En mi cabeza, “Toil And Trouble” iba a ser el disco de matar al padre. El disco de emancipación. Al fin y al cabo, hay que reconocer que la carrera de Angelo De Augustine dio un verdadero giro copernicano cuando Sufjan Stevens entró en su vida: la publicación en Asthmatic Kitty de su tercer disco, “Tomb” (2019), no solo sirvió para ponerlo en el mapa discográfico tras dos trabajos que habían pasado algo desapercibidos, sino que sobre todo permitió darse cuenta de lo cerca que estaban las sensibilidades de ambos artistas. Por si hiciera falta confirmación, un par de años después ambos se marcaban un disco conjunto que, bajo el título de “A Beginner’s Mind” (2021), dedicaba cada una de sus canciones a una película de culto. El lote incluía “Hellraiser III. Infierno en la Tierra” (Anthony Hickox, 1992), “El silencio de los corderos” (Jonathan Demme, 1991) o “La noche de los muertos vivientes” (George A. Romero, 1968), y este gusto por la truculencia conceptual quedaba dulce y endiabladamente sepultado bajo capas y capas de folk de cristal.
Voy a decirlo a las bravas… En un momento en el que la carrera en solitario de Sufjan Stevens se empeñaba en digresiones como “Aporia” (2020) o escapismos como “The Ascension” (2020), Angelo De Augustine se postulaba como algo que muchos querían y reclamaban a voces: un artista capaz de hacer un “Carrie & Lowell” (2015) cuando el mismo Sufjan sudaba de hacer un “Carrie & Lowell”. La mayor prueba de lo dicho es “Blue” (2020), probablemente la mejor canción de Angelo De Augustine hasta el momento por mucho que quedara como one shot y no se haya incluido aquí. Pero es que, al fin y al cabo, estas “penurias y angustias” –que vendría a ser la traducción al castellano del título– van de otra cosa.
Van de dar continuidad a la deliciosa y perturbadora tensión entre forma cristalina y fondo truculento que ya escuchamos en “A Beginner’s Mind”. En este caso, de hecho, la forma da un salto de gigante con respecto a “Tomb” y a toda la carrera previa de Angelo De Augustine: allá donde el artista había practicado el fingerpicking y el folk lo-fi como herramienta para desnudar su alma, aquí demuestra haber aprendido la lección sufjanstevenesca al marcarse un total de doce canciones escritas, arregladas, grabadas, producidas y mezcladas por él mismo. En la técnica, además, huye de la guitarra acústica como espina dorsal de sus composiciones –algo que solo se permite en la preciosa “Song Of The Siren”– y llega a utilizar hasta un total de veintisiete instrumentos que van desde lo común hasta lo exótico e inusual de un xilófono de cristal, un melotrón, una celesta Mustel o un UniSynth japonés.
El resultado es una exuberancia transparente y armónicamente ordenada. Como una especie de Apocalipsis a cámara lenta que se despliega a tu alrededor y que esconde su capacidad destructiva en el seno de una inmensa belleza. Porque la capacidad destructiva que se esconde dentro de “Toil And Trouble” es cosa seria. El álbum incluye canciones que hablan de tiroteos masivos (“Home Town”), de fantasías suicidas (“I Don’t Want To Live, I Don’t Want To Die”) y de abducciones alienígenas (“Ballad Of Betty And Barney Hill”), pero, sobre todo, de cómo el mundo se desmorona a nuestro alrededor mientras Angelo sigue empeñado en actos tan fútiles como buscar el amor, la empatía y el calor humano entre los escombros de un mundo perdido.
Al final, sin embargo, “Toil And Trouble” no mata al padre. No se emancipa. Porque, desde el principio, y como suele ocurrirme con demasiada frecuencia, lo entendí todo mal. Aquí Sufjan no es el padre a matar, sino el hermano con quien compartir el camino. Esa figura fraternal que te enseña y te desafía y te acompaña y hace que seas una mejor versión de ti mismo. Angelo De Augustine alcanza en este disco esa mejor versión de sí mismo que ya se intuyó cuando cayó en Asthmatic Kitty. Y esa mejor versión pasa por seguir explorando la tensión entre forma cristalina y fondo truculento, pero, sobre todo, en hacer las paces con la oscuridad que lleva dentro. Una oscuridad con la que ya flirteó en “A Beginner’s Mind” pero con la que aquí se enrosca gozosamente hasta que, en el corte final, acaba por admitir: “Toil and trouble, my only delights”. Penurias y angustias, tus únicos deleites. Y, si vienen con este envoltorio, también los míos. ∎