Álbum

Fermi

Todo bienEl Genio Equivocado, 2025

No es este un disco que merezca impresiones apresuradas. Demanda una inmersión a conciencia, porque arranca con “El circ del mosquits” y te parece estar ante un clon de los primeros Manel, casi rozando la parodia o la condición de algo así como una encubierta banda de tributo. El pulso narrativo y costumbrista, el leve crescendo. A mí me ocurrió. Y es (muy) engañoso, claro: basta llegar al séptimo corte, “Al pur estil Manel”, para darse cuenta de que todo en el segundo álbum en solitario de Fermi Herrero (Barcelona, 1999) –conocido en este negociado como Fermi Delfa, mitad del dúo Tronco junto a su hermana Conxita– es de una transparencia desarmante, desde lo naíf de su portada. Sin subterfugios, sin coartadas, con cierta dosis de ironía y sarcasmo, aunque el descorche maneliano quizá no le beneficie en tiempos de escuchas urgentes. Y lo que es más importante, con un manual de estilo que incide en lenguajes hermanos pero en absoluto gemelos, y con trazo –lógicamente– más confesional que el argumentario de Tronco: desde la bossa nova que arrumba “Un viaje de ida” o “Fuego fatuo” hasta el folk extrañamente proclive a una tenue psicodelia que plasman “Un peu a cada banda”, con la voz convidada de Elena Grueso, y “Si ho sapiguessis”, con Joan Colomo dándole el contrapunto.

El elenco de participantes externos mejora el resultado y cuaja con la naturalidad de esos grupos de amigos que se reúnen de cuando en cuando por puro amor al arte: sus talentos fluyen, nunca se amontonan. Siempre suman desde el acople, nunca restan. Como un círculo de confianza que redunda en el perfil artesanal de “Todo bien”. El dueto con Maria Rodés en “Fugint de tu” es de una delicadeza que acongoja. Al igual que el que firma con Hola Lis (Elisa Bernal) en “Quant t’estimo”. Guitarras acústicas, apenas unas leves pinceladas de vientos y sensibilidad a raudales. Una orfebrería folk que me recuerda Alberto Montero (sobre todo por la voz) en “Carta de amor”, con ritmo de vals, y en “El sol”, a los Mishima en “Un petonet” y a La Bien Querida en “Pedaleando”. La ausencia total de esclusas permea también en lo idiomático: siete canciones escritas en catalán y seis en castellano, redondeando 41 minutos que son una auténtica delicia.∎

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