo surgen los textos de las canciones?

Fernando: Yo siempre he funcionado a partir de experiencias a veces personales o de gente cercana. De lo particular, intentar sacar lo que nos une como humanos. Ir a lo general, reconocernos como seres humanos con esa hermandad de sentimientos que tenemos. Hay cosas desde lo anecdótico a lo general, y a lo íntimamente extenso. Muchas de las cosas que se nombran ocurrieron.

¿También hay mucho diálogo con la muerte?

Fernando: En mi caso siempre lo ha habido. Pero en este caso tenía más sentido. Miedo tenemos que tener, porque el que no tiene miedo es tonto, está muerto. Seamos conscientes, que si no, no vivimos. Mejor vivir siendo conscientes y con el conocimiento. Por eso hablo tan abiertamente. Para qué sirven el amor, el sexo, las relaciones, el cariño. Las cosas importantes, la creación, el aire, el sol, tienen sentido. Si no, todo es una película mala, de las después de comer.

El reinicio de una quimera.
El reinicio de una quimera.


Ese concepto de “más allá” imagino que también tiene que ver con ese diálogo con lo otro, con lo desconocido.

Fernando: Obviamente es referencia a la muerte, pero también tiene un poco la polisemia de atravesar las fronteras, de llegar al más allá en la relación humana en un absoluto momento de fronteras. Cómo poder ir más allá e ir cruzando fronteras, como se dice en una canción textualmente. Cómo afrontar la muerte sin necesidad de ser creyente, como dice “Máquina que no para”, sino desde el punto de vista más existencialista, diríamos: “Solo existe ‘más allá’ / y más allá no hay nada / voy a sentarme a mirar”. Y a disfrutar, voy a sentarme a mirar aunque sea al borde, al precipicio, a la muerte. En “Máquina que no para” también hablo de que conocí a una chica, por suerte sigo con ella. Me dijo que le gustaban dos o tres canciones mías, que las otras le parecían un poco ñoñas. A ella le gusta Eskorbuto. A mí me pareció genial: “No quiero que te gusten mis canciones, quiero gustarte yo”. Porque el ego, la solemnidad con que uno se trata a sí mismo, esa solemnidad, se cura con los años. Esa tendencia hacia el ego la tenemos todos. Con la edad hay que ir atemperando eso con una visión más compasiva con los demás, porque si no te estás equivocando y luego te vas a arrepentir. En todo el disco en realidad hay un concepto muy claro, siempre lo he tenido en todos mis discos. Pero quizá todo se va pronunciando todavía más con el paso del tiempo. Cada disco que saco es todavía más conceptual ¡Con lo que yo despotriqué de los discos conceptuales en su época, de los discos de Camel o Pink Floyd, cuando éramos punkis! Y, con el tiempo, la vida te sorprende por caminos insospechados.

¿Piensas que el rock sigue estando vivo?

Fernando: Nos empeñamos en teorizar. A mí me parece una cosa de la prehistoria. Cuando empecé, Elvis y Chuck Berry me molaban mogollón pero me parecía una cosa muy antigua. Desde que empecé ya estaba muriendo el rock. No voy a romper una lanza a favor de nada porque no me siento cercano a nadie. Y porque también toco la guitarra. Una canción –ya sea con un microsecuenciador de esos de juguete, con guitarras u orquesta–, si es emocionante, me lleva a compartir esa emoción. Si es emocionante, no: si me emociona a mí. Los modos de consumo de nuestro vivir capitalista han dado como resultado que mucha gente está haciendo música. Lo que llaman “bedroom pop”, con unos programas que son muy fáciles. A mí eso me parece muy bueno, con eso también se puede hacer magia, cosas muy finas, hay cosas buenísimas. No voy a hablar del capitalismo personificado, a pesar de que el devenir de la sociedad nos haya llevado a ese aislamiento. A trabajar así, de esa forma. La tendencia nuestra de juntarnos y tocar con amigos sigue existiendo y por eso hay chavales que también lo hacen. Y me parece fundamental. Me parece buena noticia que haya cosas muy buenas en la música aislacionista, o en el bedroom pop, en la música del aislamiento. Pero también que tengamos la tendencia todavía, y que los chavales lo hagan, de juntarse a tocar con palos y piedras unos tambores, o una “caja de ruidos”, como le diríamos a un amplificador de guitarras.

¿Cómo se enfocó la producción de este disco? ¿Cuál era la idea de partida?

Fernando: Tengo siempre como idea tótem el disco del plátano de The Velvet Underground. Me identificaba mucho con aquella forma expresiva tan radical en un sentido y en otro. Este disco tiene la misma diversidad, dentro de la coherencia que siempre procuro tener. Es como un concepto, incluso. Son discos-concepto, como los hippies.

José Manuel: Necesitábamos una visión externa y sincera antes de enfrascarnos en la grabación, así que enseguida pensamos en Fino Oyonarte, que estuvo aportando ideas desde las primeras maquetas y sumergido en la producción como solo él sabe hacerlo.

Fernando: Encima musicalmente estamos con una idea muy en sintonía, sabíamos que iba a funcionar porque no es un productor intervencionista. Y no quiso serlo. Todavía en este caso nos dejó hacer más. Por eso está firmado como coproducido por Fino Oyonarte y Surfin’ Bichos. Al final fue una alianza y es una forma de trabajar más natural.


“Elegimos Sonido Muchacho por muchas razones. Por una cuestión conceptual también. Porque la paradoja está en el tuétano de Surfin’ Bichos desde siempre. Lo paradójico es fundamental, es cómo funciona la chispa que activa la gasolina. Era paradójico... Decíamos que teníamos que inaugurar un subsello dentro de la casa que fuera Sonido Señor (risas)

Fernando Alfaro



Imagino que tuvisteis diversas alternativas a la hora de elegir sello. ¿Por qué Sonido Muchacho finalmente?

Fernando: Elegimos Sonido Muchacho por muchas razones. Por una cuestión conceptual también. Porque la paradoja está en el tuétano de Surfin’ Bichos desde siempre. Lo paradójico es fundamental, es cómo funciona la chispa que activa la gasolina. Era paradójico. Es más, nosotros bromeamos con Luis (Fernández, el director del sello), le decíamos que teníamos que inaugurar un subsello dentro de la casa que fuera Sonido Señor (risas). Creo que no lo quieren hacer. Nos gustaba mucho como sello. Teníamos buen feeling. De hecho, nos han acogido como abuelas (risas).

Fernando, tú hiciste una gira acústica con Antonio Arias, líder de Lagartija Nick, en la que se combinaba conversación, memoria y música en directo. Se hablaba sobre el proceso de composición de las canciones y sobre muchas anécdotas dignas de ser escuchadas. Era algo que funcionaba y encajaba a la perfección porque en el fondo estáis en territorios no muy alejados. Me gustó la complicidad que teníais ¿Cómo fue?

Fernando: Hicimos al final veintiocho conciertos Antonio Arias y yo. El grueso de la gira duró tres años. Pero hicimos algunos cambios de guion y tal. Incluso Antonio tuvo que tocar la guitarra para dos conciertos en los que estaba con la mano rota. Lagartija Nick son una banda tremenda. Antonio tiene una coordinación entre ideas absolutamente brillantes. Ideas cerebrales y el sentimiento. Lo digo como reivindicación. Porque él mismo parece que piensa que “Omega” (1996) es su pico absoluto. Y no lo creo, este último disco sobre Buñuel, “El perro andaluz” (2022), por ejemplo, es buenísimo. Y tiene una capacidad de trabajo brutal también. ∎

Pioneros con mente joven.
Pioneros con mente joven.

Enfrentarse con la realidad

El nuevo disco de Surfin’ Bichos fue concebido en plena pandemia, un dato sin duda a tener en cuenta. “Tendemos a olvidarlo porque queremos olvidarlo, porque nos pusimos ante nuestro propio espejo, ante un ritmo de vida frenético, una especie de nube capitalista en la que creíamos que la muerte no existía y que podíamos ir coleccionando cosas hasta la eternidad. Ahí nos dimos cuenta de lo importante, de las relaciones carnales y del sexo, y del amor también. Y de repente brotó todo aquello como una fuerza mucho más potente que lo que veníamos viviendo”, comenta Alfaro al respecto de esta cronología.

Su madre, María Jesús Ponce Riaza, a quién está dedicado el disco, falleció durante la grabación. “Más o menos lo sobrellevas porque sigues grabando para olvidarte. Pero llegó el momento de grabar voces, concretamente ‘Conversación ultrafónica a las 4 a.m.”. Estaba con Joaquín y Fino. Estaba grabando la voz y ahí es cuando me vino, porque estás hablando con alguien y se desvanece. Y tuve una especie de catarata emocional y me tuve que parar. Mi madre, con todo lo religiosa y conservadora que era, también fue muy tolerante. Su esencia era punk. En los últimos años, más todavía”, confiesa Alfaro.

“Supervivir”

Fernando Alfaro tiene previsto publicar en 2024 su primera novela, en la editorial Contra. Esto es lo que nos adelanta sobre la misma: “Es más o menos de ficción; el protagonista y todos los personajes también lo son de canciones mías. De canciones de mi trayectoria. La idea, además, era incluir las letras de todas esas canciones, escritas como si fueran prosa, en texto corrido”. A cada capítulo de narración le corresponde una canción de su repertorio, para entendernos: “Por ejemplo, el primer capítulo y una letra de ‘La luz en tus entrañas’, que es el primer disco de Surfin’ Bichos, más todos los EP adyacentes y tal. Hay catorce bloques de catorce discos y adyacentes más catorce canciones”. Para nuestro interlocutor, un desafío: “Es un reto bastante gordo porque, claro, el reto es cronológico, pero las canciones no. Y no es una antología, porque las antologías son una selección, sino que es una recopilación de todas las canciones. Es una especie de rayada, pero funciona guay”. Además, Alfaro ha querido que todo el material se interrelacione entre sí: “En las letras hay llamadas de unas canciones a otras cuando un personaje o una situación se repite. Hago referencias en una canción a otra que existió, o que existirá, por medio de llamadas, al estilo bíblico. Es como una especie de juego, para mí está siendo un juego escribirlo. Llevo un tercio y se publicará a principios del año que viene. E incluye las letras de este disco. Estoy muy contento y además estoy muy metido. A veces da miedo dar el salto a algo, necesitas un impulso externo”.

En cuanto al título, el músico manchego explica que “se va a llamar ‘Supervivir’, que existe en el diccionario pero nunca lo usa nadie. Siempre hablamos del superviviente, pero de sobrevivir. Esto es supervivir, porque tiene el doble sentido: no solo sobrevivir, supervivir”. De momento, las vibraciones que está recibiendo con lo que ya ha escrito son alentadoras: “Se lo he enseñado a gente que no conoce mis canciones y les está molando la historia. Hablan mucho sobre las situaciones de las canciones. Y tiene un ritmo narrativo muy fuerte, porque cubre toda la existencia de una persona en muy poco tiempo”. ∎

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